La displicencia

Vivimos un clima de abuso y temor. En cualquier noticia respecto al gobierno o quién lo preside, recibimos una andanada de prepotencia y abuso de poder. Vemos esto como un hecho común y la indolencia es nuestra respuesta frente a esta opresión.
Nos hemos convertido en oprimidos cuya displicencia es la no respuesta a este anti fenómeno gubernamental y no reaccionamos frente a la injuria proveniente del poder.

Yo soy la prueba de este abuso. En la actualidad tengo en mí contra setenta y cuatro juicios que han sido instaurados en este periodo de gobierno.Cuatrocientos cincuenta y siete millones de dólares es el monto de mis demandas.

Recuerdo con sonrisa cuando la gente y la opinión internacional se escandalizaban por que diario el universo que es una empresa grande y muy sólida, podría quebrar si tuviera que pagar los cuarenta millones de dólares por la demanda de Correa.

Me da risa, porque yo no soy dueño de una empresa grande ni sólida.

Vivo del ejercicio libre de mi profesión. Soy el único empleado que tengo y si yo me enfermo o no asisto a mi oficina no produzco dinero para subsistir. Tengo dos indagaciones fiscales en mi contra, tres investigaciones por complot, atentado y terrorismo, el SRI que me sigue, el IEES me enjuicia, tengo amenazas de muerte, agresiones físicas, expedientes del ministerio del interior, Personal de vigilancia e inteligencia que me siguen, teléfonos intervenidos, insultos sabatinos etc. Etc.

Su majestad es mi mayor prueba de honestidad. El es quien me avala en la vida correcta que llevo.

Si tuviera algo turbio, por muy pequeñito que esto sea, ya lo habría hecho público y por supuesto sobredimensionado.

Su silencio e incapacidad para dañarme es el mayor certificado de mi honestidad.

Si yo perdiera mis setenta y cuatro juicios, debería de pagar el equivalente al sueldo del presidente por espacio de dos mil veinte y siete años.

Es decir, que todo lo que produzca con mi trabajo por los próximos dos siglos deberré destinarlo para contribuir a la estabilidad económica lograda por su majestad con el abuso de su poder.

Soy el único ciudadano en el mundo demandado por su mandatario y tengo el record mundial del libro de Güines por poseer setenta y cuatro procesos judiciales por pensar diferente al prepotente.

Yo con esto ni me quejo ni hago la bulla que debiera hacer. He comprendido en estos cuatro años de lucha, que se lucha solo. Todos me dicen que pelee, que le saque el aire a quien nos tiraniza; pero nadie me dice que me acompaña a sacarle el aire a quien lo hace.
He tenido amigos que de palabra matan por mí, pero a la hora de buscar su ayuda se excusan y Se alejan.

Incluso hay muchos que hasta se disgustan porque lucho y creen que debería de dejar de hacerlo porque no les conviene a sus intereses.
también hay gente que me dice que debo estar loco o que vivo angustiado, al extremo del suicidio por lo que tengo en mi contra.

Yo me rio de todo esto. Dios me ha dado de una capacidad increíble para sonreírme de las cosas malas que me da la vida.

Aunque les parezca increíble lo que les voy a decir, nada de lo que me pasa me quita el sueño y mucho menos me amarga la vida. Yo tomo las cosas de quién vienen. Mientras dios está conmigo nada me pasará. Nadie me ganará mientras yo tenga la razón y el otro la fuerza.

Por imposible que parezca ganaré. Así debió pensar David antes de luchar contra Goliat. Solo que en mi caso no estoy luchando contra Goliat, sino contra un miedoso que se escuda en la fuerza que le da el poder y los que lo rodean.

No es cuestión de optimismo, es cuestión de razón y convicción. No nací para agacharle la cabeza a nadie. Todavía no ha nacido el abusivo que me ponga de rodillas.

Prefiero pudrirme en una cárcel o cambiar de domicilio a un cementerio, antes que con mi silencio cómplice permitir que aquello que me han hecho se lo hagan a otro también.

A veces cuando voy al estadio oigo que les gritan a los jugadores que son displicentes.

El otro equipo los ataca, les quita la bola y abusa de ellos. Sin embargo los jugadores no reaccionan y lo único que hacen es esperar con indolencia a ver si se da el milagro de qué el otro equipo falle para ver si con eso no los insultan.

Esa misma displicencia se ha apoderado de nuestra sociedad. Vemos como el abuso y la prepotencia daña a otros y creemos que mientras no nos toque a nosotros, debemos actuar con displicencia para esperar el milagro de que alguien enfrente al prepotente y le gane, para poder libramos todos.

Esa indolencia civil es el resultado del abuso del poder y el miedo que el mismo ha generado en la gente.
Todos cuidan lo suyo y mientras no les pase nada, poco o nada les importa lo que le pase a los demás.

En mi caso las cosas son diferentes. Vivo y muero por lo que pienso. Mis convicciones son más fuertes que mis conveniencias.

Habrá gente que entienda mi lucha y la comparta, pero estoy seguro que la mayoría la desconoce e incluso la critica.

Gracias a dios la única opinión que me importa es la de mi conciencia. Mi fuerza interior es lograda del amor; nada me doblega, nada me derrota. Mientras dios esté conmigo y tenga el amor de los que amo, nada malo me podrá pasar.

Las locuras que hoy tengo en mí contra, algún día serán anécdotas que contaré riéndome a los que hoy tuvieron el miedo y la displicencia que les impidió luchar.