5 diciembre, 2024

Mi forma de querer

Amarte es una eclosión que calcina mis adentros.
Lo que llevo debe revelarse para darse por urgir.
Es un volcán de sensaciones que obnubila mis sentidos.
Un desasosiego que reclama el sometimiento de tu entrega.
Profeso por ti un sentimiento salvaje; brutal, apasionado.

Una conmoción iniciada por su propia intensidad.
Es el agregado de un total; una turbación que convulsiona.
Mi amor es mucho más que mi razón.
Un propósito mayor que la fundamentación de mí vivir.
Es el sin sentido del sentir que me grita por salir.

Me es tan necesario como el aire para respirar.
Es un desenfreno que se calma cuando calmas mí pasión.
Una hoguera que se abrasa con un fuego inextinguible.
Un inconsciente dominando mi conciencia.
Es el amarte de una entrega sin frontera.

Mis sentires se cunden con vigores de furor insospechable.
Todos mis ardores perseveran para seducir tu vientre.
Termino en paroxismos derramados que no pueden ser calmos.
Mi sentir es el complemento de un completo.
Un frenesí que sobrepasa los sin controles del querer.

No concibo mis estremecimientos sin sus prisas para ti.
Vivo el frenesí que me da mí identidad.
Albergo sensaciones que confluyen a romper silencios.
Necesito poseerte para hurgar en tus olores.
Te veo con los ojos del sentir; del percibir.

Debo saciar en tus entrañas la desesperación de mi salvaje instinto.
Tengo que fraguarme con tu cuerpo en una música sin tiempo.
Traigo urgencias que se hierven de impaciencias.
Mi sentir está preñado de una irrealidad sin calendario.
Mi amor se hospeda donde el arrebato es más importante que vivir.

Ardo en una brasa que se combustiona para ti.
Solo respiro mi respiro si respiro tú respiro.
Voy loando con el canto de un eco enmudecido.
Soy un dar y provocar; un proceder y suceder.
Te deseo con el hambre del tener; del pretender.

Soy un ruido amordazado que pregona los susurros quedos.
Sobrevivo en la excitación de mis ansias por cumplir.
Te grito desde los silencios más ruidosos.
Mí frenesí es incontrolable; inagotable, inenarrable.
Es la sinrazón de los te quiero que no te puedo decir.

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Si tan solo volviera quince minutos…

Desde que era chico mi papá me decía que estas fiestas no le gustaban porque lo ponían melancólico. Yo no lo entendía porque siendo niño, era beneficiario de los regalos que le pedía. Sin embargo y desde hace muchos años le doy la razón, ya que con el tiempo he llegado a ser como él.

Muchos dirán que estas fiestas son bonitas porque son familiares o porque se recuerda el nacimiento del niño Jesús. Yo creo que las misma son buenas para los que tienen dinero y malas para los que carecen de él. Para los pudientes, estas navidades son sinónimo de juguetes caros, regalos costosos, celebraciones con comidas exóticas y licores finos. Sin embargo, en los barrios marginales se la vive con agua caliente endulzada por azúcar o canela y un pan.

Estos contrastes marcan la injusticia social de una sociedad que nos divide, a fuerza de obligarnos a festejar un acontecimiento cuyo mayor beneficiario es el comercio. Todos los almacenes venden más y el aparato productivo hace que la economía se reactive. La gente saca dinero de donde sea y las tarjetas de crédito son infladas a más no poder. Es imposible decirle a un niño de clase media para arriba, que esta navidad se la va a celebrar solo acudiendo a misa para recordar el nacimiento del niño Jesús. No existe forma de explicarle a un menor de edad que no hay dinero para los regalos, ya que la propaganda y la publicidad es tan fuerte, que su mensaje real y subliminal es claro y contundente: si te quieren, te darán regalos y mientras más te quieran, deberán ser más caros.

Los insultos

Definitivamente estamos en un tiempo en el que las susceptibilidades hacen que las personas se sientan insultadas a veces sin que se les haya dicho nada que pueda ser considerado insulto, otras veces por interpretar en forma errada lo dicho sobre ellos.

Hay un decálogo sabio que recopilé hace un tiempo con el título “cómo evitar las riñas familiares”, que en uno de sus puntos dice: “¿Lo que te dijeron es verdad? Ponte furioso. Si no es verdad, considera que nunca fue dicho.” Esta es una verdad tan absurdamente simple que se cae por su peso. Sólo cuando te dicen algo cierto, te puedes sentir herido.

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