30 abril, 2024

Derecho penal del enemigo (I)

Derecho Penal del Enemigo, aquella línea del Derecho Penal cuyo desarrollo doctrinario mas completo y actual se lo debemos al jurista alemán Gunther Jakobs y que en resumidas palabras plantea un Estado de Excepción por sobre el concepto tradicional y rígido del Estado de Derecho y una clara distinción entre los ciudadanos de bien y aquellos que por sus intenciones contrarias a la ley y bienestar de los demás miembros de la sociedad. Para nosotros los abogados menores de 40 años, este sistema que se basa en hacer prevalecer la ley por sobre las meras formalidades y subjetividades para las que se ha prestado el sistema garantista, nos fue presentado en las aulas de clase como un tema tabú y “ malo “ ya que en Latinoamérica mas que en otras partes del mundo, tenemos sobredosis de una malinterpretación casi generalizada de lo que realmente son los Derechos Humanos.

 Los Derechos Humanos que hoy en día vemos y vivimos en nuestro sistema legislativo Constitucional tuvieron su origen artificial en la era post Segunda Guerra Mundial ( Diciembre 1948) y su principal fin era proteger a los ciudadanos del abuso de poder por parte del Estado ( precisamente el Estado que inspiró esta iniciativa fue la Alemania Nazi), plagada de aberraciones y abusos.

El Derecho Penal del Enemigo no desconoce estos Derechos Humanos, pero si concede menos privilegios a los criminales y cree que la ley solo sirve cuando se la aplica con todo rigor; naturalmente la severidad de las penas aumenta y las prisiones dejan de ser centros de “ rehabilitación” para cumplir el rol de centro de castigo y penitencia, algo que nos viene bastante bien en el Ecuador de hoy, ya que los centros penitenciarios son todo menos prisiones, son otro tipo de libertad y en el caso de la Penitenciaria del litoral, una fortaleza criminal impenetrable para la fuerza publica y el imperio de la ley.

El Ecuador vive la mayor crisis delincuencial de su historia y el modelo Garantista (Luigi Ferrajoli) que se encuentra estructurado en nuestra Constitución no parece responder a la amenaza criminal que cada día pierde mas límites y estribos. Está comprobado que el garantismo ha sido malinterpretado y abusado por abogados, jueces y demás operarios inescrupulosos de la justicia que dejan los derechos de la ciudadanía en segundo plano. 

Los abogados debemos despojarnos de la injustificable arrogancia intelectual de querer imponerle a la sociedad civil solo aquel modelo y estructura de pensamiento en la que creemos pero que en la practica no le sirve, debemos servir a la justicia y la sociedad siendo operadores y promotores de aquello que si sirva a la sociedad. La soberbia intelectual de muchos abogados activistas se ha convertido en un obstáculo para la sociedad en esta lucha contra la delincuencia en la cual estamos aun en desventaja, ya que los criminales no tienen los limites que como sociedad nos hemos impuesto y que son los mismos que nos impiden anticiparnos a ellos y enfrentarlos con igual contundencia. 

Esta  primera columna tiene como fin presentarles este tema tabú en el mundo jurídico, pero que considero puede ser el giro que necesitemos como país para responder a la altura de la amenaza criminal que nos tiene sitiados como sociedad. En mi próxima columna de opinión extenderé mi propuesta para ustedes en este espacio digital que me ha acogido con la misión de aportar al debate público y plantear soluciones prácticas en beneficio de nuestro amado Ecuador.

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Guayaquil vivió décadas de oscuridad municipal y la planificación urbana quedó a merced de la ocurrencia, de un juego de toma y daca sin obedecer a una cultura urbanística hecha carne en ingenieros, arquitectos, empresarios de la construcción y, especialmente, de los funcionarios municipales. Es así como se explica la construcción de ese edificio denominado Macro, al pie del Estero y que ni está claro siquiera para donde evacuan sus aguas. Se incumplieron conceptos básicos en cuanto a altura y volúmenes. Tampoco se respetó la línea de retiro claramente demarcada hasta Plaza Quil que es la edificación vecina. Es así que se robaron todo el espacio necesario para dar acceso a un húmedo y anti técnico parqueo subterráneo. Esa franja usurpada tarde o temprano impedirá la ampliación del puente de Urdesa que es el embudo donde termina la Avenida Plaza Dañín.

Recuerdo que cuando se iba a aprobar el paso a desnivel del Policentro las observaciones que como concejal hice al temido León advirtiendo que todo lo que se iba a ganar en rapidez vehicular con esa obra se la perdería con la estrechez del puente de Urdesa. Nuestro alcalde quería obras y no le alcanzó el tiempo para terminar las soluciones viales correspondientes a ese sector, pues abrió muchos y simultáneos frentes en toda la ciudad. Me respondió, mi recordado burgomaestre, que ya habría tiempo para que otros alcaldes se ocupen dar esa solución. Han pasado casi dos décadas ya y la congestión vehicular se centuplicó. Hace ocho años funciona, a pocos metros de ese mencionado edificio, el centro comercial San Marino construido también a escasa distancia del Policentro que tiene 30 años de antigüedad. El sector está saturado porque incluso se permitió a la Clínica Kennedy ampliarse a costillas del parqueo ajeno. Incluso allí pegado funcionan Las Vitrinas, otro centrito comercial, para terminar de congestionarlo todo. En resumen, ese sector del Guayaquil moderno, adolece de una notoria falencia en cuanto a planeamiento urbano.

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