29 abril, 2024

El Juzgamiento y la misericordia

Asusta pensar en el juicio final. En realidad, si no fuera por la misericordia de Dios, no creo que haya ser humano que debiera ser juzgado digno de entrar al cielo y eso pese a que, de acuerdo con la religión, para que haya pecado mortal son necesarias tres condiciones: 1.- Materia grave, es decir que el pecado que se ha cometido sea mortal. 2.- Pleno conocimiento: que uno sepa que ese pecado es mortal. 3.- Pleno consentimiento: querer,  aceptar cometerlo.

La Iglesia, a mi modo de ver, analizando lo que ha ocurrido en los años que tengo de vida, ha dado un giro muy importante. El equivalente al cambio que se dio al cambiar del Antiguo al Nuevo Testamento. Hemos pasado de un Dios castigador, un Dios juzgador, como el del Antiguo Testamento, a un Dios misericordioso, como lo es Jesús, que en sus propias palabras nos advirtió: “No juzguéis y no seréis juzgados”.

Preocupa mucho que algunos antiguos cardenales, critiquen a la autoridad del Papa, porque esté permitiendo que  los sacerdotes, en la confesión, puedan absolver al pecador de sus pecados, incluyendo el pecado de aborto. El pecado de asesinato es igualmente perdonado por los sacerdotes en la confesión. Esto no quiere decir que el Papa esté promocionando el asesinato o el aborto. Jesús claramente dio a los sacerdotes la facultad de perdonar los pecados.

La Iglesia, cuando yo era joven, era una Iglesia castigadora. En los Colegios católicos se nos advertía que no debíamos pecar. Desde hace varios años, con San Juan Pablo II, y ahora, gracias a nuestro brillante Papa Francisco, se ha estado insistiendo en la Misericordia.

Es necesario reflexionar: La salvación de una persona depende de sí misma, no de los demás. Si yo estoy arrepentido o no de mis pecados, es cuestión mía y me involucra a mí, no a los demás. No tengo derecho a juzgar los actos de los demás. Es más, vuelvo a repetir las palabras de Cristo: “No juzguéis y no seréis juzgados” Cada cual verá si se arrepiente o no sinceramente de sus pecados, pero yo prefiero no juzgar a los demás, Allá cada uno verá sobre su propia salvación. A mí me interesa salvar mi alma, y prefiero no ser juzgado para tener más posibilidades de salvarme.

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Estar vivos es la principal causa de muerte. Un día nacemos, y ese mismo especial y único día, nos asegura irremediable que, otro día vamos a morir.

Esto queda comprobado en la biografía de cualquier persona, al consultar por alguien que realizó obras destacadas mientras vivía, habrá dos fechas, la del día en que nació y la del día en que murió. ¿Qué quiero decir con esto?

Que la vida es tan solo una preparación para la muerte. Pero los seres humanos nos aferramos a ella, a la vida, como si se tratase de algo eterno, algo que siempre nos mantendrá en este mundo, algo que nunca pasará. La vida no es eterna, no se quedará para siempre y pasará de este mundo a otro mundo que nos puede resultar extraño, lejano o inalcanzable.

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