30 abril, 2024

La práctica política

Está seriamente desprestigiada, contaminada por malos elementos, por falsos líderes y por lo peor de nuestra escala social. Personas que pretenden representarnos y que son todo lo contrario a lo que nuestro país requiere con verdadera urgencia. La función pública ha sido monopolizada por gente que promueve y ejerce la corrupción, favorece el chantaje político, y se deja conducir por la presión y/o el temor.

Obligan a hacer lo que no se debe, sea por dinero, conveniencia o presión. Por ello, nadie quiere involucrarse, la mayoría de los jóvenes consideran que es un desperdicio, un ejercicio fallido, que los políticos utilizan la función pública para beneficiarse, y que sólo quieren aprovecharse del poder para su propio beneficio o de terceros, pero nunca para lograr o coadyuvar al bien común.

El esfuerzo que ha hecho el periodista Washington Delgado López, distinguido profesional, al publicar las reflexiones de sus últimos dos libros, “El egoísmo político” y la “Generosidad política”, son la mejor propuesta, a la grave crisis que vive nuestro país, de total desorientación y ausencia de auténticos líderes, que nos puedan conducir a una mejor situación.

El último libro “Generosidad política”, precisamente pretende ser una eficaz receta “para un mundo mejor”, para lograr en nuestra patria un mejor futuro para nuestros hijos, nietos y bisnietos. Delgado López sostiene con claridad que “son los líderes virtuosos los que deben enfrentar con valentía a los políticos viciosos”, que no pueden, no deben, abstenerse de participar, de hacer y dar ejemplo, con su honesta y cívica participación.

Henry Cucalón presentó acertadamente el libro y él constituye una verdadera opción política, muy válida para un futuro más venturoso del Ecuador. Cucalón afirma que estas páginas “nos animan a hacer realidad el bien común y que depende de nosotros, el no permitir que se convierta en una utopía irrealizable, que este libro nos lleve a una toma de conciencia y sana rebeldía”.

El Papa Francisco también reconoce que en nuestro tiempo la política es una mala palabra para muchos. La razón está en los errores, ineficiencia y corrupción de algunos políticos. Se añade el hecho, que ciertos grupos desarrollan estrategias que buscan debilitarla o dominarla desde su ideología. El Papa defiende que la política es una altísima vocación, una de las formas de vivir con autenticidad la caridad, porque buco el bien común. La parábola del buen samaritano es una invitación a todos, orientada a que resurja nuestra vocación de buenos ciudadanos como constructores de una nueva y mejor sociedad.

El Papa y Cucalón nos recuerdan acertadamente, que el ejercicio de la ciudadanía y la participación en la política, ambos son una obligación moral. Enfatizan que nos hace falta una mejor política puesta al servicio de los demás; nos convocan a rehabilitar la política como una muy útil vocación.

Delgado, a través de sus dos libros y en sus exhortaciones diarias en su programa radial, nos invita a rechazar la mala política, a votar de acuerdo a nuestra conciencia y a influir en que los buenos no dejemos de participar, ni seamos indiferentes ante nuestra difícil realidad.

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Y vendrán por los Twitteros

Un 6 de febrero Emilio Palacio escribió … “El Dictador debería recordar que con el indulto podría llevarlo ante una corte penal por haber ordenado fuego a discreción y sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y gente inocente” . Yo, sabiendo que nos gobierna un dictador hubiese sido más cuidadoso, y redactado así; ….” podría llevarlo ante una corte penal asumiendo que se ordenó fuego a discreción…”.

¿Ustedes creen que reemplazando esas palabra por, que sí es afirmativa, por la palabra asumiendo que, que es supositiva, el Dictador, a decir de Palacio, hubiese dado un paso atrás en su firme decisión de “incautar” diario El Universo, con ese disfraz legal que ha utilizado para vergüenza de la República?. Un dictador que se respete usaría la palabra ¡exprópiese! Directamente y sin tapujos, a la usanza de Hugo Chávez que no se molesta en disfrazar las apariencias a la hora de imponer su voluntad.

Este juicio es una mentira. En el fondo y en la forma. Con ese juez peor. Con esa rapidez, más aún. Por esos montos, es desfachatez. Creo que Emilio Palacio en su furia erró y dio la punta de un ovillo para que se desenvuelva un guión que tarde o temprano se iba a dar. El término “prensa corrupta” el presidente Correa lo ha usado a diestra y siniestra, lo ha generalizado y, popularizado de tal manera que palabras más, o palabras menos de Emilio Palacio, la cosa se iba a dar. Estaba en la mira y creo que, más por necio que por valiente, se encuentra en una situación más que cruel.

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