26 abril, 2024

Por los Padres (I)

Theo

Los que tenemos la suerte de a los casi 70 años, conservar a nuestro padre, podemos manifestar la alegría de contar, no sólo con su sus consejos, con su cariño y con la alegría de estar a su lado, sino además la satisfacción de sentir como nuestra vida se siente completa, por los recuerdos de sus amigos, por la alegría de nuestros hijos y nietos (y algunos, incluso, bisnietos), y por los recuerdos vividos, por las historias ancestrales, por las anécdotas de los tiempos idos.

Quiero, en homenaje a ellos, a esos padres de hace ya algunas generaciones, poner aquí unos versos que pueden traer nostalgia y pueden hacernos recordar tanto los años de infancia, como la época de nuestros inicios en la dura tarea de educar a nuestros hijos (que, al menos hablando por mí, delegamos a la mujer que llenó nuestra vida y que gracias a ella, nuestros hijos son lo que son: hombres y mujeres de bien, hombres que miran al futuro, no con ojos de incertidumbre, sino con mirada de decisión. Quiera Dios que nuestros hijos puedan llenar sus vidas como la pudimos llenar nosotros, con amor, con fe, con coraje y decisión, con honestidad, con respeto a los demás, con la frente alta y limpia y sobre todo, con amor a Dios y humildad.

Para comenzar , veamos cuánto vale un padre, de acuerdo a la edad de los hijos:

Cuanto vale un padre?
Opinión de un hijo de acuerdo a la edad

A los 7 años:
Mi papá es súper chévere.
El Rambo III de la gallada
Es el “duro” del barrio.

A los 14 años:
Algo le pasa a mi papá: Ya no me quiere.
No! esto no! Cuidado! No lo otro!
Todo me lo prohibe
Dice que estoy en la edad del burro.
En cual estará el?

A los 18 años:
Mi papá se ha vuelto insoportable!
No esos amigos!, no esa música!
No ese carro! No motos!
Hasta cuando tendré que soportar esto?
Pienso largarme de esta casa.

A los 21 años:
Empeoró el viejo!. Nadie lo aguanta!
Está pasado de moda! Chapado a la antigua!
Es del tiempo de la chispa! confunde todo!
Me exige que baje el volumen!
No sabe ni entiende nada de nada

A los 30 años:
Caramba!: Donde está el viejo?
Estoy hundido! Iré a buscarlo!
Aunque a veces tiene ideas ridículas
Es el único que puede ayudarme.

A los 40 años:
Ahora sí que me hizo la grande el viejo.
Como se le ocurre morirse ahora
que es cuando más lo necesito.

A los 50 años:
Nunca comprendí a mi padre!
Jamás valoré la sencillez de su sabiduría!
Hoy que está muerto, me doy cuenta.
Dios mío! Perdóname, fui un necio!
Nunca supe aprovecharlo.

MORALEJA: Cuando se pierden las cosas y las personas, es que se reconocen su amor y su valor.

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