28 abril, 2024

Adicción y homosexualidad

El motivo por el que se ha intentado conminar a dejar la homosexualidad por medio de encerramientos y torturas, creo que ha sido por la aberración mental de ciertos individuos que piensan que esa es la forma de corregir defectos mentales. Así mismo se trataba hace más de cincuenta años al ocioso, al descuidado, al díscolo, etc. A Dios gracias, esa época de obscurantismo ya pasó. Sólo vemos sus rezagos.

Leyendo la nota de un diario sobre las declaraciones de Ángel Llorent, él indica que por más de 10 años lo trataron con medicamentos para “curar” su homosexualidad y fallaron. Creo que el problema va mucho más allá de la medicación, pues el problema encaja más dentro de la lógica y la moral.

Recordemos que moral es sinónimo de costumbre. Para los caníbales, comer humanos es bueno. Para nosotros es una aberración. Durante siglos se consideró que la homosexualidad era una depravación de la costumbre sexual, pues Dios nos creó hombre y mujer y puso el sexo no como diversión, sino como forma de preservar la raza humana, o al menos esta fue la moral o la costumbre establecida de antaño. Para ese entonces, la moral indicaba que el sexo entre personas del mismo sexo era una aberración a los ojos de Dios y del mundo. La normalidad o anormalidad de la relación homosexual está dada entonces por el convencimiento personal individual, de que eso es normal o anormal.

Comparémoslo con las adicciones: Si yo creo que las drogas no van a dañar mi organismo y me gusta su efecto, voy a usarlas. Si pienso que destruyen mi mente y deseo preservarla, voy a evitarlas, a menos que ya esté enviciado y no tenga control sobre mí mismo.

Pongamos otro ejemplo más: Soy un adicto sexual. Adoro el sexo y busco tenerlo con la mujer que pasa a mi lado. Ese es mi deseo, pero yo tengo una mente y una capacidad de dominio sobre mí mismo que no puedo ni debo perder. Si por algún motivo la pierdo, paso a ser un delincuente, un violador, e iré a la cárcel por mi delito. Me encantan las joyas, las cadenas. Eso no me da derecho a que si veo una cadena preciosa en exhibición, me pueda apropiar de ella. Es decir, no por la ley, sino interiormente, dentro de mí mismo, tengo un órgano regulador que me impide actuar en contra de las normas morales establecidas, que considero como las reglas de respeto a mí mismo y hacia los demás, reglas que permiten la vida en sociedad y que aseguran que no nos comamos unos a otros.

En los inicios de los ochenta, la homosexualidad era tan promiscua, que
se conoció, en los inicios de la epidemia de SIDA, a ésta, como enfermedad de homosexuales. Esto es probablemente lo que llevó a la monogamia homosexual y al reclamo de estos grupos por igualdad en los momentos actuales.

El dominio de uno mismo es la base del control del ser humano. Yo no hago lo que quiero, yo hago lo que debo. Dejarse dominar por los vicios, por las propias debilidades, es propio de los pusilánimes y débiles mentales, de las personas que vegetan y no de las personas que piensan para actuar. Entre los homosexuales hay gente valiosa, para quienes, en su forma de ver las cosas, la homosexualidad es una forma de vida normal, y que tienen el carácter y el dominio para no caer en otros vicios.

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  1. La homosexualidad es tan antigua, como el mundo mismo, si vemos los pasajes de la BIBLIA de la destrucción de Sodoma y Gomorra justamente por estas aberraciones y hoy con una nueva era tratamos de comprender y entender al hombre en su naturaleza. La discusión esta para rato.

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