21 enero, 2025

Vilna Ukraina

En tiempos pasados cuando había algún muerto como resultado de enfrentamientos de manifestantes con policías, los presidentes renunciaban. Ahora, parecería que falsos presidentes quisieran matar a todos los manifestantes y continuar en el poder. Pero la sangre del pueblo no debe ser el precio a pagar por errores políticos.

En Ucrania los enfrentamientos de un gran sector del pueblo con la policía continuaron por varios meses, sus ciudadanos habían sido advertidos no salir de sus casas, pero de diferentes partes del país estaban determinados a llegar a la Plaza de la Independencia en el centro de Kiev, conocida como Maidán. Los enfrentamientos se propagaron a otras ciudades y en Lviv y Lutsk, en Ucrania Occidental, los manifestantes se tomaron los edificios gubernamentales.

Se hablaba de una posible guerra civil, pero al ver las imágenes de franco tiradores disparando contra manifestantes, policías atacando a civiles y policías atacándose entre sí, se podía pensar que una guerra civil había empezado. El número de muertos creció rápidamente y muchos ciudadanos ucranianos se sintieron abandonados por la comunidad internacional, especialmente por la Unión Europea, que tardaron en condenar los actos de violencia y la represión brutal que estaban sufriendo por parte de su gobierno.

Mientras ciudadanos ucranianos denunciaban que el Gobierno liberaba delincuentes de las cárceles para aterrorizarlos, el Gobierno tildaba a los manifestantes de terroristas, extremistas, que querían dar un golpe de Estado, aunque en palabras de William Hague, Ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido, no era correcto llamar terroristas o extremistas a los manifestantes, muchos de los cuales lo único que deseaban era una vida democrática y mejor para su país.

Cifras oficiales contabilizaron 80 muertos, manifestantes en su mayoría. Sin embargo extraoficialmente se indicó que había más de 100 muertos y muchos desaparecidos.

Finalmente, la Unión Europea anunció sanciones tales como negar visas y congelar cuentas de las autoridades que tenían sus “manos manchadas de sangre”. La familia de Yanukóvich y otros oligarcas huían del país en búsqueda de algún lugar más seguro, mientras él aceptaba un acuerdo con ministros de Relaciones Exteriores de varios países de la Unión Europea. Pero Yanukóvich había perdido toda credibilidad con los manifestantes que lo veían como corrupto y exigían su salida inmediata.

Aunque tarde, para los caídos y los heridos en las confrontaciones en Ucrania y sus familiares, la intervención de la Unión Europea y sus sanciones (sobre todo las económicas, que golpearían directamente donde más duele a los patrocinadores de Yanukóvich: en el bolsillo), fue crucial para lograr el fin de las hostilidades con un acuerdo mediante el cual Ucrania tendrá elecciones anticipadas, durante este año 2014; el regreso a la Constitución de 2004, adoptada luego de la Revolución Naranja y cambiada posteriormente por Yanukóvich para tener un sistema “presidencialista” en lugar del sistema parlamentario que regía desde el 2004; y la conformación de un Gobierno de Unidad Nacional.

Pero lo más importante fue el papel heroico de los ciudadanos ucranianos que no aceptaron un sistema antidemocrático y autoritario, junto con su determinación de no volver al sistema del pasado, vivido durante la larga época de la Unión Soviética, que para muchos todavía está fresco en la memoria.

Felicitaciones al pueblo ucraniano que una vez más ha demostrado su valentía y su honor, que sirven de ejemplo para todo el mundo. Han enviado un fortísimo mensaje a los amantes de la democracia sobre lo que un pueblo puede lograr y al mismo tiempo a los amantes del autoritarismo, que sus excesos no serán tolerados. Mis oraciones van por los caídos en Ucrania y sus familiares, por los heridos para que tenga una pronta recuperación y, siempre, por una Ucrania libre.

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Inversiones para el desarrollo de los pueblos

“Donde no hay ninguna visión, los pueblos perecen.” –, XXIX, 18–

Recordemos que las inversiones en los sectores de infraestructura (cuando son eficaces y eficientes) para el transporte de bienes y de personas son multiplicativas, es decir que luego el retorno de esa inversión se ve en dinero para el inversionista, en productos más económicos para todos los ciudadanos y en mayor trabajo y por ende menos pobreza; y deben ser compartidas entre el sector público y el privado y apoyadas por las universidades. Esto está pasando en Sudamérica en este momento.

Perú va a invertir $2,670 millones en proyectos de infraestructura vial, entre estos la modernización del tren eléctrico de Lima. El año anterior fue $1,850 millones. Colombia invertirá en el 2011 en proyectos de infraestructura $934 millones. Mucho de esto se va para el transporte público. Ciudad de México va a extender su Metrovía a un costo de $840 millones. Chile en la suya va a invertir $628 millones. Y Argentina lo propio con una inversión para la Metrovía de $444 millones. En Ecuador, en cambio, seguimos esperando el tren, que es tan necesario para nuestro desarrollo económico.

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