El capricho, la soberbia, la vanidad, la ceguera mental, los odios y las frustraciones de individuos, desde el Poder del Estado, desataron una guerra mundial en 1939. Más de 50 millones murieron en menos de seis años; casi 1.000 seres humanos muertos por hora. Una Europa destruida tomó años en recuperarse. Estas formas de violencia anti-humana se iniciaron con decretos y mandatos absolutistas en los cuales lo que importaba era la voluntad del líder. Venían acompañados de una propaganda atosigante unidos al ciego fanatismo y la violencia de las masas. Se persiguió inmisericordemente a la oposición.
Vivimos momentos de un pavoroso intento de destrucción del Ecuador. Con mucho temor por el futuro de nuestros hijos y nietos vemos como se juzga de terroristas a Nelly Zamora y Pepe Acacho, pero a los izquierdistas de las FARC, que han cometido horrendos crímenes en tierras de Colombia se los califica de “insurgentes o patriotas y luchadores” por el gobierno ecuatoriano y otros pseudo socialistas de algunos países de América Latina.