27 abril, 2024

¿Para qué educamos?

“Aunque la sociedad no lo mencione, el principal valor del conocimiento y de la educación es el de ayudarnos a comprender la importancia de disciplinar la mente y de comprometernos en acciones más sanas. El adecuado uso de la inteligencia y del conocimiento debe llevarnos a emprender los cambios internos necesarios para alentar la bondad”

… Dice el Dalai Lama, líder espiritual de los Tibetanos en el mundo cuando analiza las razones para que los procesos educativos no logren coherentemente “empatar” con las acciones que se emprenden para mejorarlos. La pregunta más importante sigue siendo… “¿para qué educamos?”

Ni idea… Si usted se lo pregunta a los grandes jerarcas ministeriales, las respuestas no pueden ser más confusas. Y es que no hay acuerdo, mientras tanto nos debatimos entre un plan decenal que arranca a medias, una capacitación de maestros fiscales manejada por la UNE, cifras en la medición internacional en las cuales el Ecuador sólo supera a Haití en cuanto a los indicadores utilizados y luchas fratricidas entre los entes gubernamentales y los municipios por la “paternidad” de tal o cual programa sin entender que los verdaderos perjudicados son los niños, niñas y jóvenes, es decir el Ecuador entero, de hoy y de mañana… ¿verdad?

¿Quién sale a las calles a protestar por mejorar la calidad de los procesos educativos de la cual hoy nos quejamos a propósito de las pruebas APRENDO, SER, o como se llamen?. Porque si algo sucede con las universidades de inmediato una huelga paraliza el país y todos ceden, pero… ¿quién defiende a los niños, niñas y jóvenes si aún quienes los “modelan”, “los educan” o como quieran llamarlo –padres y maestros- no entienden, no alcanzan a comprender lo que están haciendo y a lo que están exponiendo al país con su actitud de no decir nada y de permitir que la educación ecuatoriana sea tan penosamente reconocida en el exterior y en la percepción de quienes algo entendemos del tema internamente. Seguimos con las metodologías caducas y limitadas, con una formación de maestros y maestras desfasada, con autoridades escolares y colegiales que en su gran mayoría son escogidas por… “ser del partido” o por componendas y recomendaciones, con una inversión exigua destinada más por dadivosa entrega que por creencia concreta de ser lo conveniente para el país, con niños y jóvenes mal nutridos, con politiquería enquistada en un quehacer tan noble como el educativo y con una pasividad y quemeimportismo insultante de los actores de los procesos, llámense padres y maestros… ¿qué hacemos?

Sin querer ser pesimista puedo afirmar… ¡no hay futuro posible!, si las cosas continúan así. Para muchos… “la educación es lo más importante, es condición de la riqueza, debe mejorar, etc, etc”, en tiempo de elecciones, luego… ¿cuál es el mensaje?…. hay cosas más urgentes, el paro aquí o allá, el presupuesto, la pelea, la próxima elección o la permanencia en el puesto que obliga al funcionario público a veces a hipotecar su conciencia para… ¡sobrevivir!. ¿Para qué educamos?…. ¿para ser emprendedor?, ¿para ser buenos padres y madres de familia?, ¿para tener tecnología en nuestra producción industrial?, ¿para qué?, no hay una definición clara de quienes están llamados a dirigir la educación, a liderarnos y por tanto… ¡no hay futuro!

¡Definamos pues!. ¿Para qué educamos?

Sólo visualizando el horizonte se puede trabajar para lograr alcanzarlo, sólo planificando para el futuro nos garantizamos un proceso que nos sirva a todos, a todos los ecuatorianos, sólo siendo humildes en aceptar que estamos fallando pueden disculparse los desvaríos de quienes no nos están dando alternativas válidas hacia una educación de calidad y sólo aceptando la retroalimentación para mejorar se puede recuperar la confianza. Hasta tanto… ¿por qué no comenzamos especificando para qué educamos?, de lo contrario nada de lo que se haga tendrá sentido… ¿le parece?

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