26 abril, 2024

El voto facultativo, y el caos electoral.

En la presente semana se publicará en Registro Oficial, y por ende se constituirá a nivel nacional el “mamotreto de Montecristi”, en nuestra vigésima Carta Magna desde la primera que fuera redactada en Riobamba en 1830, y que designara al general venezolano Juan José Flores, primer Presidente Constitucional del Ecuador.

No soy parte de la mayoría, soy parte del más del tercio de ecuatorianos que rechazamos el “mamotreto”, pero en mi caso como demócrata convencido, acataré dichas disposiciones, no sin antes expresar mi malestar por el contenido de nuestra Constitución ya en vigencia, por considerarla en su gran mayoría etérea y demagógica, y en muchos casos híper presidencialista como en abundancia se lo ha explicado por este medio, en variadas entregas de algunos articulistas, dentro de los cuales me incluyo.

Tratar de explicar la decisión de mi votación negativa en el referéndum, creo que a estas alturas de partido, sería bastante inoficiosa y cansina; sin embargo de lo anterior, si debo dejar en claro, que el inicio de la ejecución de lo consignado en la nueva Carta Magna, ya me comenzó a preocupar, y me quiero circunscribir únicamente en esta ocasión a una nota que leí en un periódico la semana anterior, en la que se menciona que conforme a lo dispuesto en el artículo 62, numeral 2, de la Constitución que está por entrar en vigencia, en su parte pertinente al voto facultativo para los ecuatorianos cuyas edades fluctúan entre los 16 y 17 años, se generará un incremento del padrón electoral en un rango de entre el 6% y el 8% sobre el padrón electoral actual, mismo que ya es muy superior a los 9 millones y medio de ecuatorianos.

Revisada la información de una manera fría como la expongo en el párrafo anterior, la misma no debería representar ningún problema para el siguiente proceso eleccionario, (fue un ofrecimiento del ciudadano presidente, para enganchar el apoyo de los alumnos de últimos años de colegio, y que en el caso de las entidades fiscales, son manejadas al antojo de la U.N.E., cuyo brazo político es el M.P.D., aliado servil de su Majestad, pero eso es harina de otro costal, y sobre lo mismo tendré mucho material para futuras entregas), sin embargo, me quiero referir exclusivamente al día propio de la elecciones y sus repercusiones “negativas”, en el caso de que el nuevo organismo electoral, que ya saben ustedes de sobra quien lo administrará desde las alturas, no tome correctivos a tiempo.

El problema específico sería, que casi el 10% de los votantes, (aproximadamente un millón de sufragantes), no ejercerán su derecho al voto en el mismo recinto electoral donde lo realizaron en esta elección de septiembre, y esto si traería, a mi criterio, funestas consecuencias, ya que esa significativa cantidad de votantes, podría orientar el fiel de la balanza a cualquier dirección, y los partidos o movimientos más perjudicados por esta nueva situación generada, serán los grupos cuyos adeptos simplemente votan, porque dicha acción sigue siendo obligatoria, o van tras un papelito que le permite realizar trámites en las instituciones públicas o bancarias.

Paso a ser un poco más específico y expongo un ejemplo personal; desde que se instauraron las escuelas y colegios como recintos electorales, ya hace varias elecciones atrás, he votado en el colegio Cristóbal Colón de la parroquia Ximena, (donde estudié toda mi etapa escolar y colegial, y donde también por cosas desagradables de la vida fui alumno del ciudadano presidente), es decir, me he acostumbrado a ejercer el derecho al sufragio en este mismo recinto; les aseguro, que si en las próximas elecciones voy a mi ex colegio, y mi junta ya no está ubicada en dichos predios, no tendré la más mínima intención de buscar donde debería sufragar, por ende, mi voto se perderá, y esperaré el período de excusas y sanciones, para pagar la multa correspondiente.

Muchas personas pensarán como yo, y muchos también dirán que es mi obligación obtener la información de donde sufrago, pero las cosas no son tan fáciles, no todos los ecuatorianos tenemos acceso a Internet para verificar donde se vota, así mismo, los teléfonos de los tribunales electorales provinciales, no se abastecen para la demanda de consultas, y peor aún, dichos resultados son susceptibles a error o sesgo, porque son humanos los que las proveen.

Seguiré presumiendo como persona libre y de buenas costumbres que soy, que los “problemitas” arriba descritos, podrían ser de buena fe; sin embargo, si el nuevo organismo electoral, mismo que se manejará con influencia directa desde Carondelet, a través de los comensales del poder de Montecristi, ahora instalados en el Congreso Nacional, no toman acción desde el mismo momento de su ilegal posesión, por ejemplo con una “campaña agresiva” de concienciación ciudadana sobre la necesidad de ir a sufragar con la suficiente información necesaria, mis sospechas, que la buenas intenciones de este desgobierno, en el sentido de darle el poder facultativo a los ecuatorianos de 16 y 17 años para ejercer el derecho al voto, no son más que una tomadura de pelo a todos los ecuatorianos, y una opción brillante para iniciar, a más de un caos electoral el día de las elecciones generales, un fraude en favor de la “revolución ciudadana” de magnitudes desconocidas, pero con resultados ya previsibles.

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