26 abril, 2024

Conflicto Sirio

Apamea (Syria)

Creo haber comentado en alguna ocasión, y con la autorización que me da saber que cuento con el riesgo a equivocarme, que el desconocimiento de un asunto es directamente proporcional a los prejuicios e inversamente proporcional a los criterios de opinión sobre el mismo. Me explico. Si con nuestros allegados estamos tratando un tema que nos es más bien desconocido, la probabilidad de emitir prejuicios será grande, al igual que la de emitir juicios de opinión, resultará pequeña.

Alcanzar un grado de conocimiento alto sobre una materia nos dará seguridad y ayudará a que nuestras opiniones sobre la misma se acerquen a la verdad. En los últimos días me he quedado especialmente sensibilizada ante los acontecimientos que están sucediendo en una parte del mundo, concretamente en Siria, cuyas informaciones estremecen día tras día hasta el más insensible de los humanos. Hablar del mundo árabe no es algo baladí, en su justificación podemos encontrar varios motivos.

En primer lugar lo árabe está asociado al islam, una de las tres grandes religiones monoteístas que salpican nuestro planeta. En segundo lugar, durante la Edad Media las aportaciones de la civilización árabe-islámica a Occidente fueron considerables y esenciales en campos como la medicina, astronomía y otras muchas. Y más recientemente, muchos países árabes en África han sufrido la colonización de occidente: Argelia, Túnez y Marruecos por Francia; Egipto y Somalia por los británicos y Libia por los italianos.

Este colonialismo engendró entre los musulmanes un sentimiento panislamista, un deseo de muchos musulmanes de unirse bajo un estado islámico. Igual que para cualquier occidental sugerir que cualquiera de los 1,5 mil millones de musulmanes que hay aproximadamente repartidos por el mundo es un terrorista sería un comentario frívolo, un prejuicio falto de conocimiento, también para un musulmán considerar que todos los occidentales somos sus enemigos es también un prejuicio falto de sentido. Cuando a través de los medios de comunicación escritos leemos las informaciones que nos llegan sobre la guerra civil en Siria, no podemos evitar que términos como “alauita”, “liga Árabe”, “kurdos”, “yihadista”, “primavera árabe”, nos confundan y desanimen en la lectura hasta el punto de evitarla. Quizá sea éste el momento de aliviar en el futuro esos ratos de lectura acudiendo serenamente a la información de esos términos que nos incomodan.

El inicio de todo este desaguisado bélico comenzó en Túnez, año 2010, un día de diciembre numerado como 17, un joven de 26 años, Mohamed Bouazizi, se inmola a lo bonzo. Este hecho aislado y aparentemente intrascendente: un suicidio de alguien desconocido que actúa así por problemas económicos, desató una ola de manifestaciones que se extendió por todo el país, dando origen a la Primavera Árabe o Revolución democrática, y lo que en su origen parecía algo sin importancia terminó derrocando al gobierno de Ben Ali, con la conformidad del ejército. Pero la Primavera no sólo era tunecina, y la revolución extendió sus redes por otros países, tal fue el caso de Egipto y Libia. En enero de 2011, comenzaron las protestas en Egipto que terminaron por derrocar al gobierno de Mubarak, y aquí el ejército sí que tuvo un papel protagonista pues es titular de muchas empresas importantes.

Tras las elecciones salieron elegidos los Hermanos Musulmanes que han terminado sus días en el gobierno por intervención del ejército, verdadero dominador en el país. En Libia la población civil también exigía cambios en el gobierno y fue en enero de 2011 cuando comenzaron las primeras manifestaciones que continuaron con una guerra civil que acabó con la vida de Muamar el Gadafi, duramente ajusticiado. Y llegamos a Siria, donde la revuelta estalló en marzo de 2011. Aquí, la chispa la prendieron unos adolescentes que se atrevieron a dibujar unos grafitis contra el gobierno, quien respondió con cárcel y al parecer, también con la tortura; se extendieron las marchas para su liberación con varios manifestantes muertos. La revolución se extendió por todo el país.

Actualmente Occidente dirime entrar en acción y quizás, ojalá que no, cuando estéis leyendo esto, el país se encuentre envuelto en un conflicto internacional de consecuencias impredecibles. Seguiremos indagando en esos términos incómodos para que podamos alcanzar un conocimiento tal del mundo árabe que nos permita eliminar prejuicios y emitir juicios veraces de valor.

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  1. CREO QUE CARLOS MARX NO SE EQUIVOCÓ CUANDO DIJO «LA RELIGIÓN ES EL OPIO DE LOS PUEBLOS». YA NO SOLO LOS ISLAMITAS SINÓ TAMBIÉN LOS BUDISTAS ESTÁN ASESINANDO CRISTIANOS. ¿NOS EQUIVOCAMOS SUSPENDIENDO LA INQUISICIÓN?

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