23 abril, 2024

El laberinto de lo más popular y menos constituyente

La consulta popular (enmienda) y la asamblea constituyente (reforma) son instrumentos constitucionales a disposición del Presidente de la República, la Asamblea Nacional y la ciudadanía. Lenín Moreno es en la práctica un desmemoriado desertor de Alianza PAIS, con amplia aceptación a nivel nacional, pero sin gran autoridad ni poder de decisión dentro del movimiento o en las instituciones de control nombradas por Rafael Correa. Su aparente intento por romper los candados constitucionales, impuestos mientras ejercía la Vicepresidencia de la República, debe ser sujeto de calificación por una Corte Constitucional con demostradas afinidades correístas.

Los mandatos son efímeros y Moreno no será la excepción de la regla, más aún dentro de una estructura seudo constitucional confeccionada, no precisamente para precautelar derechos ciudadanos, sino para proteger la agenda de Correa. La sociedad clama por institucionalizar un Estado de derecho, más no que Moreno, vía consulta, intente controlar el país a su discreción produciendo una versión dictablanda dialogadora en contrapunto con la dictadura combativa de Correa. Más de lo mismo, pero con otra óptica, no cambiará la senda de malos resultados. El país busca prosperidad y no le interesa quién se la dé. Los tiempos están apretados y la coyuntura no favorece otras aventuras, más aún cuando una reestructuración económica, o peor aún su ausencia, no es la mejor aliada del Gobierno. La respuesta a la constitucionalidad está en la actitud y la prestancia. ¿Las tiene Moreno?

 

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La condición de ser humano es una calidad que brinda reconocer iguales derechos para todos, y dicha igualdad ofrece a cada persona la obligación de ejercer y disfrutar todas esas potestades que existen desde el origen de la existencia, con equidad, sin condiciones ni prejuicios a un individuo o grupos de individuos. Cada sujeto es diferente de otro, en diversas realidades, único e irrepetible, pero existe una esencia que nos une en esta tierra y es el hecho de “ser humano”.

Los seres humanos tenemos una capacidad en común, y es la capacidad de amar. Dicho sentimiento es libre de ser compartido con las personas que consideremos merecedoras de aquel, o también simplemente el amor puede surgir inconscientemente con ese prójimo el cual activó aquella emoción única y excepcional. Gracias a esta virtud surge el matrimonio, un acto simbólico en donde decidimos formalmente prometer compartir nuestra vida hasta siempre con esa persona especial. Todos necesitan ser amados, contraer matrimonio es una decisión libre la cual es un derecho puesto para la humanidad entera, sin restricciones, sin límites, un derecho para cada hombre y para cada mujer. Y esta libertad está siendo enclaustrada en nuestro país, por los ecuatorianos.

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