28 abril, 2024

Silencio cómplice

Cada vez son menos los que se atreven a denunciar los hechos de corrupción, enriquecimiento ilícito, robo, sicariato o simple agresión. El silencio que genera el miedo es cada vez más usual. Existe el temor a la represalia. Desde las altas esferas del gobierno emana un tufo de antipatía que fomenta las diferencias sociales convirtiéndose en el caldo de cultivo para que se generen dichos actos.

Nadie denuncia la descomposición en funcionarios públicos de alto nivel. Desde la oposición se comenta la compra de grandes propiedades, costosos vehículos, yates, etc; pero nada más, solo comentarios. Los jueces dictan sentencias de acuerdo al monto solicitado. Los sicarios actúan a vista y paciencia de todo el mundo y los narcos hacen de las suyas ante la miseria existente.

ANÉCDOTA:

Un profesor ” entró en la clase y lo primero que hizo fue preguntarle el nombre a un alumno sentado en la primera fila:

-¿Cómo te llamas?

– Me llamo Juan,

– ¡Vete de mi clase y no quiero que vuelvas nunca más!,
desconcertado recogió sus cosas y salió de la clase. Todos estábamos indignados, pero nadie dijo nada.

Preguntó ¿Para qué sirven las leyes?…

“Para que haya un orden en nuestra sociedad”. Contestó uno

“¡No!” – Respondió el profesor.

-“Para que la gente mala pague por sus actos”.

-“¡¡No!! ¿Pero es que nadie sabrá responder?”…

-“Para que haya justicia” – dijo tímidamente una chica.

-“¡Por fin! Eso es… para que haya justicia. Y ahora ¿Para qué sirve
la justicia?”

– “Para salvaguardar los derechos humanos”

– “Bien, ¿Qué más?”.

– “Para premiar a quien hace el bien.”

– Ok, no está mal; pero… respondan: ¿Actué
correctamente al expulsar de la clase a Juan?…

Todos se quedaron callados.

– Quiero una respuesta decidida y unánime.

– ¡¡No!!- dijeron todos a la vez.

– ¿Podría decirse que cometí una injusticia?

– ¡Sí!

– Entonces… ¿Por qué nadie hizo nada al respecto? ¿Para qué queremos leyes y reglas si no disponemos de la valentía para llevarlas a la práctica? Cada uno de ustedes tiene la obligación de actuar cuando presencian una injusticia.

¡No vuelvan a quedarse callados nunca más!

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Es risible y a la vez molestoso, vivir en un mundo en el cual los responsables NUNCA tienen la culpa de lo que hacen, ya que siempre encontrarán o se inventarán a otro personaje, a quien podrán, “olímpicamente” echarle la culpa; lo hace todo el mundo, desde los más pequeños de la casa con sus historietas imaginativas y de lo más jocosas, hasta los mayorcitos de edad, que se han acostumbrado a no asumir sus responsabilidades incumplidas o mal realizadas, con la típicas excusas al puro estilo del “yo no fui” bucaramista.

Que más podríamos esperar de la ciudadanía, si el primer impulsor de esta vergonzosa manera de actuar es el propio presidente, quien no ha parado de culpar desde el día mismo de su posesión de todas las desgracias del país, a la partidocracia fracasada, a los pelucones socialcristianos, a los indios, a la izquierda infantil, a la extrema derecha, al neo liberalismo, a los gringos, a los colombianos, a los peruanos, al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial, a Febres Cordero y Nebot, a la prensa corrupta y a quien se le ocurra desprestigiar en sus exabruptos de verborrea sabatinos.

El Hurto

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  1. Resido en Tijuana, Baja California, México;y tal parece que lo mencionado en este artículo sucede en todos lados, o tal vez no en todos, solo donde no nos atrevemos a alzar la voz a nuestras autoridades cuando cometen un ilícito. Aquí en México nuestros jóvenes acaban de despertar o quizá ya estaban despiertos pero considerábamos que no les interesaba intervenir en política, pero vemos que no es así. Son nuestra gran esperanza en lograr todos juntos que no se lleve acabo la imposición de Enrique Peña Nieto como presidente de la republica, pues una 3ra. parte de los votos obtenidos por el fueron comprados o inducidos por diversas maneras, mediante efectivo, tarjetas de debito cargadas con diversas cantidades, tarjetas con dinero electrónico para compras en supermercado, etc. Esperamos con un rayo de esperanza que esa gran señora llamada DEMOCRACIA se asome a nuestro hogar que es México, y vea que la necesitamos muchísimo. Un saludo afectouso desde México

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