27 abril, 2024

Una reflexión

Conversando con un grupo de amigos sobre el bicentenario de la Independencia salió a la conversación el orgullo de descender de fulano. Reflexionando sobre el tema, creo necesario pensar y reflexionar qué es más importante: el ancestro, ¿de quién vengo?, o el descendiente: ¿quién soy?, ¿soy digno de descender de dónde vengo?

Muchas veces la persona se deja llevar por la vanidad y cree que es importante porque viene de tal prócer o tiene tal o cual apellido.

Lo verdaderamente importante es quien soy, que hago, con que he contribuido al mundo, que he hecho por los demás.

Si he servido en un puesto de elección popular, ¿he servido? O ¿me he servido del puesto? ¿He sido imparcial y justo? o ¿he ayudado a mis amigos?, o ¿he aprovechado mi puesto para recibir “regalitos” y salir beneficiado?

Hay también muchos amigos, panas del alma, que cuando estás en el poder te piden que los ayudes para conseguir tal o cual contrato o lo que sea. ¿Has cedido a su pedido?, o ¿has colaborado con ellos, por amistad, o por colaboraciones o por lo que sea?

Y viendo el lado negativo, ¿Cómo he engañado?, ¿a quienes he estafado?, ¿de quienes me he servido?, ¿en que he sacado provecho? (ya sea para mí, para parientes o amigos), ¿de qué me he aprovechado?

Hay una gran diferencia entre un hombre de provecho y un hombre aprovechador, y la principal diferencia es la intención.

Hemos vivido en estos años muchas vivencias que nos han demostrado de que están hechos algunos individuos. Los que acostumbran mentir, engañar, hacerse las víctimas, falsear la verdad, los acomodaticios, los vividores, los abusadores, los cobardes envalentonados, los amenazadores, en fin cada uno, según su forma de actuar.

El hombre no tiene valor por sus ancestros, lo que tiene, si tiene un apellido, es simplemente la obligación moral de respetar ese apellido, de demostrar quién es él, y que no ha vivido en vano.

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Guayaquil y su Puerto

Guayaquil pujante puerto en 1804. Carlos IV, “El Cazador” redujo ¾ partes de los derechos impuestos al comercio entre las colonias. El Virrey del Perú, Gabriel de Avilés y del Fierro hizo caso omiso y los mantuvo al comercio de Guayaquil, obligando a los exportadores guayaquileños a beneficiar al puerto de El Callao. Guayaquil se dio mañas para contrabandear su cacao enviándolo directamente a España y se apeló la injusticia. En 1818 Fernando VII “El Deseado” terminó con el desafuero. Siempre se ha intentado mermar la importancia del puerto de Guayaquil y se luchó y se triunfó gracias al coraje y determinación de su gente.

Ahora, en 2013, ya no un Virrey, sino un mandatario con aspiraciones absolutistas Rafael I, “El Anhelado”, de la Burocracia Centralista, la que toda la vida republicana ha intentado minimizar a Guayaquil, y con ayuda de un estudio contratado por una Ministra guayaquileña con “kikuyos” españoles fulmina al puerto de Posorja y saca al Puerto Marítimo del Golfo, imponiendo desde la capital la vocación de cada puerto. El estudio deja al puerto de Guayaquil solo para cabotaje a Galápagos y Turismo. Lo rebaja a puerto de ínfima categoría. Manta es el ungido para Aguas Profundas por mandato real; no importa lo que el mercado ha preferido por 500 años, prima la voluntad estatal en base a un estudio de idoneidad cuestionada.

AVC y Museo de la Memoria II

Como en la primera parte, me seguiré refiriendo en forma fidedigna al libro “Ecuador 1960-1990: insurgencia, democracia y dictadura” de Darío Villamizar Herrera, Editorial El Conejo, 1994. En él se publican los testimonios, con lujo de detalles, de los autores de asesinatos, asaltos, secuestros, etc. de los miembros de las organizaciones subversivas que actuaron, especialmente, en la década de los 80. Les recuerdo que Villamizar, de nacionalidad colombiana, se desempeñaba como vocero político de la organización subversiva M-19 en nuestro país.

“Para el 12 de agosto (1993) se da la acción de AVC más sonada hasta entonces: la sustracción de las espadas de Eloy Alfaro y José Montero del Museo Municipal de Guayaquil. (…)”. (p.136).

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