15 mayo, 2024

La hombría

El concepto de hombría ha sido absurdamente tergiversado por el hombre. Se considera sinónimo de adrenalina, de potencia, de machismo, y en realidad no hay nada más alejado de ello. “No eres hombre si no te tomas este trago.”, “No eres hombre si no te levantas a esa chica.”, “No eres hombre si no haces esto.“, son algunas de las estupideces con las que pretendemos que un amigo cometa tal o cual acto reñido con la moral o con la lógica. Sólo el tonto que no tiene criterio propio y necesita de la aprobación de los demás para sentirse hombre, puede caer en esa trampa para idiotas.

El hecho de beberse una botella de alcohol, de correr un riesgo innecesario, de matar o violar, no demuestra que uno sea más hombre que otro. Es más, en realidad lo que demuestra es que es más estúpido de lo que parece, pues creer que su hombría se mide por el riesgo, o por determinado acto, lo único que demuestra es que aún no alcanza la madurez suficiente para pensar.

José Joaquín de Olmedo

Olmedo nació el 20 de marzo de 1780. Hombre grande y magnánimo de una sensibilidad de alma que destaca por la pureza de sus sentimientos y por la rectitud de su vida. No hay palabras que alcancen a describir su grandeza. “A Dios Glorificador: Aquí yace el Dr. José Joaquín de Olmedo. Fue el Padre de la Patria. El ídolo del pueblo. Poseyó todos los talentos. Practicó todas las virtudes”, reza con toda razón y justicia su epitafio. El célebre cantor de Junín no fue sólo un eximio poeta, autor de quizás el más grande poema épico de la lengua castellana, que engrandeció al Libertador de cinco naciones. Fue un abogado extraordinario, representó brillantemente al Virreinato de Lima en las Cortes de Cádiz, donde con su famoso discurso sobre la supresión de las Mitas, logró que se aboliera esa Institución, y fue designado Secretario de la Corte de Cádiz hasta que fueron disueltas por Fernando VII, que lo persiguió. Fue además un político brillante, redactó la constitución de Guayaquil en 1820, reorganizó el ejército y colaboró con Sucre en el triunfo de Pichincha. Un Estadista de dimensiones gigantes, un hombre íntegro en toda la extensión de la palabra, amado por sus compatriotas por su generosidad, su defensa de la justicia y su entrega al bien de la Patria. ¿Pruebas? Olmedo es el ejemplo a seguir para cualquier persona que busque con desinterés y con deseo sincero, servir a la patria y a sus compatriotas con amor, y el bien y el progreso de la Patria. Cuando murió, en todas las ciudades del país se celebraron funerales en su honor. Tras la Independencia de Guayaquil, fue designado unánimemente Presidente. Fue luego el primer Vicepresidente del Ecuador, puesto al que renunció por su integridad y por discrepancias con el Presidente Flores. Fue Presidente de la Convención Nacional que redactó nuestra segunda Constitución, en época de Rocafuerte y fue parte del triunvirato que tomó el país tras el derrocamiento de Flores el 6 de marzo de 1845.

El camino errado

En primer lugar hablemos del despido de varios Profesionales. Es indudable que entre ellos hay unos pocos que no cumplían con su trabajo y merecían salir, pero como dice Sor Juana Inés de de Cruz: “O cual es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: ¿la que peca por la paga o el que paga por pecar? El Gobierno acusa que muchos cirujanos no operaban y cobraban sin trabajar. Me pregunto a quién deben despedir: ¿Al Cirujano que no operaba o al Director Técnico que no lo obligaba y que es nombrado por el Ministerio? Se sataniza mientras tanto la acción de la UCIN del Hospital de Niños Ycaza B. Qué es peor: ¿Atender con riesgo, tratando de hacerlo lo mejor posible, o cerrarla como lo hicieron luego y que los prematuros extremos que nacen por cesárea, se mueran porque no tienen donde atenderse?

El Gobierno obligó al país a un feriado de casi una semana y para reponer el tiempo hizo que el pasado sábado 12 sea día normal de trabajo, pero permitió que se lo boicotee, pues no se podía pagar en las Instituciones Oficiales con Tarjetas de Crédito, ya que los Bancos redujeron su personal y para hacerlo EXIGIERON que lo que no era negocio libre que trabaja fines de semana, no acepte tarjetas de crédito. Para completar su magna obra, caótizó el tráfico de la Ciudad cerrando “por simulacro” las principales vías de la Ciudad de Guayaquil, EN UN DÍA POR DECRETO GUBERNAMENTAL, DE TRABAJO NORMAL, a la hora de mayor congestión de tráfico.

