27 abril, 2024

No podemos eliminar el sufrimiento, pero sí darle un sentido

En aquel tiempo Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: – Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: – Este es mi Hijo amado; escuchadlo. De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos. Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos. [1

 

1.      Jesús lleva a Pedro, Santiago y Juan a la cumbre de un monte y se trasfigura. Él sabe que cabalmente los mismos tres, sus más íntimos discípulos, van tener que contemplar otra ‘trasfiguración’, en el Huerto de los Olivos: Verán a su Maestro, por el cual lo han dejado todo, siempre tan seguro y exigente, transfigurado en un pobre hombre, nervioso, angustiado, clamando al Padre para que le libre de la cruz; le contemplarán, sudando gotas de sangre, sumergido en un profundo sufrimiento ante el ‘cáliz’ de Su Pasión. Para que estos mismos tres discípulos sean capaces de soportar tan dura prueba, como intentando ‘curarlos en salud’, los lleva a la cumbre del Tabor y les ‘administra’ la ‘medicina preventiva’ de su Transfiguración Gloriosa, de la constatación del resplandor de Su divinidad. ¿Qué mensaje encierra para nosotros este pasaje del Evangelio? Con la ayuda de Dios, intentemos adentrarnos en él.

2.      Víktor Frankl[2], neurólogo y psiquiatra austriaco, de religión judía, después de tratar a miles de personas sumergidas en el sufrimiento, y de haber él mismo experimentado los tormentos de los campos de concentración de Auschwitz y Dachau, demostró que el hombre no es un ser sediento de sexo (Freud)  ni de poder o de prestigio (Jung y Adler), sino un ser sediento de sentido: Escribió: “Sólo quien encuentra un sentido realiza lo imposible o soporta lo peor; el que tiene un porqué soporta cualquier como”.  Cuenta sus experiencias:

a.  Enfermos: Una enfermera infundía fortaleza a sus enfermos. Un día le vino a ella el cáncer. Empezó a desesperarse y hundirse. Frankl le dijo: “Ud. ha dado a través de su palabra sentido a muchos enfermos. Ahora le toca hablarles a través de su ejemplo”. Ella cambió de actitud, y  se decía a sí misma: “Si no puedo cambiar mi destino, sí puedo infundir un sentido al destino de mis enfermos”.

b.  Ancianos: Frankl descubrió que para las personas de edad, sentirse útiles y tener una misión concreta en bien de los demás ancianos, tenía inmensa importancia psicológica. Tener una ocupación mantenía psíquica e intelectualmente hábiles a los ancianos y preservaba de enfermedades; incluso se aplazaba su muerte. Nos recuerda el caso del genio de la literatura alemana, Goethe[3]. Él escribió Fausto, su obra cumbre, los siete últimos años; la termina en enero de 1832 y muere en marzo. La idea de terminar su obra maestra lo mantenía vivo. Un anciana que había dedicado su vida a la farándula, le decía a Frankl: “No tengo nada que llevarme a la tumba” (88 años de gozar). Otra anciana, en cambio, que había vivido cuidando a su hijo tetrapléjico, moría feliz diciendo: “Mi vida ha tenido sentido”.

c.  Soledad: A un colega médico, a cuya esposa le diagnosticaron cáncer terminal y al que la tristeza inundó le dijo: “¿Qué prefieres tu soledad o la de ella? Si mueres tú primero, ella pasará sola el resto de su vida” El colega le dijo: claro, prefiero ser yo quien viva solo, no ella. Y así, con esta idea sobrellevó la mortal enfermedad de su esposa.

d.  Campos de concentración: Como psiquiatra observaba la conducta de sus compañeros: Los presos que sabían que sus familiares están vivos allá fuera, soportaban los horrores de los campos, pero cuando sabían que sus seres queridos, la esposa, los hijos habían muerto, dejaban de luchar, se abandonaban, morían o  se suicidaban.

e.  Frankl concluyó:  Así como los arcos de  piedra  se afianzan cuanto mayor es el peso que soporta, las personas que viven con un sentido, se consolidan más a sí mismas cuanto más grande es su dolor y su sufrimiento.  En la sociedad de la abundancia, el estado de bienestar satisface todas las necesidades del hombre. Sólo hay una necesidad que no encuentra satisfacción, y ésta es la necesidad de sentido. Me refiero a aquella necesidad que mora en lo más profundo del hombre, de encontrar sentido para su vida, o mejor dicho, para cada una de las situaciones de su vida. El suicidio como la drogadicción, en el fondo, derivan de la sensación de falta de sentido. Enfermos psiquiátricos se encuentran en la clase media y alta; son personas a las que les va bien y podrían ser felices. Que no lo sean proviene de que dudan que su vida tenga sentido o temen haberlo perdido”[4]

