28 abril, 2024

El indeseable

Kim Jong-un representa la antítesis de lo que los seres de bien aspiramos de un dirigente
de masas. Producto de un régimen que se autoproclama como uno de los mejores
sistemas del mundo en protección de los derechos de sus ciudadanos, mientras el pueblo
se muere de hambre y desconoce todo tipo de libertades y derechos que se garantizan, en
menor o mayor grado, en la mayoría de democracias de alrededor del mundo.

Este dirigente, elevado a la posición de dios viviente por herencia directa dentro de la
estructura de un régimen profundamente inhumano y antinatural para las realidades del
siglo XXI, y que es intensamente venerado por un pueblo aislado, famélico e ignorante de
las realidades que existen fuera de sus fronteras, ha tomado dimensiones que lo acercan
más a comportarse como el cancerbero del infierno, que como el líder de un país con
honorables credenciales en el campo de la defensa y protección de los derechos humanos
de sus conciudadanos, como alega su propia defensa.

Kim Jong-un, con su virulento discurso no solamente amenaza a su vecino y hermano
enemigo Corea del Sur y a su aliado Estados Unidos, también pretende intimidar y
chantajear a la raza humana, a todas las culturas amantes de la paz en el mundo, a la
organización del sistema internacional de comunidades, y al mismo sentido común.
Pretende encender el fuego del pánico fuera de sus fronteras, que es la fórmula con la que
su dinastía ha subordinado exitosamente al pueblo norcoreano.

El imberbe líder, seguramente uno de los pocos regordetes en un país que lenta y
cruelmente muere de hambre, considera que con su bravata diabólica el mundo se pondrá
a sus píes y accederá a sus inaceptables pretensiones. Corea del Norte durante años ha
intercambiado ayuda económica para alimentos con la promesa de reducir su desarrollo
bélico nuclear. Promesas que descaradamente ha incumplido, y que le han costado
sanciones por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, incluyendo el
voto de su tradicional aliada China.

El aprendiz de líder con capacidad nuclear, que considera que la expansión atómica con
fines bélicos es su única tarjeta de presentación ante quien sabe que clase de dioses adore
(más allá de su padre y abuelo), claramente merece ser tomado en serio por la comunidad
internacional. Mientras que ejercicios militares conjuntos entre Estados Unidos y Corea
del Sur pueden ser considerados como tácticamente correctos, podrían convertirse
en estratégicamente fatales para la paz mundial; siendo esta realidad un problema
alarmantemente serio para la comunidad internacional. Comunidad, que se ha visto en la
práctica, incapaz de entablar compromisos directos con Corea del Norte, especialmente
luego de la realización de pruebas con mísiles balísticos y de índole nuclear, que le ha
merecido al país de Kim Jong-un severas sanciones internacionales. Sanciones que han
enfurecido al dictador y que han generado su arremetida verbal contra la paz mundial.

Corea del Norte y su sistema político, se convierte en la prueba que perfecciona la tesis
de política internacional que asegura que las democracias no solamente son el mejor
sistema de autogobierno, si no que son una gran garantía para la paz internaciones. Los
dictadores, como nos prueba Kim Jong-un, con algo de poder, fácilmente tienden a
convertirse en indeseables.

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No hay comentarios

  1. Los pueblos civilizados no pueden tomar la misma actitud de este monstruo peligroso, pero los países poderosos deben de tomar como Ud. dice, muy en serio este asunto y frenar a raya sus bravuconadas propias de un inmaduro arrogante.

  2. Un articulo corto pero con un contenido muy profundo,capaz de entender en todos sus aspectos,que nos pone a pensar y meditar.

  3. Uno de los graves problemas que enfrenta precisamente la ONU, se debe a que en el «club» de paises lo unico que necesitas es tener control formal del territorio nacional y el metodo en como se obtiene o mantiene, nadie pregunta ni le importa.

  4. Brillante su artículo Sr. Dominguez. Muy bien enfocado y bien explicado.
    Todos los dictadores son malos. A fuerza de ser adulados, pierden el sentido de las proporciones y el sentido de las realidades. El caso ese regordete y feo norcoreano es el ejemplo más patético de todos. A sabiendas que nosotros también tenemos en nuestro país y en nuestra América latina, una buena dosis de orates que se creen grandiosos y excepcionales.

    La verdad es que ese tirano no merece ni siquiera que se escriba un par de líneas sobre su pobre humanidad. Es un pobre diablo que con pataletas infantiles trata de llamar la atención.

    Francamente no hay que tomarlo en cuenta. Hay que relegarlo a su insignificancia. Podrá tener unas cuantas bombas nucleares, pero no pienso que sepa usarlas. Tampoco dispone de misiles intercontinentales como se la pasa cacareando, pues hasta ahora no hay ni un solo indicio de que haya experimentado algún tiro de ensayo. Ni posee el armamento moderno que dice tener, pues se sabe que tiene unos cuantos fierros viejos de los años cincuenta. Lo que ese esperpento sí tiene es puro buche y pluma.
    Un par de bombazos no le caerían mal, para callarlo para siempre a él y a sus monigotes. Ya bastante mal han causado. Hay que vitrificarlo y punto. Con los extremistas no se parlamenta.

  5. Considero que al actual dictador de Norcorea, le falta madurez politica e intelectual. Muy bién podria utilizar todos esos dineros que usa en la carrera armamentista para dar progreso a su pueblo subyugado y temeroso de levantarse contra su gobierno por temor a ser asesinado.
    Un saludo de un lector interesado en estos temas.

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