Sor Juana Inés de la Cruz

Pido perdón a los fieles seguidores de esta serie, por la falla de la semana pasada. Se traspapeló la poesía y por eso, se publicó dos días luego de la fecha. Siguiendo la línea de la semana pasada, tengo que poner a continuación la hermosa defensa de la mujer, hecha por Sor Juana Inés de la Cruz, en su redondilla.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana (¿será descendiente del Marqués de Santillana?), nacida en Nepantla, Ciudad de México, México en 1651, fue una religiosa y escritora de la Nueva España del Siglo de Oro. Cultivó la poesía lírica, el autosacramental, el teatro y la prosa. Mujer de verso fácil y agradable. Por la importancia de su obra, recibió los sobrenombres de “la Fénix de América” y “la Décima Musa Mexicana”. Siendo de noble familia, a los 16 años (1667) ingresó a la vida religiosa a fin de consagrarse por completo a Dios y a la literatura. Su obra dramática incluye lo religioso y lo profano. Sus obras más brillantes en este género son “amor es más laberinto”, “Los empeños de una casa” y una serie de autos sacramentales diseñados para representarse en la Corte. Desde niña destacó por su afán de conocimiento. Se cuenta que en la escuela, si no aprendía bien una lección, cortaba un pedazo de su propio cabello. Siendo prohibido en su época que las mujeres fueran a la Universidad, intentó vanamente convencer a su madre que le permita estudiar vestida como hombre. A los ocho años ganó un libro por una loa compuesta en honor del Santísimo Sacramento.

El folklore ecuatoriano

Pensar no parece ser arte de los ecuatorianos. Las cosas se hacen por continuidad, por “vis a tergo”, no porque se busque solucionar problemas. Parece que pensar implica un acto volitivo difícil de realizar y que las personas prefieren ahorrarse el trabajo de buscar soluciones mejoradas a los problemas.

Motivado por la feria de ganado, pasé el nuevo puente de la Unidad Nacional, el cual ahora lo tendremos que ubicar como el cuarto, para poder saber a cual nos referimos y me llamó la atención, que ahora cada puente tiene una diferente velocidad límite, pues el cuarto permite ir a 80, mientras en los otros el límite es 70. ¡Eso sí! Hay que tener muy buena vista, porque los letreros son tan pequeños que hay que detener la marcha para poder leerlos.

Las abandonadas

Julio Cesto, nacido en Pontevedra, España en 1879, polígrafo y escritor español, viajó joven a México, que convirtió en su segunda patria y donde murió en 1960. Autor de varias novelas en algunas de las cuales relata la revolución mexicana de principios del siglo XX. Entre sus obras destacan la tórtola del Ajusco (1914), la Ciudad de los Palacios, (1917), la sangre de España (1937), La casa de las buganvillas (1947), Mamacita linda (1948), Cómo ardían los muertos, (1955) y La emperatriz morena (1957). También fue autor de guiones de película.

Entre sus poesías destaca esta triste descripción de las mujeres engañadas y abandonadas luego, que vale la pena recordar:

Cadena de frío

Una de las principales dificultades que existen en medicina, está relacionadas con la cadena de frío. Hay varias medicinas que deben conservarse a una temperatura determinada y si salen de ese rango por un período relativamente corto de tiempo, se dañan o dejan de actuar. Si se lee la caja de muchos medicamentos de los que se consumen diariamente, leemos “Consérvese a menos de 30º C”. Si damos en el invierno una vuelta por las boticas del barrio en una ciudad de la costa, veremos que esos productos están en una vitrina contra la que da el sol y que a las 3 PM están a una temperatura bastante superior.

Hay ciertas medicinas en las que esto es mucho más crítico. Como los anticancerosos y las vacunas, por eso en SOLCA, en los Hospitales de la Junta y en los consultorios de varios Médicos, los refrigeradores y congeladores tienen termómetros que de acuerdo con la exigencia del producto que se guarda, llegan incluso a marcar la temperatura en registro diario.

