24 abril, 2024

Socialismo y capitalismo

En estos tiempos de «lunes negros» y de vertiginosos sube-y-bajas (y más bajas que subes), se ha dicho y desdicho sobre cuál debe ser la intervención del Estado en el mercado, que si han colapsado el mercado y el capitalismo, que si la crisis bursátil es para el capitalismo lo que la caída del pretendido sistema comunista de Europa del este para el socialismo, etcétera…, me parece que se ha perdido la objetividad a favor de las percepciones ideológicas.

Es que no se pueden hacer comparaciones entre estos dos conceptos, ya que pertenecen a diferentes categorías: el socialismo es una ideología política y el capitalismo es un hecho histórico, incluso más que un «sistema económico».

Si bien es cierto que al capitalismo se lo definió en el siglo XVIII, su historia se remite no a fundamentos teóricos ni a filosofías que hayan pretendido que el capitalismo «sea» o «se difunda», y va más allá de los razonamientos economicistas y de las justificaciones que se pretenden dar en torno a la propiedad privada o los medios de producción, que son por demás reduccionistas e ideológicos, pues tiene sus orígenes en la necesidad del ser humano en organizar sus actividades comerciales en un momento preciso de la historia.

El capitalismo venía perfilándose no sólo por el interés y la capacidad del ser humano de hacer trueques e intercambios ―como explicara Adam Smith―, sino también por el crecimiento demográfico, el deseo del mismo ser humano por salir de sus fronteras y por adquirir bienes que no podría obtener si no fuera por una valoración subjetiva de los mismos. Mezclados estos factores dieron como resultado que los mercados se diversifiquen, el comercio se expanda y, poco a poco y por necesidad, se cree y se perfeccione un sistema que satisfaga las nuevas condiciones en las que se desenvolvía la humanidad.

El natural agotamiento del sistema feudal hizo que se vaya terminando de definir la estructura capitalista que, como había anotado atrás, tiene un campo de acción más allá de los conceptos ideológicos posteriores nacidos de la corriente economicista.

De todas formas, a pesar de que el capitalismo nació como una necesidad de la humanidad, su práctica y su aplicación no son el ideal para la buena convivencia social, y no porque «el capitalismo es malo» en sí ni porque «lo que pretende el capitalismo es la avaricia del ser humano», sino porque el ser humano no ha sabido darle a este mecanismo el uso adecuado.

Fue entonces, cuando el ser humano usó y abusó del sistema, las extremas desigualdades generadas y las injusticias cometidas hicieron que la inconformidad, natural también, de quienes resultaron víctimas de ese sistema se rebelaran, creando teorías que llevaran a dar una solución a los conflictos creados, y nacieron el ludismo, el sindicalismo, el socialismo, el comunismo, el anarquismo y el movimiento libertario, entre otras corrientes ideológicas que tenían como presupuesto teórico al mismo capitalismo.

Es por eso que no se puede asimilar la caída del pretendido sistema comunista con una supuesta caída del capitalismo, porque son categorías diferentes.

Lo que sí podemos decir que cayó, por más que se trate de apuntalarla, es una manera de manejar el mercado, una manera de vivir el capitalismo. Porque es por demás evidente que la avaricia del ser humano queda muy bien reflejada en el inicuo sistema bursátil y en las mañosas e ideológicas tretas de economistas y mercadoteístas que todavía creen que cambiando el nombre a la enfermedad desaparece el cáncer.

Es que el problema no está en que si somos capitalistas o socialistas, si creemos en el Estado o en el mercado (como si fuera de creer en ellos) o si todo debe ser privado o público. No. El problema está en el ser humano. Fue este el que hizo fracasar las ideas socialistas en los países del este europeo; fue el ser humano el que hizo que el mercado se convierta en el bosque de los lobos. Quienes comprendimos que no existe «la mano invisible» o «papá Estado» siempre esperamos que pase lo que pasó y sigue pasando con las bolsas de valores (de desvalores) y no nos admira que los megas «salvatajes» gringos o europeos no puedan resarcir a la sociedad el mal que le generaron la perfeccionada ambición de unos cuantos.

Es que no es el violín, sino que lo toca.

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No hay comentarios

  1. Hola Mauricio, me parece interesante tu punto de vista, sin embargo, no queda claro la razón por la cual el ser humano, hizo del socialismo una noche obscura para la sociedad.

    Estoy de acuerdo que la mano del hombre, perdón su ambición, hizo del capitalismo una herramienta de muchas veces de explotación. No obstante hay que profundizar en la realidad que envuelve a las personas que participan de dicha explotación.
    Es decir, estan concientes de la explotación que sufren?
    Son explotados por costumbre?
    Tienen alternativas para dejar de ser explotados?
    Se encuenrtan en capacidad de aportar al sistema capitalista para salir todos adelante?
    Y por otro lado,los dueños de los sitemas de producción o sistemas comerciales, se encuentran en capacidad de dar oportunidades a quienes trabajan por ellos?
    Reconocen estas personas el esfuerzo realizado?
    Se encuentra dispuesto a compensar el trabajo adicional?
    Se merece ese trabajador ser compensado por el tiempo adicional invertido?

    Mira es un tema en el cual hay mucha tela para cortar.

