29 abril, 2024

¿La curiosidad mató al gato?

ME HE LLENADO DE PENA Y DE MUCHO DOLOR, la implosión del “TITÁN”,en el intento de acercarse al hundido “TITANIC”, que fue el buque de pasajeros transatlántico más grande y más bello construído, por los astilleros británicos, hace por lo menos unos 90 años. Tan orgullosos se sentían sus armadores, que llegaron a decir de esta nave: “ni Dios la podrá hundir”.

Lamentablemente este maravilloso trasatlántico, no tenía RADAR, aún no se descubría esta tan importante herramienta náutica, y se estrelló contra un iceberg, en la mitad del viaje entre Londres y N.Y.

El tema lo conozco por la película “El Titanic”,que trata sobre las incidencias del hundimiento y de las múltiples tragedias que se dieron, por el choque primero, luego se partió, se volteó y finalmente se hundió en las profundidades del Océano. Mitad verdad, mitad ficción, pero quizás lo más cercano a la realidad de lo sucedido. Algunos pasajeros se salvaron y sus relatos sirvieron, a los productores cinematográficos, para realizar este film extraordinariamente concebido, desde el punto de vista del cine, en pantalla de cinemascope a colores, que lo hizo más crudo y verdadero que cualquier narrativa o producción en blanco y negro.

En la película se ve que los grandes botes salvavidas se encontraban sobre la cubierta. Consecuentemente, los pasajeros de primera clase fueron los primeros en embarcarse en ellos, fueron dirigidos por las grúas hasta el mar y se salvaron. No así los pasajeros de segunda, de tercera, y determinados empleados, que permanecían en los pisos inferiores a la cubierta, que además para que no se pasen a las áreas privilegiadas de primera clase, sus comunicaciones estaban cerradas con puertas de fierro y con candado. Posiblemente todos murieron.

La tragedia no terminó ahí, ya en el mar, detectaron que los botes salvavidas, tenían exceso de pasajeros y decidieron botar al agua a los mayores (de tercera edad) y a los hombres los obligaron a tirarse al agua, agarrados solamente de los cordones laterales de las boyas, pero algunos por el cansancio, por el frío o por la fuerza de las olas, se iban soltando en el trayecto y se ahogaban. Sólo se mantuvieron dentro de los botes salvavidas, las mujeres y los niños. De otra manera probablemente se morían todos.

Gracias a Dios, aquellos botes salvavidas fueron avistados por otros buques que por ahí transitaban y los recogieron. Fueron ellos los que hicieron posible conocer de este naufragio que conmovió la conciencia internacional de aquellos días.

El Capitán de la nave, que se salvó, tan pronto llegó a Londres, fue detenido, degradado, juzgado y mandado a prisión por algunos años.

Volviendo al tema del “TITÁN”, sinceramente no le encuentro sentido, aún cuando se trataba de una inversión privada, con fines de lucro, para investigar las profundidades del océano, al igual que otras entidades públicas o privadas, que gastan millones, billones y hasta trillones de dólares en estos viajes de placer o de carácter científicos, tanto, la China, Japón, la NASA, Europa, Inglaterra y Rusia, para explorar el espacio sideral. Aclaro no estar en contra de la ciencia espacial, pero si me parece una exageración suprema, así como los gastos de guerra entre naciones, habiendo tantas gentes que mueren de hambre y no cuentan con las condiciones de vida y de servicios básicos para una mejor subsistencia.

Conozco una historia familiar, con el hundimiento del “FARAÓN”, NAVE QUE HACÍA CABOTAJE ENTRE LIMA Y PUERTO BOLÍVAR. Viaje en el que regresaba de su “luna de miel” mi tío A.C.M, casado con mi prima hermana Rosita Paulina Prieto Calderón, que se incendió frente a las costas de Puerto Bolívar. Se salvaron, junto con otros pasajeros, gracias a un tronco de madera al que se agarraron, pasaron doce horas en el agua, hasta que barcos pesqueros ecuatorianos los recogieron y se salvaron sólamente cinco personas de los diez iniciales, que así mismo por cansancio, se iban aflojando y se ahogaron.

Otro episodio trágico fue, aquel naufragio, de un barco que navegaba por el estrecho de Jambelí a la altura de la Isla Puná, procedente de Puerto Bolívar, cargado de mercadería para la Bahía de Guayaquil y con excesos de pasajeros. Eran días cercanos a las navidades. Posiblemente murieron todos los pasajeros, es una zona plagada de tiburones.

Son estas experiencias de vida las que nos llevan, a los humanos comunes, a reflexionar, que sólo nos queda dar gracias a Dios por mantenernos con vida y con salud.

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