Los besos que yo te di

José Antonio Ochaita, conocido como el poeta de la Alcarria, poeta, escritor, rapsoda, nació en Jadraque, Guadalajara, España en 1905 y murió en Pastrana (Guadalajara) en 1973, mientras recitaba sus poemas en el atrio de la Colegiata. Cronista de la Ciudad de Guadalajara. Poeta de gran fuerza descriptiva, romántico. Estudió en Madrid en el Colegio de San Ildefonso y luego estudió Filosofía y letras en Salamanca, donde fue alumno de Don Miguel de Unamuno. Después continúa estudios en Galicia, donde conoce a Don Ramón María del Valle Inclán. Fue Profesor de gramática y redactor del “Faro de Vigo” en Santiago de Compostela.

Miembro de la Real Academia Gallega de las Buenas Letras, y de la de Sevilla. Conferenciante, ensayista, autor teatral, folklorista, y recitador brillante. Fue el principal precursor de la reconstrucción del Castillo del Cid. En teatro obtuvo muchos y justos éxitos con obras como «Cancela», «Doña Polisón», «La honrada», «María del Amor», «La macilenta», «La mala boda». Publicó libros de versos como «Turris Fortissima», «Desorden», «El Pomporé», «Ansí pintaba don Diego», «Poetización de Jaén». Muy conocidas son algunas poesías suyas como las tituladas «Los besos que yo te di», «Testamento de Amor», «Alcarria monda y lironda», «La fuente de la Alcachofa», «Poemas velazqueños», «Versos de Pastrana y su princesa», Romance del acabose, Los pecados capitales. Con Solano, Valerio, Rafael de León, Quintero y Quiroga fue autor de numerosas letras de famosísimas canciones. Descubridor de estrellas, como Manolo Escobar, Lolita Sevilla, Dolores Vargas, El Príncipe Gitano, Marisol Reyes, Marifé de Triana, Gracia Montes y Rocío Jurado.

El apego

Para algunos, la actitud de la Virgen en el camino al Calvario, podría parecer la de una persona cuyo cariño no era muy grande, porque no se habla en ningún momento de una mujer que ataca a los guardias, les tira piedras, o llora inconsolablemente a gritos. Ella iba junto con la multitud callada, llorando y sufriendo en silencio, viendo el injusto sufrimiento de su Hijo. Ella es el ejemplo vivo del desapego. Aún cuando su amor por Jesús era más grande que cualquier otro, ella sufre en silencio, ni siquiera cuando se acerca a Él profiere gritos o maldiciones. Su desapego es enorme, pues sabe, como sabemos, que hay otra vida, una vida eterna, una vida donde el amor nos perfecciona, donde no hay sufrimiento y el amor puro es la felicidad completa.

La única causa del sufrimiento es el apego, ese bichito egoísta que nos hace creer dueños de lo que tenemos. Es increíble que el ser humano por el apego llega incluso a matar, ya sea por poseer algo o por conservarlo. Los celos, ese sentimiento que nuestro egoísmo nos hace confundir con el amor, son un ejemplo: nos hace crueles con la persona a la que decimos amar. Recuerdo un viejo refrán chino: Si amas en verdad algo, déjalo en libertad. Si vuelve a ti, será tuyo para siempre. Si no vuelve a ti es que nunca fue tuyo.

Meðugorje

Gracias a la gentileza de un fiel devoto de la Reina de la Paz, Alfonso Romero y su familia, estuvo de visita en Guayaquil Marija Pavlovic, una de las videntes de Meðugorje, en croata “Entre montañas”, pequeña parroquia de los Balcanes en lo que era Yugoeslavia y ahora es parte de Bosnia y Herzegovina.

La parroquia de Santiago de Mudjugorje incluye cuatro pueblitos, Medjugorje y Vijakovichi entre ellos, de aproximadamente 600 habitantes cada uno. Los Balcanes fueron evangelizados por San Francisco de Asís en su peregrinación a pie a tierra Santa, quien fue sembrando de Conventos la zona. Los croatas son muy católicos y devotos. Prueba de ello es que en 1934, decidieron hacer en la cima del cerro Krizevac, una gran cruz de cemento, colaborando todos los habitantes de la parroquia con trabajo y con lo que podían. No la terminaron porque es un pueblo muy pobre y pidieron ayuda al Papa Pío XII, quien al enterarse de esto, no sólo dio el dinero para terminar la Cruz, sino que ordenó que se saque un pedacito de la Cruz que Santa Elena rescató de Jerusalén y que está en la Iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén en Roma, para que sea empotrado en la base de esa Cruz.

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