7 diciembre, 2024

Gratitud

Sin gratitud no hay sentimiento. Sin gratitud no hay continuidad. Sin gratitud no hay belleza. Sin gratitud no hay esperanzas. Sin gratitud no estoy aquí. Sin gratitud no hay olvido.

Sin gratitud no hay respeto. Es posible. Tengo que reconocerme grato, agradecido. Mi sentimiento de gratitud. Te beso y siento la gratitud de tus labios, ya se ha cumplido todo mi tiempo y no sé decir “gracias”.

Abrir mi corazón y sembrar gratitud.

Agradezco la flor y la parte inmóvil del reloj. Agradezco la espera cuando se va, cuando tarda en llegar, cuando no aparece porque se olvidó de mí.

Agradezco la música, la de arriba y la de abajo: la de los quintos infiernos.

Agradezco a la que me hizo sufrir. Sufrimiento: no estoy libre de ti.

Agradezco al sol de la mañana. El café hervido de Yesenea, su pelo suelto de telaraña, sus manos laboriosas que amasan mi furia y mi deseo de tener mil descendientes.

Agradezco al número siete porque es ley. Al nueve por el eneagrama. Al uno por la posibilidad. Al dos por la dualidad y al 79, número del oro.

¿Quién agradece? ¿Para qué? ¿Es verdadero?

Agradezco no decir lo que no debo. No escribir lo que no es mío. No desear lo que no veo. Agradezco sentir, sentirme, cada instante, cada momento. Sentir mi muerte cerca, que me mira y me da. La muerte es mi diablo.

Agradezco la fuerza cuando no es violencia. Agradezco la caída cuando me puedo levantar. La caída. Un día caí y me mantuve quietó. Sin gratitud no hay crecimiento. Agradezco la bondad. Mi bondad. La gentileza. Mi gentileza.

Observó el árbol que se seca. Agradezco no verme, ni verte seco y agobiado por la aridez.

Te digo y me digo: “Ya paso. Se lo llevo todo pero ya paso”. Vamos, protejámonos en la cueva”.  

Agradezco poder pagar el precio. La alegría de pagar; de alguna forma, manera, pero pagar. Quisiera nunca olvidarme de pagar. Agradezco la puñalada, al cuchillo de trece filos, a la cuchara con hueco y al timbre que toque para pedir perdón.

Agradezco las puertas y mi casa sin puertas, de ventanas abiertas bañadas de mirar el tiempo que pasa en la luz, en las sombras. El tiempo es un diablo plano.

Agradezco a la gente que va y viene, la que trae algo para regalar, que no anote la generosidad, que no es blanda ni dura. Que no te pide nada a cambio, gente sin importancia. Gente que da.

¿Dónde estás? Te imploro que me veas. “Una mirada tuya bastará para sanarme”. No tomes en cuenta mi soberbia. Consuela mi miedo a morir sin sentir la mirada de piedad sobre mí.

Vivir, agradezco vivir, estar vivo, mirar arriba y abajo cuando me llegue la hora.

Agradezco no seguir a nadie ni que me sigan. No adorar ni que me adoren. Soy de palo, de viento, de agua de laurel y de manos de polvo enterradas hasta en los desiertos: buscándote. Dentro, dentro de ti. Gratitud.

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