3.      Jesucristo, el cristiano y el sentido del sufrimiento

a.   La doctrina y la actitud cristiana ante el sufrimiento sólo puede comprenderse con fe[5]: “Porque los judíos piden señales, los griegos buscan sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles, mas, poder y sabiduría de Dios para los llamados, ya judíos, ya griegos” .[6] Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las realidades del Espíritu. El hombre puramente natural no valora lo que viene del Espíritu de Dios: es una locura para él y no lo puede entender, porque para juzgarlo necesita del Espíritu. El hombre espiritual, en cambio, todo lo juzga, y no puede ser juzgado por nadie[7].

b.  El mayor aporte del cristianismo al drama del sufrimiento humano no es una doctrina. Jesús no se limitó a dejar sentada una profunda doctrina sobre el sufrimiento, como el neurólogo y psiquiatra austriaco,  sino que Él mismo, desde la Cruz, se brindó a Sí mismo como ‘el sentido último’ del sufrimiento de cualquier hombre. El aporte del cristianismo no es una filosofía ni una teoría sobre el dolor, sino la Persona misma de Jesucristo, sumergido Él mismo – Dios –  en la realidad del sufrimiento. El Verbo encarnado no  vino para explicarnos el sentido del sufrimiento, sino para ser Él mismo el sentido del sufrimiento humano, llenándolo de su Presencia. Pudiendo suprimirlo, no lo suprimió, no quiso suprimirlo,  sino que hizo algo mucho más bello: al haberse Él mismo, Dios, sumergido en el sufrimiento, hizo de él, por la capacidad transfiguradora del Amor, el lugar privilegiado de encuentro entre el hombre y Dios y de los hombres entre sí. Sufrió, y dijo: “Venid a mí”.[8] Nuestro mayor aporte al drama del dolor humano, no es una doctrina, sino una Persona…: Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos, para ser misericordioso y Sumo Sacerdote fiel en lo que toca a Dios, en orden a expiar los pecados del pueblo”.[9]

c.  El drama del sufrimiento humano se merece profundo respeto; no puede ser objeto de superficiales moralinas, de píos e imprudentes párrafos oratorios, ni de recetas mágicas, ni de triviales tópicos… Jesús mismo, como Dios, con estremecimiento, podríamos decir, ‘se descubrió’ ante el hombre que sufre: ante el enfermo, el pobre, el moribundo, el pecador, el despreciado. Y es que todo dolor, según la revelación bíblica, es consecuencia de algo sumamente grave: pecado…[10]

d.  Él mismo tembló ante su propio dolor. Por esto mismo Él está autorizado para ‘sentar cátedra’ sobre el tema: “El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, sufriendo aprendió a obedecer; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen[11] . Por esto  podemos f
ijar en Él nuestros ojos para encontrar sentido al dolor: “Por tanto, también nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, el cual, en lugar del gozo inmediato que se le proponía, soportó  la cruz sin miedo a la ignominia y está sentado a la diestra del trono de Dios. Fijaos en aquel que soportó tal contradicción de parte de los pecadores, para que no desfallezcáis faltos de ánimo.[12]

e.  Sin embargo, el cristiano, siguiendo el ejemplo de Jesús, debe hacer todo lo que esté a su alcance para enjugar las lágrimas de todo hombre que sufre. El cristianismo no tiene nada de sadomasoquismo… Las obras de misericordia, corporales y espirituales, son todo un programa de amor al prójimo[13]. Para un cristiano es tan importante la tarea de ayudar al necesitado, que en ello se juega la salvación eterna, porque sobre ello versará el juicio de nuestra vida: “Venid, benditos de mi Padre y heredad el reino preparado para vosotros, porque tuve hambre y me disteis de comer…”[14]. El cristiano ha de hacerse ‘próximo’ a todo ‘apaleado’ que se encuentre en el camino de la vida, como enseña la parábola del Buen Samaritano.[15]

