26 abril, 2024

A propósito de la autonomía universitaria

El enfoque de este comentario es un resumen del capítulo Necesidad Académica de la Autonomía, de un pequeño trabajo de mi autoría denominado Reflexiones sobre la Educación Superior que, en pocos días, estará en manos del público

Teniendo en cuenta el actual entorno global, calificado ya como la sociedad del conocimiento, en que está en juego el estudio superior, la autonomía de su gestión es clave en el debate. ¿Qué es, en realidad, la autonomía? ¿A mayor autonomía mejores resultados para aumentar, sustancialmente en calidad y en perspectivas de realizaciones científicas, la enseñanza-aprendizaje del conocer? Reconocer dos criterios o categorías de análisis, entrelazados, es primordial. Uno, la autonomía operativo administrativa y dos, la autonomía exclusivamente académica, motivo de este comentario.

Más allá de la palabra democracia

Como que después de tantos siglos de uso la palabra democracia ha perdido toda la riqueza ideológica, la magia de convulsionar los corazones que, aparentemente, traía consigo.

¿O, quizás, y tal vez lo más acertado, que en tanto las condiciones societarias de la vida de los pueblos, hay también alternativas textuales de hacerla propia y proyectarla? Pero si aun tiene sentido vivirla en una práctica social, y no sólo saberla almacenada en archivos que ya nadie consulta, la democracia debe ser entendida y aceptada en presencia de relaciones de convivencia que expresen el máximo de bienestar social, en y desde un referente permanente de justicia y libertad.

Elecciones Fraudulentas

¿Al parecer, como en los mejores tiempos del vandalismo republicano?. Los perdedores vociferan “¡fraude!”, los triunfadores dicen, con cierta intranquilidad, “Hay que proteger la votación, y estar atentos”, los funcionarios defensores del Concejo Nacional Electoral insisten en que las anomalías denunciadas son “solo errores”, total errar es humano.

Pero está, eso sí muy claro, que los baches técnicos, tecnológicos y humanos fueron en abundancia, como para que solo unos pocos estén de acuerdo en la transparencia del proceso electoral. Como que el olor a chamuscado o a pescado podrido aun huele y, ciertamente, muy fuerte. ¿Por qué aun no están, después de tantos días de las elecciones, proclamados los datos? ¿Cómo comprender, racionalmente, una tecnología de punta utilizada para un conteo que ha demorado más de lo necesario? Si no ha existido fraude y sí errores, el contexto en que tales sucesos se han dado es, quiera que no, el del engaño…

Seguimos en lo de siempre

Sí. En lo de siempre. O sea, en el cuento político del cambio y la prosperidad, como oferta electoral. Pero, en realidad, al despertar luego del conteo en las urnas, la misma cloaca de la mentira, la corrupción y el despotismo. Quisiera de todo corazón que no fuera así. Sin embargo, los documentos y los sucesos nos gritan, y con voz muy alta, sobre el atropello diario a los derechos, a la justicia, a la dignidad humana.

Transcribiré unos párrafos de 3 comentarios periodísticos que escribí hace más o menos 15 a 20 años en la prensa nacional, y que al leerlos hoy, parecerían salidos de alguna pesadilla interminable, por lo que denuncian y reclaman. Desgraciadamente era la vigencia de la vida social de entonces, sinónimo de atraco político al país y robo directo al bolsillo de sus pobladores. Para el gobierno de turno, sin embargo, nada estaba mal y, desde fuera, los organismos internacionales nos sonreían con el discurso que a partir de ese instante, Ecuador entraría, por fin, en el camino del desarrollo…

¿Absolutismo en democracia?

Peor que un arroz con mango o una fanesca mal preparada dirían los “politicólogos” del barrio… ¿O un simple “chispoteo” de acuerdo al comentario, tan falto de análisis, de Alberto Acosta? Pero si al país hay que tomarlo en serio, en tanto los millones de pobladores que esperan, hambreados, enfermos y sin trabajo permanente, mediante un liderazgo coherente obligado a satisfacer semejante necesidades, con un tratamiento responsable social, económica, y políticamente entonces estamos pisando en suelos movedizos. ¿Prueba? La pretensión de imponer una aberración ideológica para “impulsar” el desarrollo nacional.

