14 noviembre, 2024

El racismo…

La raza de un individuo se determina por las condiciones biológicas, sicológicas y sociales.

En lo biológico se encuentran las características físicas como la cantidad de melanina, es decir el color de la piel, el sustrato hormonal, la contextura física y las condiciones específicas que dan la connotación particular que caracteriza a cada raza.

Hay negros, blancos, amarillos, indios, cholos, mestizos, etc.

Lo psicológico implica la forma de pensar, actuar y las costumbres.

En lo social se toma en cuenta la forma de organización establecida para convivir de acuerdo a sus costumbres, religiones y creencias.

La forma de vivir y creer en dios de los negros africanos, es diferente a la forma de vivir y creer en dios de los indígenas Amazónicos.

Son razas diferentes; con creencias diferentes.

Nelson Mandela fue víctima del racismo en su más alto grado de expresión. Fue encarcelado por veinte y siete años por tener un exceso de un pigmento llamado melanina bajo su piel. Fue marginado por su forma de pensar; fue confinado a subsistir como prisionero por mantener sus creencias.

El país de Mandela estaba dividido en dos clases sociales bien definidas. Eras negro y odiado o eras blanco y odiabas. El gobierno era represivo, autoritario y se imponía a base del miedo. La población no podía manifestarse porque era reprimida, aprisionada o aniquilada por un sistema policial, que era el brazo ejecutor de una muerte segura para quienes se opusieran al sistema.

El gobierno tiránico y castigador, controlaba todo a base de amenazas, miedo y la fuerza.

Bajo la repetición de su constante publicidad amenazaba la vida de los habitantes, para decirles como pensar, de qué manera actuar y cómo debían vivir. Se satanizaba a quienes no pensaran como quienes gobernaban. Ser de la oposición era considerado un crimen de estado y se pretendía que la raza dominante que gobernaba, oprima a la dominada de la oposición.

El racismo expresado solapadamente como esclavitud sicológica; era permitido. Los dominados no podían expresar sus ideas ya que no había libertad de pensamiento. Quienes tenían la osadía de decir públicamente lo que creían, eran confinados a una cárcel o sepultados en las fosas comunes de los cementerios.

El totalitarismo controlaba todo. El ejecutivo era dueño del poder legislativo y del judicial. Las leyes se hacían para mantener en el poder a quienes gobernaban y la justicia pertenecía a quienes ejercían ese poder.

Tenían una falsa democracia. Solo podían ser libres los que estaban con el régimen.

Estas gárgolas carroñeras de los cadáveres patrios, solo medraban de la corrupción y lo hacían con la mañosería satánica que les otorgaba el abuso del poder.

Los líderes de la oposición eran confinados por sus ideales. La silente complicidad de la sociedad convertía a los ciudadanos en una horda de sumisos esclavos que acataban de rodillas las imposiciones de la despótica maquinaria estatal.

La prensa estaba controlada. No había libertad de expresión; no se podía protestar contra el régimen. Aquél que pretendiera hacerlo, era un enemigo opositor que debía ser silenciado o eliminado.

Ahora padecemos un racismo expresado de maneras diferentes. Los que no piensan como aquellos que gobiernan, son una amenaza para el orden establecido. Ser opositor convierte a cualquiera en un ser odiado que debe ser marginado. Pensar de otra manera y peor si esta forma pudiera contagiar a otros para que piensen lo mismo, es un delito contra la patria que se debe eliminar.

Se lo hace mediante la judicialización. Con el inicio de un juicio sustentado en las nuevas leyes creadas para mantener en el poder a quienes lo ostentan; se los elimina.

La única verdad que puede difundirse es la difundida por quienes gobiernan. Día y noche por los medios controlados de comunicación, solo se oye el pensamiento de los que tienen el control.

Cualquier otra forma de pensar que se opusiera a esa única verdad, debe ser impedida.

Si no eres de los que dominan; eres un dominado.

Si no eres del partido, perteneces al pasado y no tienes derecho a expresar tus opiniones.

Si no eres de ellos, estás contra ellos.

Este racismo intelectual se camufla bajo el pretexto de la revolución. O perteneces al pasado y has perdido tus prebendas o sumisamente te alineas al nuevo orden para disfrutar los beneficios que la sumisión regala. El racismo económico es otra realidad.

Ser rico es un delito; ser pobre una ventaja. A los ricos hay que quitarles; a los pobres hay que darles. A los ricos hay que repletarlos de impuestos; a los pobres hay que darles más bonos. Hay que quitarles el dinero a los ricos. Pero si estás con quienes gobiernan; puedes ser un nuevo rico. Ahora los buenos ricos son los nuevos ricos.

Cuanta gente que no tenía ni en que caerse muerta, ahora son acaudalados magnates. Haber trabajado para tener comodidades es un crimen. Todo opositor debe ser eliminado. Eres del gobierno y odias o eres de la oposición y odiado.

Todo opositor debe ser eliminado. Todo medio de comunicación que dé cabida a quien se oponga; debe ser clausurado. Si eres de la oposición; no te entrevistan. El no ser un dócil borrego te convierte en una papa caliente que nadie quiere coger. Nadie te invita a un programa por el miedo a que su medio sea cerrado. Con el cuento de la corresponsabilidad compartida con el entrevistado, nadie recibe a un opositor que no tenga pelos en la lengua.

Hemos llegado a tantas formas de racismo, que hasta vivimos el racismo homosexual. Si eres homosexual perteneces a una clase privilegiada. Si entras a un concurso público, por ser gay tienes mayor puntaje que si no lo eres.

Este racismo sexual divide a los concursantes entre los que tienen prebendas por ser gay y quienes no las tienen, por no serlo. Si en un concurso público hay un empate entre un gay y un no gay, ganará el gay porque tendrá mayor puntaje por ser homosexual.

Vivimos un racismo disfrazado de muchas maneras. Nuestra raza mestiza está perdiendo su mayor patrimonio. Están ganando quienes nos dominan y en algún momento los dominados perderán su libertad.

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