Encrucijada

A esta definición llegamos cuando , entre amigos, analizábamos la situación que atravesamos y las perspectivas que se vislumbran. “¿Qué debemos hacer?” , nos preguntábamos , primando finalmente en el ambiente la sensación de que ésa fue la pregunta que se hacen quienes usualmente terminan por no hacer nada , inertes e inermes en medio de una encrucijada histórica , dejando a “ los demás” ,a los políticos y activistas, la búsqueda de la solución y arribando a la claudicante decisión de votar en Abril por el “mal menor” . Las actitudes eran disímiles , pero todas reflejaban la angustia de una gente sensata por su impotencia de intentar siquiera hacer ver a la ciudadanía la realidad que aprisiona al país.

Comprendimos que la “fraternidad política”, el “bien común”, el “deponer intereses”, y, en fin , la “racionalidad”, son muchas veces en el Ecuador las más ridículas invenciones de la hipocresía. Que la codicia y la rapacidad política son los patrones dominantes en el quehacer de quienes – vaya usted a saber por qué – se creen los escogidos o los iluminados para pretender aquello que presuntamente no lograrán. Verdaderos ilusos.

Todos ellos creyéndose emperadores sin pasar de ser simples patrocinadores insensatos de sus prejuicios, unos; o de sus propios intereses, otros , luchando por su cuenta e infructuosamente contra los arcaicos y desvencijados dogmas que otro nos quiere imponer . Toda una dislocada competencia entre falsos burgueses y falsos socialistas. Toda una pugna entre semi-villanos y semi -dioses , abusando de palabrerías y con desgastes éticos . Todos cayendo en deshonestidad cívica.

La virtud de la honradez con que se autodefine nuestro Presidente, debemos admitirla. Hasta que no se pruebe lo contrario. Este gobierno arrancó proclamando sus virtudes y hoy, al cabo de dos años, exhibe un rostro en el que se entremezclan virtudes y corrupciones. Y que no se entienda la expresión última como simple acusación de enriquecimientos ilícitos o narcoprosperidad de algunos de los colaboradores del régimen.

La corrupción tiene mil caras ( tantas como las disculpas de Correa a Chauvin ) : mentir es una prueba de deshonestidad , de la que nadie en este gobierno se libra ; falsear deliberadamente los hechos, también ; vilipendiar a periodistas y medios de comunicación es atentar contra la libertad de expresión ; pensar que la Vieja Izquierda marxista, inútil y holgazana, pueda ser la solución, es una falacia ; creer que la Nueva Izquierda marxista , impreparada y voraz , servil y troglodita , pueda ser su sostén ideológico y administrativo , equivale a la torpeza de creer que la cola pudiera mover al perro ; forjar una Constitución con obedientes alzamanos y cacarear en su texto los principios del buen vivir y de la dignidad humanos, para luego echarle mano al bolsillo de los jubilados y degradar sus vidas, es una inhumana estupidez ; apoderarse de todos los Poderes del Estado y lamentarse a la vez de no tener ninguno , es muestra de cinismo. Mas, el denominador común bajo el que se inscribe esta recortada lista de desaguisados gubernamentales, es el de la estigmatizante corrupción del concepto de democracia .

Pero el gobierno no está solo en este penoso análisis. Lo secunda la llamada oposición , corresponsable de la encrucijada que vivimos. La pugna democrática, imprescindible en todo país para denunciar errores y defecciones gubernamentales y valorar sus propuestas, no existe.

Las acciones de nuestro gobierno reclamaban reacciones. Es ley inevitable que las primeras generen las segundas, que tampoco se dieron. La inteligencia nacional exigía que tales reacciones apunten a objetivos cuerdos, precisos y alcanzables, restauradores de una democracia a punto de desaparecer bajo el oprobio totalitario. Necesitábamos hombres de acción que demuestren también ser idealistas y de intelectuales convertidos en emprendedores.

Y cuando empecé a saborear la posibilidad de un milagro electoral que lleve a la presidencia a un hombre serio, exitoso y de autoformación empresarial como Guillermo Lasso, quien pudo encarnar la opción alternativa de la democracia, ésta se esfumó sin que medien razones convincentes. Fernando Torres se autoliquidó antes de insuflar alguna esperanza en el electorado . Y quedaron en la arena quienes no admiten que están condenando al país, llevados por su ambición , a una derrota más de la democracia.

No me gusta profetizar , porque si acierto nadie lo recordará y si me equivoco me lo sacarán en cara, pero ¿ qué les hace creer a Noboa o a Gutiérrez que capitalizarán, por sí solos, la repulsa democrática a este gobierno? ¿No piensan que con la dispersión de ese voto, podría NO darse la segunda vuelta electoral? ¿Están preparados para responder ante la Historia y ante las generaciones actuales por su obcecación presidencial ? ¿ Creen enaltecedor que se les describa – no sé si con eufemismo o peyoratividad – como males menores ? ¿Cuál de ellos es el menor de los dos males menores ?¿ Ha sabido usted si alguna vez dos males menores pudieron vencer, sin coaligarse y sin la renuncia de uno de ellos, a un mal mayor como aquí lo es Correa ? La vuelta a una democracia digna condena la dispersión electoral, porque nos conducirá a la consolidación totalitaria Es el INRI que llevarán a cuestas nuestros egoístas candidatos, si persisten en un yerro que lo pagaremos todos.