28 abril, 2024

La Dualidad del Bien y el Mal

¿Quién no recuerda de niños ver las películas sobre los superhéroes, donde existía una eterna disputa entre el bien y el mal, el temible villano y el anhelado héroe?

El bien y el mal se han mostrado de infinitas maneras, comenzando por los libros espirituales, los Dioses y Demonios de las diferentes literaturas religiosas.

El famoso Ying- Yang de las culturas asiáticas del este, donde su símbolo se viralizó en diferentes representaciones comerciales, y es precisamente porque lo bueno tiene algo de «malo» y viceversa, y ¿quién podría olvidar el famoso dicho popular, «no hay mal que por bien no venga»?

¿Quién no se acuerda del famoso angelito bueno y diablillo malo que nos habla uno en cada oído y la constante lucha que implica escuchar el uno sobre el otro?

La estructura y la columna vertebral de la humanidad se encuentra conformada por este principio universal, traducido en miles de idiomas, literaturas, libros religiosos, parábolas, anécdotas, hasta llegar a Hollywood: Good vs. evil.

Pero lo más difícil es afrontar un mundo donde estas historias se convierten en realidades y la vemos en la cotidianidad, en la crueldad y maldad del ser humano desde sus mínimas acciones hasta los más sádicos actos como exterminar a todo un Pueblo con bombas. Y vemos su contraparte en la Creación de los bellos y misteriosos paisajes de la Tierra, la compasión y unión en la ayuda humanitaria, el caluroso abrazo de una abuela o madre, y las miles de acciones que nos sacan una sonrisa a diario.

Sin embargo, la mayor reflexión al acostarnos a dormir es preguntamos, ¿dónde nos encontramos en esta gama de posibilidades entre el bien y el mal? ¿Estamos escuchando más al angelito bueno o al diablillo malo? Y aún más complejo, ¿quién determinará si nuestra acción o pensamiento es «bueno o malo»? Y esa es la actual paradoja en la cual nos encontramos hoy.

No hay un juez imparcial, porque nuestro Dios se encuentra actualmente atado a una religión u otra, lo cual hace complejo ponernos de acuerdo. Y es en la complejidad del relativismo y lo que queda a la interpretación lo que ha creado el estado de confusión de la humanidad, y el debate que nos lleva a hacer preguntas como ¿si mato en defensa propia ó para proteger a mi familia, eso es hacer el bien?

Hay niveles de maldad que la mayoría estaríamos de acuerdo son inhumanos, pero el día a día no es tan extremo. Un pleito entre hermanos, una pelea de pareja, hablarle feo a alguien sin razón, que un hijo trate mal a su propia madre, que hagamos trampa en un examen, un engaño, infidelidad, la corrupción, falta de ética laboral, y así infinitas posibilidades, nos deja en una constante crisis existencial humanitaria.

El debate del bien y el mal no es fácil, por eso nos hemos llenado de jueces, juzgados, fiscales y abogados, para darle sentido a nuestra convivencia moral (o inmoral). A veces pienso que hacer lo incorrecto parece ser lo más sencillo porque es la idea que nos han «vendido», la fama, lujuria, opulencia, llegar a la meta «como sea» es lo que nos hará felices; sin embargo, no dudo que muchos sentirán el mismo vacío y remordimiento existencial, cuando algo no se hizo de manera correcta, cuando nos «levantamos con el pie izquierdo» y el día va cuesta abajo.

Y nuestras vidas se convierten en esas sumas de decisiones entre lo correcto e incorrecto, que es donde radica la raíz del bien y el mal, el ying-yang, y la mayor tarea que aprenderemos, será determinar la que nos lleve a tener una mejor calidad de vida para nosotros y nuestro círculo cercano.

Finalmente recordar que el Bien y el Mal habita en nosotros, y el estado actual del mundo es el reflejo del colectivo actual de la humanidad. Dependerá de nosotros mejorarlo, dependerá de nosotros tomar esa decisión todos los días de nuestra vida.

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