29 abril, 2024

La última cena: 27 enero 1995

La última vez que la nación enfrentó cohesivamente una situación de máximo riesgo en medio de la precariedad económica fue hace 26 años. Todos los ex mandatarios, ganadores en buena lid de sus respectivas contiendas, acudieron al despolitizado llamado de unidad efectuado por Sixto Durán-Ballén en defensa de los más altos intereses nacionales. El conflicto externo de entonces requirió destinar apenas 1% del PIB para la defensa territorial. En contraste, el 70% de nuestro PIB se encuentra hoy comprometido en deuda generada más que nada por la malversación del erario, pero lo que es más grave aún, luego de 14 años de socialismo la raíz política del actual problema económico compromete el propio existencialismo de la república. La imposibilidad ética y política de sentar a todos los actores sobrevivientes de 42 años de esta mal llamada democracia en una misma mesa de la verdad para propiciar la unidad nacional exterioriza la dimensión de la conflagración interna.

Las cartas del país están manipuladamente jugadas en medio de un cuestionado proceso electoral. Más socialismo, o la falta de acuerdos entre opositores, sería un desastre del cual esta vez solo saldríamos a través del interinazgo de un ciudadano ejemplar llamado a inyectar ecuanimidad, compromiso y prospección a un Estado fallido con pocos auspicios de superación propia. Es momento para que el civismo opositor (Hervas, Pérez y Lasso/Nebot) actúe como nunca antes y establezca el rumbo de los próximos 20 años para juntos cogobernar y desterrar así al SSXXI.

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The Wrath of Justice

Cierta vez, allá por el año 1999, mientras conducía mi vehículo en un Freeway del Estado de New Jersey, y en circunstancias que excedí en 15 millas el límite de velocidad permitido, por tratar de salir de dicha vía en busca de una estación de servicio para ir al baño, fui interceptado por un patrullero de caminos, quien me sonó estrepitosamente la sirena de su vehículo y me pidió que me estacione a un lado de la vía.

El tipo se bajó de su vehículo y me dijo que había excedido el límite de velocidad, me pidió que me baje de mi carro para que vea en su monitor al interior de su patrullero, unos inmensos números rojos que indicaban que supuestamente yo estaba conduciendo a 85 millas/hora, lo cual suponía que mi exceso de velocidad, en relación al límite de velocidad permitido, era de 30 millas/hora, lo cual obviamente comprometía mi licencia debido al castigo; no solo económico, sino en función de los puntos menos en contra en mi record, lo cual me convertía en un seguro candidato a que mi licencia de conducir me sea suspendida en cualquier momento.

2 comentarios

  1. Excelente mensaje Gonzalo, que asi sea. Acuerdo nacional de gobernabilidad de veinte años. Puede ser una utopia pero es lo que se debe hacer, no solo por cuatro años sino por el tiempo minimo que has sugerido. Lo acompañaria con un plan nacional educativo de valores unido a una campaña de comunicacion de los mismos, asi mismo por veinte años y acuerdo nacional. Quien puede no estar de acuerdo con:
    – Amor al trabajo .
    – Honestidad .
    – Integridad.
    – Maximo esfuerzo.
    – Disciplina.
    – Puntualidad.
    – y otros mas. Nada de sesgo politico ni religioso.
    Saludos .

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