27 abril, 2024

Somos perfectibles

Nuestra  vida empieza cuando estamos en el vientre de nuestra madre y nacemos cuando salimos a la luz. 

Estamos desde ese momento preparándonos  para poder vivir en este mundo que nos fue dado. Ningún bebé sabe lo que le espera fuera del claustro materno. 

Nacemos sin saber absolutamente nada, sin entender que sucede, ni quienes somos ni a donde vamos a ir. De repente comenzamos a llorar de hambre de frío, de calor o dolor. Nos encontramos en un ambiente hóstil, no podemos hacer nada. 

Llega un momento en que pensamos que este mundo es muy doloroso. Entendemos entonces que empieza nuestro largo camino en la vida donde poco a poco tenemos que ir aprendiendo aceptar lo que nos toca. 

Entonces empezamos  a entender que las cosas jamás serán como nosotros creíamos o soñábamos. Al lugar que nos llevaron todavía no sabemos si será el definitivo o iremos a otro mejor o peor. Muchas veces nos quedamos en el primer hogar. 

Aquí empieza ya nuestro aprendizaje. Nuestro cerebro diminuto nos dice: ¡tengo hambre ! Nos imaginamos enseguida algo así como un pan y nos dan agua porque esa persona que nos está educando dice es hora del agua. 

Éramos tan felices cuando estábamos en el claustro materno nos daban  de comer cuando queríamos y se terminó esa felicidad. 

Estamos ya empezando la educación tenemos horario para todo. Estamos  aprendiendo para poder vivir en un mundo que recién vamos a empezar a comprender. 

Un día sentimos que nos levantan la mano y nos hacen tocar el rostro de alguien, nos hablan y nos dicen “mamá”. Ella será nuestra madre, todavía no sabemos por cuánto tiempo. Entendemos que es de donde vinimos, seguimos con nuestro aprendizaje, nos señalan algo y nos dicen luz y con el correr del tiempo, ya vamos comprendiendo que esa luz nos alumbrará la oscuridad. 

Luego nos enseñan sobre las comidas, nos están imponiendo un horario ,bueno o malo, nos toca aceptarlo, no hay alternativa. Nos dicen siempre que nos están educando para que en el futuro seamos  buenas personas, sobre todo personas de fiar.  

Pero en esta educación lo que más predomina es la palabra NO, siempre empleada para que no hagamos cosas ,que posiblemente podrían hacernos daño. 

Pero la palabra predominante es no, y con esa palabra crecemos, y la escucharemos el resto de la vida y luego se convertirá en nosotros en MIEDO a todo lo que nos rodea. 

El tiempo sigue transcurriendo y nos buscan escuela . Esta será de acuerdo a las posibilidades económicas de la casa-hogar al que nos tocó llegar. En la escuela nos enseñarán a leer a escribir y sobre todo reglas de comportamiento, para con la casa-hogar, escuela y para la sociedad en general. Está etapa podríamos considerarla como el sueño primero de nuestra existencia. Como hemos visto nos están educando con excelencia. 

Seguimos creciendo y vamos al colegio y luego a la universidad. Con un título bajo el brazo estamos convencidos que podemos continuar solos. 

En efecto salimos al mundo y nos tropezamos con un sin número de trabas que nosotros con nuestra educación vamos evadiéndolas. 

Estos momentos serían nuestro segundo sueño ya nadie nos dirá que comemos, que hacemos, somos dueños de nosotros. 

La diferencia entre los dos estriba que en el primer sueño éramos inocentes, teníamos que hacer lo que nos decían, vestirnos como las personas encargadas deseaban o comer lo que nos daban, etc. 

Ahora en el segundo sueño puedes escoger: como te vistes ,que deseas comer, donde, deseas ir o no, etc. Puedes elegir creer en cualquier cosa y eso incluye: CREER EN TI. 



Artículos relacionados

Carta a mi hijo

Esta carta, escrita hace más de 300 años por Matthias Claudius Pastor cristiano, alemán (1740 – 1815), a su hijo, es una preciosa joya de la literatura. Es una carta que, pese […]

4 comentarios

  1. Excelente mensaje, es tan reconfortante para mi leer sus escritos, es tan inspirador saber que lo que nos cuenta como un cuento, es una realidad y que está en nosotros hacer de cada sueño una hermosa experiencia y ahora que somos padres procurar lo mismo para nuestros hijos. Gracias infinitas. Isabel

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×