29 abril, 2024

El buen vivir

Algo que los ecuatorianos escuchamos a diario es «el buen vivir». Dice la Constitución que el pueblo soberano del Ecuador construye «una nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay».

A raíz de ello, de manera transversal, existe un Plan Nacional del Buen Vivir, y hasta una Secretaría del Buen Vivir adscrita al Gobierno Nacional.

Quizás muchos se pregunten ¿qué significa ese buen vivir? Y la respuesta la encontramos en las páginas oficiales. En concreto es «la satisfacción de las necesidades, la consecución de una calidad de vida y muerte digna, el amar y ser amado… El buen vivir supone tener tiempo libre para la contemplación y la emancipación, y que las libertades, oportunidades, capacidades y potencialidades reales de los individuos se amplíen y florezcan de modo que permitan lograr simultáneamente, aquello que la sociedad, los territorios, las diversas identidades colectivas y cada uno -visto como un ser humano universal y particular a la vez- valora como objetivo de vida deseable.»

Como se aprecia, el concepto es amplio, quizás algo subjetivo, ya que lo que para unos es un «objetivo de vida deseable», tal vez para otros no lo sea. «En gustos y colores no opinan los doctores». Tal vez algo más objetivo sea eso de «amar y ser amado». Partiendo de esa premisa, si el Estado ecuatoriano me debe garantizar el buen vivir, ¿qué pasa con aquellos que «no somos amados»?, ¿cómo puedo hacer para que el Estado me garantice «ser amado»? Queda claro entonces que aquellos con desamor no tienen un completo «buen vivir».

Ahora, si el buen vivir es un principio constitucional y todos los derechos y garantías establecidos en la Carta Magna son de directa e inmediata aplicación, resulta coherente que podamos exigir tener ese deseable «buen vivir». Es verdad que nadie puede obligar a nadie a amar, pero quizás el Estado si pueda apoyar con eso de tener «tiempo libre para la contemplación», así tal vez los tristes encuentren algo de sosiego en la meditación. Otra buena razón para ponerse a marchar.

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