    Saludos

  2. La verdad, don Carlos, con este artículo no pretendo justificar ni al capitalismo ni al socialismo, sino simplemente demostrar que no se los puede asimilar ni asimilar sus circunstancias porque, como planteo un par de veces, los dos conceptos pertenecen a dos categorías diferentes y tienen orígenes diferentes.

    Eso sí, no estoy de acuerdo con decir que «el capitalismo ha hecho esto o busca esto otro» o que «el socialismo hizo una noche obscura para la sociedad», ya que tanto el uno como hecho histórico, como el otro como ideología política responden a los intereses y a las prácticas de quienes los aplican.

    Como vos dices, es un asunto muy complicado, no por la definición de sus orígenes, sino por la cantidad de ópticas que hay y por la variedad de aristas para pulir. Por eso, tampoco intento ir más allá… sólo a poner unos puntitos sobre algunas íes.

  3. FELICITACIONES, PERFECTAMENTE CLARO, SIN EMBARGO EL ESTADO DEBE TENER TECNICOS DE GRAN NIVEL QUE SE ANTICIPEN A LAS POSIBILIDADES DE ABUSO DE LOS QUE ESTAN FUERA DE EL, COMO QUIEN PRACTICA LA MEDICINA PREVENTIVA.
    SALUDOS
    GABRIEL AQUIM CH.

  4. Por no extenderme más (que ya lo hice bastante), no hablé de la pertinencia de la intervención y el control estatales… y no sólo estatales, sino ciudadanos, pues las veedurías? sociales (no socialistas) y los gremios de ciudadanos independientes y
    comprometidos han demostrado ser el mecanismo de control más efectivo en sociedades como las nórdicas.

    Eso sí, ?la evolución de esas sociedades es muy diferente a la de nuestro país, factor que soslayan los economicistas y adoradores del mercado. La idiosincrasia sí es un elemento que influye en el desarrollo de las sociedades y de sus herramientas:
    mercado, Estado, comercio, administración pública, etc.

  5. Muy interesante tu artículo. No puedo estar más de acuerdo con tu opinión. Me parece que el mal es y siempre será como la humanidad maneja las ideologías preparadas por si misma. ¿Es acaso el dinero la raÍz de todos los males? La acumulación de bienes es acaso algo inmundo? o sera esto mejor una oportunidad para el altruismo… pensandolo bien no es el dinero lo malo sino el AMOR de este que produce raices del mal. Un sentimiento que solo los humanos pueden expresarlo. Las ideas son buenas capitalistas o socialistas pero que es lo que hacemos con ellas es el problema. Imperfectos siempre seremos…que dilema!

  6. RELEI SU ARTICULO (PORQUE EL TEMA ME APASIONA) Y NUEVAMENTE CONCUERDO CON USTED, EL CAPITALISMO NO ES UN SISTEMA, ES EL MISMO ORDEN NATURAL EL QUE LO IMPONE, HASTA LA AVARICIA DEL HOMBRE ES NATURAL, IR EN CONTRA DE ESO ACARREA MAS MALES QUE LOS QUE SE DESEA, HASTA LOS ANIMALES MARCAN TERRITORIO, POR ESO CRISTO NO SE OPUSO AL ORDEN NATURAL IMPUESTO POR SU PADRE, LO VINO A ATENUAR CON SU MENSAJE.
    GRACIAS POR SU PACIENCIA
    GABRIEL AQUIM CH.

  7. bueno comentario no le voi a dejar… pero we…regresando al te ma sucede q tengo mañana un debate i estoi a favor del socialismo sin embargo considero q el llamado socialismo del siglo XXI es tan solo basura politica bueno regresando al tema solo kiere qm¿ me deje mas clara mi idea sobre el socialismo gracias…lo necesito de urgencia x favor…!!!

  8. Excelente artículo Mad.
    En realidad la bipolaridad nos ha hecho poner como contrapartes necesarias para tener claros los enfoques políticos a dos hechos difíciles de comparar o poner a competir: por un lado el socialismo, una doctrína filosófica y sistema de ideología política; y por otro lado el capitalismo, un sistema económico basado en el capital.
    En base a ese análisis previo en tu artículo, podemos reflexionar lo siguiente:
    Así como la debacle de los regímenes comunistas del Pacto de Varsovia en Europa Oriental a finales de los 80s no puede ser considerada el colapso del socialismo (como fue la lectura de muchos sectores de derecha); así también, no podemos considerar que lo que sucede hoy sea el fin del capitalismo ya que lo que está cayendo no es en si el sistema de capital.
    En Europa Oriental lo que se desbarató fue un conjunto de terroríficos regímenes políticos totalitarios de izquierda extrema que oprimieron al pueblo mediante la aplicación de un proyecto económico de austeridad extrema basado obviamente en el socialismo, pero de un inhumano rigor y limitaciones.
    Hoy lo que se desmorona no es en si el capitalismo, sino un conjunto de prácticas no menos inhumanas que las de su «contraparte comunista» basadas todas estas en la supremacía del capital por sobre el ser humano, verbigracia: los sistemas bancarios y especulativos coloquialmente conocidos como «bancocracia», la indiscriminada fabricación de necesidades en aras del consumo, la falta de respeto al planeta y su equilibrio para la utilización de los recursos; y fundamentalmente la nueva religión llamada consumismo que tan difícil resultará sacarla de nuestras mentes y conciencias.

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