Comenzó enero y París entristecía. La otrora ciudad de las luces sentía replicar su dolor en cada paso que daban las más de tres millones de personas que caminaron sus avenidas demostrando, según era la intención, unidad y rechazo a la barbarie en la que terroristas islámicos la han sometido.
Impresionante e histórica marcha que dejó saber al mundo lo acongojado que estaban los marchantes, entre ellos, líderes mundiales que fueron a ser parte del evento.
Luego todos a sus casas y nada ha pasado. Guardando las gigantescas proporciones, me recordó las marchas blancas de mi tocayo.
Excelente, tenemos una ley electoral perversa.
«Poniendo restricciones justas y prudentes en las asambleas primarias y electorales, ponemos el primer dique a la licencia popular, evitando la concurrencia tumultuaria y ciega que en todos tiempos ha imprimido el desacierto en las elecciones y ha ligado por consiguiente, el desacierto a los Magistrados y a la marcha del Gobierno; pues este acto primordial es el acto generativo de la libertad o de la esclavitud de un pueblo.» Simon Bolivar»
https://es.wikisource.org/wiki/Discurso_de_Sim%C3%B3n_Bol%C3%ADvar_ante_el_Congreso_de_Angostura