27 abril, 2024

Diez de agosto de 1809

Los antecedentes históricos que influyeron en toda Hispano-india para el fortalecimiento y concreción de las ideas de “autonomía” a inicios del siglo XIX, fue la invasión y destronamiento de los reyes españoles por el ejército francés, cuya dirigencia máxima la ostentó Bonaparte (1808). Proclamó a su hermano “Pepe botellas” como monarca, no reconocido en los dominios españoles, a lo cual se unió el malestar originado por la beligerancia y despotismo de las autoridades ibéricas en la región hacia los criollos y nativos, olvidándose por completo la vigencia del marco jurídico vigente desde el siglo XVII.

Cuál pólvora regada se afianzaron los ideales de romper con la nueva colonización francesa.  Inició Chuquisaca (25 de mayo de 1809) y La Paz (16 de julio de 1809) por desacuerdo con sus autoridades. Continuó Quito, Buenos Aires, México, Caracas y más ciudades originando movimientos afirmativos por las constantes expresiones inconformistas de la situación vigente.

Después de dos meses y medio, nuestra futura capital lo hizo el Diez de Agosto de 1809, movimiento que tuvo características semejantes y diferentes a las dos anteriores indicadas, cuya culminación fue el cruento y doloroso martirologio que conmovió las cimientes mismas de la vivencia colonial por su desmesurada y criminal acción: el Dos de Agosto de 1810.

La detallada obra “Controversia Histórica” por don Camilo Destruge describe otras y variadas causas sin mencionar el origen jurídico para pretender obrar según intereses localistas, esto es, según la tradicional legislación del siglo XIII, Libro de Leyes (soberano, nobleza y pueblo) promulgada por Alfonso X El Sabio y actualizada durante el siglo XVII, en este caso, los miembros de la élite quiteña fundamentándose en el ejercicio de ese derecho legítimo a elegir a sus representantes producido el vacío del ejercicio del Poder, éste regresaba al pueblo (Pufendort ). Referencia histórica no mencionada por la mayoría de nuestros investigadores y de gran injerencia en el desenvolvimiento jurídico-social de esa época.

Antecedentes para que los patriotas se declararan en lealdad autónoma ante la ausencia de Fernando VII permitiendo y fijando aspectos importantes conforme reza la Declaración del Diez de Agosto de 1809: 

    1. El encabezamiento del acta fue cesar a las autoridades españolas locales;
    2. Adquirir autonomía con reconocimiento a Fernando VII como soberano;  
    3. Darle la posibilidad de venir a “imperar” mientras recuperera el trono español;
    4. Readquirir el control sobre la Audiencia mediante el ejercicio de la voluntad del pueblo a través de sus representantes en aplicación a las leyes vigentes de la época;
    5. Evitar la pérdida de importancia de la Audiencia de Quito.
    6. La Junta Soberana y demás funcionarios debían jurar, solemnemente, obediencia y fidelidad al Rey;
    7. La Junta se comprometía a sostener la pureza de la Religión, los derechos del Rey y de la Patria.

La evolución del pensamiento político-jurídico dictado, especialmente, en las universidades del entorno español, permitió el surgimiento de esclarecidos personajes unido a los ideales de la Ilustración, definiendo planteamientos que pretendieron acabar con el despotismo español, siendo el caso más emblemático entre nosotros, don Eugenio Espejo y Santa Cruz, cuya primera manifestación ocurrió en Bogotá en 1789 proponiendo sutilmente un gobierno autónomo para la región, aunque manteniendo fidelidad a Carlos IV. En 1791 fundó la “Sociedad Patriótica de Amigos del País de Quito”, semillero de importantes innovaciones libertarias continentales. 

Siguió la senda quiteña de tal planteamiento tres años posteriores, el arequipeño sacerdote Juan Pablo Viscardo y Guzmán, autor de la “Carta a los españoles americanos” (Francia, 1792) donde proyectó, incluso, con términos más directos la independencia natural. Luego, por tercera ocasión, ocho años ulteriores a lo manifestado por Espejo, se pronunció el Precursor Francisco de Miranda (Acta de París, 2-XII-1797), en cuyo artículo 1 constaba:unánimemente las Colonias Hispano-Americanas proclaman su independencia y asientan su libertad sobre bases inquebrantables…” 

Don Eugenio Espejo y el sacerdote Viscardo, tuvieron la visión de autoproclamarse libres y autónomos. En cambio, el general Miranda avanzó más al idear un gran imperio en los territorios coloniales, antecedentes posibles para que en Quito el 15 de febrero de 1812, el coronel Carlos Montúfar y Larrea impulsara la promulgación de la primera Constitución del Estado de Quito con preceptos monárquicos constitucionales, conforme lo estableció don Pío Jaramillo Alvarado en su obra “La Nación Quiteña. Biografía de una cultura”, pág. 38. 