f.  Pero, el aporte más específicamente cristiano al drama del sufrimiento no es el intento de suprimirlo, sino llenarlo de sentido, haciendo de él una ocasión para que se patentice con más claridad el amor. Para entenderlo: el amor de una madre por su hijo, se mostró muchas veces en regalos, besos y abrazos; pero cuando se comprobó y reveló de verdad ese amor, fue cuando ella no se movió de la cabecera de la cama de su hijo hospitalizado tras un accidente… Es más, entre mitigar el sufrimiento ajeno y hacer de él una ocasión para que el amor se manifieste y un camino de salvación eterna, siempre será un logro mayor y mejor lo segundo; sabiendo, además, que muchas veces lo primero (mitigar el dolor) se logra sólo a través de lo segundo: proporcionando al que sufre un sentido para su dolor.

g.  Es más: el intento de quitar el sufrimiento ‘a toda costa’ de la vida es satánico. Lo dejó bien claro Jesús cuando Pedro intentó apartarlo del camino de la cruz: “Apártate de mí Satanás; tú no piensas como Dios, sino como los hombres”[16]. San Pablo relaciona la perdición eterna con la supresión del sufrimiento: “Porque muchos viven según os dije tantas veces, y ahora os lo repito con lágrimas, como enemigos de la cruz de  Cristo, cuyo final es la perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria está en su vergüenza, que no piensan más que en las cosas de la tierra[17]. El miedo a morir a sí mismo transforma al hombre en esclavo de Satán: Aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al Diablo, y libertar a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud.[18]

h.  ¿Y por qué ‘satánico’? Porque, después del pecado original, no se puede lograr ningún ideal sin sacrificio. Si nos proponemos eliminamos sistemáticamente de la vida toda privación, todo sacrificio, todo sufrimiento… tendremos que renunciar a toda conquista positiva, porque es imposible ninguna conquista sin la renuncia, sin dominio personal, si negación de uno mismo. Viva usted dándole gusto al gusto y huyendo de todo lo que le suponga esfuerzo, disciplina, dominio personal, sacrificio y se habrá usted transformado en un perfecto fracasado… Incluso tener un cuerpo bien formado, una dentadura bonita, el triunfo en el deporte, la consecución de un título, todo, absolutamente todo, supone el sacrificio. De aquí que las actuales pedagogías que se proponen no traumatizar a los niños, sometiéndolos a la obediencia, la disciplina, el orden… son ‘satánicamente’ destructivas del niño…

i.   Pero, ojo, la religión no imprime sacrificios a la vida, sino sentido para los sacrificios normales. Es mentirosa la idea según la cual los que creen en Dios sufren más. También los ateos se enferman y deben hacer dieta y tomar medicinas amargas; ellos también deben ahorrar para pagar sus deudas; ellos también deben vivir el autodominio, la disciplina, el sacrificio y afrontar la inseguridad ante el futuro y la muerte… Ellos sufren, nosotros sufrimos; ellos sin Dios, nosotros con Dios; ellos solos, nosotros con Jesucristo; ellos, sin un sentido, nosotros, a través del claroscuro de la fe, con un sentido….[19]  

j.   La religión, no sólo no proporciona más sufrimientos, sino que invita a evitarlos: Las formulaciones “no te drogues, no te alcoholices, no seas infiel, no mates, no robes, no mientas, no seas traidor…”, con todo lo que tienen de prohibiciones, no son sino la otra cara de la moneda de la felicidad natural en este mundo.  

k.  Por esto, no es verdad que la religión ofrece la felicidad en el más allá y la infelicidad en el más acá. Todo lo contrario: Sólo serán felices en la eternidad los que fueron capaces de serlo, ahora, en el tiempo; porque supieron vivir con la conciencia limpia en medio de las más grandes dificultades: “Sostengo  que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá.  Habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo escondida en Dios; cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis con El en la gloria. Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra[20].

l.   El cristiano, sin confundir el sufrimiento con la tristeza, ni el placer con la alegría, goza, sin embargo, a su modo, en medio del sufrimiento: Por eso, ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente: así, la fe de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro perecedero purificado por el fuego, y se convertirá en motivo de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo. Porque ustedes lo aman sin haberlo visto, y creyendo en él sin verlo todavía, se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria, seguros de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación[21].

