30 abril, 2024

¿Cuánto vale TU vida?

Sí, yo sé. Para ti tu vida no vale nada. Por eso cruzas la calle sin usar los pasos peatonales, por eso manejas a exceso de velocidad, por eso cruzas la vía sin mirar si viene algún vehículo, por eso zigzagueas en tu moto en medio del tráfico, por eso cruzas sin respetar los semáforos, por eso conduces con tragos, o drogas, etc., etc., etc.

Te pido que reflexiones un momento. Estoy de acuerdo contigo. Para ti, tu vida no vale nada, pero… ¿Habrá alguien a quien sí le importe tu vida? ¿Quizás a tus padres? ¿A tu esposa o a tus hijos? ¿A tus amigos? ¿No crees que para ellos sería mucho mejor verte llegar sano y salvo a tu hogar, que ir a buscar e identificarte en la morgue? Yo sé que es desagradable tener que respetar las leyes, tener que aceptar que te impongan un “no cruce”, o tener que renegar porque han puesto barandas para obligar a la gente a usar los pasos peatonales.

El respeto es la base de la vida en comunidad. Acepto que es desagradable no poder hacer todo lo que se desea, pero si todos nos respetamos unos a otros, si todos respetamos las leyes, ¡Qué fácil que sería el mundo si todos respetáramos las leyes y las señales!

Lo que más molesta al latinoamericano en general que empieza a respetar las leyes, es encontrarse con otros que no las respetan, por ejemplo, al lado de los que pitan desaforadamente, están los “hipnotizados del semáforo”, que están conversando o chateando por celular y recién después de unos ocho a diez segundos de que cambió a verde el semáforo, arrancan. El respeto obliga al que está conduciendo a estar atento al cambio de luces. Varios carros están detrás de él y si se queda chateando atrasa a los otros y no alcanzarán a cruzar. Esta pobre chica que se mató al meterse debajo de un bus, casi seguro estaba chateando, pues no llegó a frenar. Las autoridades vigilan por pocos días y los conductores, luego del período en que vigilan, vuelven a hacer lo mismo.

Pero volvamos al punto inicial. Una vida puede no valer nada para el que la tiene, pero para la familia, para su esposa, que se queda sola, con la carga de sus huérfanos, para los padres, para las personas que lo aman, esa vida es mucho más valiosa de lo que ellos mismos pueden imaginar. El egoísmo de pensar sólo en uno mismo, es lo que lleva al ser humano a no valorar su vida.

Esta vida, larga o corta es la única que tenemos. No vinimos al mundo a vegetar. Vinimos con un fin: demostrar que merecemos la vida eterna. Es nuestra responsabilidad cuidar nuestra vida. Somos nosotros los que debemos cuidarla, no las autoridades ni los que pasan al lado nuestro.

¡Reflexionemos! Si tuvimos la suerte de nacer en una familia buena o mala, tenemos nexos de familia y de amor, luego fuimos ampliando nuestro horizonte, conocimos amigos, creamos nuestra propia familia, nos unieron otros lazos. Esa gente que nos ama, nos considera necesarios para sus vidas. Para ellos nuestras vidas son muy valiosas. Nuestro respeto a ellos nos obliga a cuidar nuestras vidas.

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