Dos años de desgobierno

O dos años de dañina arrogancia… O dos años de tiempo perdido… O dos años de no saber qué hacer… O dos años de falso liderazgo… De cualquier forma que pueda entenderse estos dos años de administración pública, para desgracia del país, no pasa de ser una involución nacional en todos los aspectos. La administración centralizada, la concentración de decisiones, la imposición autoritarista, la promoción burocrática desfachatada, el desprecio humano por los derechos a la opinión libre de terceros…

Todo para convertir al país, mediante la presencia omnubilada de un Estado omnipotente, en una cárcel en que la verdad de cada quien está prohibida, en el que la libertad de pensar, la libertad de expresarse, la libertad de confrontar, la libertad de disentir es un delito, que amerita inculpación, que amerita castigo. Todos los poderes en una mano… Justicia, fiscalización, legislación, ideología educacional no significan algo válido sino están marcados por la soberbia ejecutiva.

La necesidad de los cambios…

Aunque no pueda, en la mayoría de los casos, captarse objetiva y directamente, todo está en permanente cambio. En continua transformación. La naturaleza, la sociedad y el pensamiento es un dejar de ser sin descanso y sin descanso, casi fortuitamente, aparecen la motivaciones de conciliación y encuentro. Y estas motivaciones encuentra en muchos las razones para estar más de acuerdo con el estaticismo de las cosas.

¿No es que, incluso, cambiar, es provocar la inestabilidad de lo que, de alguna manera, bien o mal, ya es manejable, ya es garantía sobre lo que puede profetizarse, sin mayores riesgos o pérdidas? El camino trillado es preferible, dice la comodidad a la que el humano es tan afecto, antes que improvisar uno nuevo cada cierto tiempo. Dejar de ser uno para empezar a realizarse, a conformarse, a desarrollarse como otro cuesta bastante, en veces demasiado y, sobre todo, sin estar claro de los resultados pertinentes, que no siempre son controlables.

¿Hasta cuándo el genocidio Palestino?

¿Existen, en verdad, los organismos internacionales que, promoviendo la paz, logren el cumplimiento de los derechos sociales y humanos para con los pueblos? ¿Dónde están? ¿Por qué no aparecen sus representantes cuando más son necesitados? Como que ya no tiene sentido hablar de Naciones Unidas para estos casos. Después de la segunda guerra mundial parecía, con su presencia, que un camino hacia la seguridad mundial estaba abierto para andarlo sin miedo, con libertad y en justicia.

Tal cual lo hemos repetido cantidad de veces en nuestros comentarios, sin embargo, Naciones Unidas no pasa de un escaparate, de alto nivel, donde el vitrineo de las grandes potencias opaca y bloquea la presencia de los pequeños países, de los pueblos que buscan apenas sobrevivir creyendo en las diferencias de una identidad propia.

Los bárbaros al poder

Después de Nerón, el último de los césares, la Roma imperial pierde su sentido de grandeza, a cambio de durar nominalmente en el marketing post mortem de la historia. Pese a los 27 años que siguieron de la dinastía Flavia y los 84 de los denominados “los emperadores buenos”, incluido Marco Aurelio con su entusiasta proyección estoica, Roma ya no es Roma.

Sólo hay un sobrevivir por inercia. Apenas una triste defensa de negociación con todo el que arremete a sus fronteras, comprando chulqueramente a los soldados, compartiendo hasta la administración de justicia con sicarios…

Un decálogo para el NO

Este es un resumen, aunque de corto aliento, sobre los varios y varios motivos que al reflexionar sobre el proyecto de Constitución, nos conduce como hilo de Ariadna a decir, a promover y proyectar, en tanto aviso y advertencia, NO!

  1. NO! porque su configuración desde la Constituyente fue realizada a base de engaños, prepotencia y mentiras. Los prestanombres del proyecto hicieron giras de carrusel, haciendo creer a quienes visitaban que serían recogidas sus aspiraciones como aportes de participación sin jamás cumplirse. Mas bien utilizando esta falacia como gestión democrática, pero encubriendo así su autoritarismo hinchoneado directamente desde Carondelet.
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