30 abril, 2024

Felicidad y aprendizajes

Si observamos los aprendizajes cognitivo-afectivos de los seres humanos, veremos que en esencia son fruto de una relación directa de los individuos con el entorno en el cual están los “referentes”, llámense padres y madres, maestros, tutores, guías, sucesos, procesos, modelos, esquemas y todo lo que puede influenciar a la “Cultura” en la que se desenvuelve

Un aprendizaje depende biológicamente hablando, de las asociaciones entre neuronas del sistema nervioso central guiadas por los estímulos externos –físicos, humanos, entre otros- y estimuladas por factores químicos y eléctricos que actúan como verdaderos reguladores de intensidad y de… ¡calidad!. Así pues, se asegura que los “acercamientos” son de alguna manera indelebles una vez que se establecen y que factores tales como la música, el ejercicio, la repetición consciente o el recuerdo permanente las establecen con alto grado de especificidad. Los filtros mentales o cognitivo-afectivos son… ¡aprendizajes!

Si he de establecer la relación entre los conceptos que hoy deseo enfocar, me tocaría definir a la felicidad. Múltiples definiciones existen, sin embargo, cabe expresar la propia… “sensación de plena satisfacción –física, psicológica y espiritual- que se hace consciente como una herramienta óptima para lograr los más altos propósitos en la vida de un ser humano”. En realidad la felicidad es un fin pero también es un medio, no podría ser de otra manera… es un constante batallar con la consecución de logros a partir de una labor reiterada, estimulante y prospectiva, que debe llevar a la particular sensación de haber cumplido cabalmente con una Misión de vida, con un encargo del Creador…

¿Podría decir una persona que padece del filtro de la baja autoestima que “ahora sí es feliz” sólo porque en el momento histórico por el que pasa todo le sale como él o ella quisiera?. ¿Qué sucede si alguien va en contra de lo que esa persona considera “lo mejor”?, con seguridad se la “bajará la autoestima”, es entonces cuando le echa la culpa al otro de lo que no es capaz de lograr. Al enfrentar el desafío, su cerebro descarga primero el aprendizaje tan reiteradamente establecido y “reacciona” sintiéndose como “la última rueda del coche”… ¡culpa de los demás mi desgracia!. Es entonces cuando la felicidad –como medio- no hace “click” para el logro de otros y otros avances, en tanto se espera… “que algún día cambie mi suerte…”

Caer en cuenta que algunos de mis aprendizajes me detienen en el dorado salto de una vida feliz es tan solo un primer paso. El aceptar que sólo depende de mí el crear otros aprendizajes, esta vez conscientemente practicados, que me ayuden a responder a las situaciones cotidianas de una forma más exitosa es el segundo. Encontrar los caminos, esbozar las estrategias y practicar, practicar y practicar sin perder de vista el horizonte –llámese Visión- hará que todo el programa cognitivo-afectivo del ser humano se arrumbe hacia una actitud nueva, diferente y maravillosa, de manera que la felicidad no sea un concepto puramente comercial y pasajero, sino un constante impulso motivacional hacia el logro de otras y otras similares sensaciones.

Al final del camino sólo quedará la seguridad o la inseguridad de haber vivido una existencia plena y cumplidora de una Misión de vida… ¡seremos evaluados por nuestra propia consciencia!.

Considero entonces que si relacionamos a la felicidad con los aprendizajes y entendemos que gran parte de nuestra vida se la debemos al ambiente y a sus estímulos –mucho más que a la genética-, debemos de comenzar a pensar en el cómo logramos responder y no reaccionar ante las propuestas de la vida. Los condicionamientos, filtros mentales u obstáculos cognitivo-afectivos pueden funcionar como lentes empañados que no nos permiten “ver” con claridad lo maravilloso del mundo y de la vida, lo cercano a Dios que estamos a través de nuestro contacto con el servicio humano y lo fatal de un destino signado por el no establecer el rumbo con suficiencia para cumplir con una Misión de vida.

Hablar de abstracciones y de utopías puede ser bonito, aterrizar a la cotidianidad con las herramientas de que disponemos… talentos, tiempo, aprendizajes, seres humanos… es en definitiva más específico… ¿le parece?

 

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Theo

Los que tenemos la suerte de a los casi 70 años, conservar a nuestro padre, podemos manifestar la alegría de contar, no sólo con su sus consejos, con su cariño y con la alegría de estar a su lado, sino además la satisfacción de sentir como nuestra vida se siente completa, por los recuerdos de sus amigos, por la alegría de nuestros hijos y nietos (y algunos, incluso, bisnietos), y por los recuerdos vividos, por las historias ancestrales, por las anécdotas de los tiempos idos.

Quiero, en homenaje a ellos, a esos padres de hace ya algunas generaciones, poner aquí unos versos que pueden traer nostalgia y pueden hacernos recordar tanto los años de infancia, como la época de nuestros inicios en la dura tarea de educar a nuestros hijos (que, al menos hablando por mí, delegamos a la mujer que llenó nuestra vida y que gracias a ella, nuestros hijos son lo que son: hombres y mujeres de bien, hombres que miran al futuro, no con ojos de incertidumbre, sino con mirada de decisión. Quiera Dios que nuestros hijos puedan llenar sus vidas como la pudimos llenar nosotros, con amor, con fe, con coraje y decisión, con honestidad, con respeto a los demás, con la frente alta y limpia y sobre todo, con amor a Dios y humildad.

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