29 abril, 2024

Las lluvias

Con la llegada del invierno se dio inicio a la estación lluviosa no sólo en el litoral sino en todo el país. Nada nuevo para los ecuatorianos que estamos acostumbrados a soportar verdaderos diluvios y calores insoportables.

Pero más allá de la molestia que nos pueda causar los calores por un lado y la lluvia por otro, las mayores afectaciones están siendo las copiosas denuncias de corrupción y el preocupante endeudamiento agresivo del gobierno.

En lo que se refiere a la corrupción, todos los días los verdes Flex buscan nuevos chivos expiatorios en quien descargar la culpa. El festín con los dineros de los ecuatorianos está aún por revelarse.

El caso Odebrecht donde el gobierno trata de poner distancias a pesar de los informes del Departamento de Justicia de los Estados Unidos y de los Papeles de Panamá, tiene aún mucho que revelarse.

En lo relacionado a Petroecuador, los contratos firmados no sólo para la repotenciación de la refinería de Esmeraldas, trabajito que ha resultado un verdadero asalto, más los negociados con los créditos por los préstamos chinos garantizados con Petróleo, son aún grandes incógnitas, aunque supuestamente han sido auditadas por la Contraloría e investigadas tibiamente por la Fiscalía. Expertos en tapar los atracos.

Lo que sí está significando una verdadera lluvia son los bonos emitidos por el gobierno a fin de conseguir desesperadamente solventar el presupuesto. Mil millones a una tasa usurera de 9,125% de interés se anunció por parte del Ministro genio de las finanzas. Sigue la loca carrera del endeudamiento.

La deuda del Estado según el gobierno está en el 38,7 % del Producto Interno Bruto, cifra que, para todos los entendidos en materia económica, no es real. Magos versados en esfumar las cifras.

Hasta la terminación de la revolución verde en el mes de mayo, deberemos soportar los ecuatorianos, no sólo la inclemencia del clima sino también la desesperación por la falta de recursos económicos consecuencia del desempleo y la poca inversión por la incertidumbre del futuro del país ante un nuevo gobierno.

Artículos relacionados

Los bárbaros al poder

Después de Nerón, el último de los césares, la Roma imperial pierde su sentido de grandeza, a cambio de durar nominalmente en el marketing post mortem de la historia. Pese a los 27 años que siguieron de la dinastía Flavia y los 84 de los denominados “los emperadores buenos”, incluido Marco Aurelio con su entusiasta proyección estoica, Roma ya no es Roma.

Sólo hay un sobrevivir por inercia. Apenas una triste defensa de negociación con todo el que arremete a sus fronteras, comprando chulqueramente a los soldados, compartiendo hasta la administración de justicia con sicarios…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×