m. El creyente goza cuando sufre porque sabe que su sufrimiento puede ser divinizado: Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia[22]

n.  Por esto mismo, los cristianos, podemos consolar a los demás: Que el Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios [23]

o.  Un cristiano identificado con Cristo es imbatible: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero.  Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó [24]

p.  El cristiano encuentra en la Persona de Jesús el sentido último de todo sufrimiento: “He aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé andar escaso y sobrado. Estoy avezado a todo y en todo: a la saciedad y al hambre; a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo en Aquel que me conforta”.[25]

q.  A veces, el sufrimiento es como un extremado recurso divino para intentar impedir la perdición eterna de los hombres: “El dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar un mundo de sordos” (C. S. Lewis).

r.  El dolor, la Cruz, como lugar de encuentro con el Amor pertenece a lo transitorio…

 

&quot
;Enjugará Dios toda lágrima de nuestros,

ojos, y ya no habrá más muerte, ni habrá

más llanto, ni clamor, ni dolor, porque

las primeras cosas pasaron.

Y el que está sentado en el trono dijo:

"He aquí yo hago nuevas todas las cosas."[26]


[1] Mc 9:1-9

[2] Víktor Frankl (1905 – 1997): Fundador de la Logoterapia. Escribió, entre otras obras, El hombre en busca de sentido.

[3] Johann Wolfgang von Goethe (1749 – 1832) novelista, dramaturgo, poeta, científico, geólogo, botánico, anatomista, físico, historiador de ciencias, pintor, arquitecto, diseñador, economista, filósofo humanista y, durante diez años, funcionario del Estado alemán de Weimar.

[4] La Voluntad de Sentido, passim.

[5] No es lo mismo tener fe que estar bautizado. No pocos bautizados, aunque tiene fe teórica (creen en Dios) carecen de fe viva: piensan, viven, sienten y ven la vida, como si Dios no existiera, como si Dios no existiera….   

[6] 1 Co 1, 22-24

[7] 1 Co 2:13-14

[8] Mt 11:28-30

[9] Hebreos 2: 14-17

[10] Ro 5:12

[11] Hebreos 5:7-10

[12] Hebreos 12:1

[13] Obras espirituales: 1. Enseñar al que no sabe. 2. Dar buen consejo  al que lo necesita. 3. Corregir al que yerra. 4. Consolar al triste. 5. Perdonar las injurias. 6. Soportar los defectos del prójimo. 7. Rezar por los vivos y los muertos. Obras corporales: 1. Dar de comer al hambriento. 2. Dar de  beber al sediento. 3. Vestir al desnudo. 4. Recibir al peregrino. 5. Libertar al cautivo. 6. Visitar enfermos y presos. 7. Enterrar a los muertos.

[14] Mt 25:31-46

[15] Lc 10:25-37

[16]  Mt 16:21-27

[17] Filipenses 3,18

[18] Hebreos 2: 14

[19] Un ateo, pariente de mi padre, le decía: “¡Qué envidia te tengo, cuando te veo sufrir con tanta fe!”

[20] Colosenses 3:1-4

[21] 1 Pedro 1:6-9

[22] Colosenses 1:24

[23] 2 Corintios 1:3-4

[24] Romanos 8:35-37

[25] Filipenses 4:11-13

[26] Apocalipsis 21: 4-5

 

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Ausencia

Esto no es un artículo de opinión, no lo he querido así, realmente hoy no he podido escribir sobre temas nacionales y les ofrezco mis disculpas por molestarlos con cosas tan personales, […]

No hay comentarios

  1. Padre,

    Ahora ya con el verano en su esplendor y con un sol que fatiga, al igual que tantas noticias y cosas que nos abruma sobre nuestro querido País, es refrescante leer sus reflexiones, y solo queda citar una propaganda de TV…

    Cuando uno comparte comida, queda la mitad,
    Cuando uno comparte el dinero queda la mitad,
    Pero cuando uno comparte el conocimiento o el consuelo (cuando hay sufrimiento), queda el doble.

    Que sea de provecho para todos estas reflexiones y que guie nuestros pasos.

    Att.
    Alberto Rosales
    ralberto68@hotmail.com
    Ibarra.

  2. Felicitaciones:
    Hay tanto que aprender de Dios, de su Hijo el Señor Jesús, y, del Espíritu Santo de Dios, que artículos como este, en que nos revelan la Palabra de Vida deben escribirse siempre para que el entendimiento sea con nosotros, y por el conocimiento y la Fe manifestada en obras, nos permita gozar de la misericordia de Dios.

    Dios lo guarde en su misericordia y su amor.

    BENDICIONES,

    Luis

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