El artículo 5 de dicho documento, ratificó la fidelidad a Fernando VII, reafirmando el camino fijado en la Declaración del Diez de Agosto de 1809; pero, también de esta forma, se dio origen al Derecho Constitucional en nuestro medio.

Sin embargo, hay un detalle importantísimo que, verdaderamente, permite relievar aún más este hecho histórico del proceso dirigido por el coronel Carlos Montúfar y Larrea: desconoció la autoridad del Consejo de Regencia, organismo detentador del ejercicio del Poder Español toda vez que Fernando VII permanecía destronado y encarcelado por Bonaparte, es decir, jurídicamente en este ocasión aplicando la legislación vigente, fijó y proclamó la independencia del Estado de Quito, hecho primerizo y heroico que aún no tiene la suficiente supremacía de reconocimiento por parte de los ecuatorianos.  

Igualmente, adiciono: “Quito, Luz de América” fue la denominación que fray Camilo Henríquez, siendo secretario del senado chileno, colocó una placa en 1812 con dicha frase como testimonio de haber vivido él mismo la experiencia de la matanza de nuestros mártires del Dos de Agosto de 1810. Además, fue autor de “La Camila”, cuyo argumento se basó en el sacrificio de los inmolados héroes. 

Entre otros investigadores: doctora Carmen Dueñas Santos de Anhalzer en “Marqueses, cacaoteros, y vecinos de Portoviejo”, don Claudio Mena Villamar en “El Quito Rebelde. Historia de Quito de 1809 a 1812”; don Jaime Ramírez Ordóñez en “Los orígenes de la revolución de Quito en 1809”, así lo sostienen en sus obras, no fue independencia sino autonomía. Confirmada por otros hechos: 1) la carta entregada por el doctor Antonio Ante al presidente de la Audiencia el mismo día, 10 de agosto de 1809; 2) el complot del 25 de diciembre de 1808 instigado en la reunión realizada en la hacienda del Marqués de Selva Alegre, de ser autónomos; y 3) la enseña de los ejércitos españoles utilizada por los patriotas quiteños como bandera. 

Motivo o justificación para que la verdadera Historia Nacional sea revisada y reescrita (Don Guillermo Arosemena A.) a fin de empoderarnos más del sacrificio de nuestros insignes héroes y mártires que pretendieron forjar mejor futuro para la entonces territorialidad de la Real Audiencia de Quito, tomando en cuenta que la mencionada Declaración del Diez de Agosto de 1809 no fue constitución dado la carencia de elementos fundamentales para denominarla de esa forma, tanto en lo dogmático como en lo estructural y pudiese regir los destinos de un estado soberano.

La Verdad Histórica debe engrandecer los actos o hechos de nuestros héroes y mártires sin que alguna rectificación o revisión pueda disminuir su grandeza, para el caso, Quito recogió la tradicional inconformidad originada desde 1592 con la sublevación de las Alcabalas concretándose en dieciséis movimientos (13 en la Sierra, 3 en la Costa, no en Guayaquil) en la territorialidad de la Audiencia, es decir, los casi cuatro siglos que duró la dominación española. 

Este procedimiento debe ser, tiene que ser, motivo de diálogos no de denostaciones basadas en conocimientos nimios y personalistas, sin reflejos de autenticidad histórica, para aquel que tiene planteamientos diferentes con base a investigaciones pretendiendo corregir verdades a medias o mentiras totales. Así no llegamos a ninguna parte y seguiremos en el estado de “indolencia” que nos arrastran pocos para males de muchos. Mi exhortación aprovechando el momento histórico que recordamos y vivimos.

Nota 1: Se adjunta el ejemplar del acta del Diez de Agosto de 1809; y fragmento de la reseña y texto de la carta del doctor Antonio Ante, reproducido de la Biblioteca “Miguel de Cervantes”, de España.


anexo - acta de quito

anexo - carta de antonio ante

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