29 abril, 2024

¿Una democracia Presidencialista?

Este criterio, para los momentos del siglo que corre, como que no va más! El
estado-nación, que ha venido procesando su estadía política, desde mediados
del siglo XVII, hoy, casi 4 siglos después, ha colmado definitivamente las
funciones de la estructura republicana. Más aun… Con esta situación, aunque
gestionando algunas alternativas para subsistir en su accionar democrático,
puede decirse que ha sido rebasado. Por propia diligencia en la búsqueda de
solución a sus graves contradicciones. Es cierto que lo nuevo no siempre es
sinónimo de lo mejor. Pero está!

Hoy, sin embargo, con las fronteras del estado nacional quedadas del
tiempo, y avasalladas por la tecnología comunicacional sin esperanzas de
recuperación, de facto la exigencia de más alternabilidad social, más
libertad individual, más participación por derecho, resalta en prioridad.
Negar este hacer es invocar la toma del poder de cualquier forma del
autoritarismo político, definitivamente en desuso. Algo que, ciertamente,
genera en su manifestación socio cultural, inestabilidad jurídica, deterioro
de los derechos sociales, dependencia política de los valores y normas
institucionales… Es que el presidencialismo en una democracia contradice su
esencia misma, al dar paso a la existencia de una dictadura camuflada. Claro,
aparentemente protegida por los mismos criterios constitucionales que la
denuncian.

La actualidad reclama, de lo político, de lo económico y lo social, en
conjunto, una forma más ecuménica de comprensión de la vida moderna.
Modernidad en que no hay que perder de vista la hegemonía de lo colectivo
sobre cualquier tipo de individualismo. Hay que aprender a conjugar, con
regularidad, en tercera persona del plural e ir abandonando la primera del
singular, que ha sido la preferencia por algunos siglos… Todo, incluso, en el

contexto de la operatividad de las multinacionales que han superado, desde
hace mucho, los típicos presupuestos nacionales de cada estado. Y no es
hablar de cientos de millones de dólares en exceso…

El asunto significa miles y miles de millones en transacciones imparables,
que van y vienen de un punto cardinal a otro, en el contexto de protección del
anonimato, aceptado internacionalmente por inercia del proceso. Ningún
bloqueo legal tiene capacidad real para detener o soslayar semejante
evento. Todo más bien incide a favor de promover el proyecto financiero
económico de variados mercados, vinculados mundialmente, en una práctica
de globalidad… Y ahora, como integrante, en tanto motor de liderazgo, con el
modo de vida electrónico comunicacional en reciclaje perpetuo!

Pretender en estos momentos la hegemonía de un poder presidencial, que no
reconoce sino su presencia como enviado del cielo, es vivir en una realidad
de obsolescencia. La figura jurídica del estado, pretendiendo retrasar su
desaparición, ha dado paso a la asociación de estados, aprovechando,
incluso, su integración en continentes geográficos. Pero no! Es insistir en
vano. Los estados han cedido ya los caminos y su andar a los mercados…
A las instituciones internacionales… A los grandes movimientos sociales de
masas… En vez de perder tiempo mirando hacia atrás, a la jurisprudencia de
una política jurásica, hay que reinventar otra distinta que esté en consonancia
con el mundo que está apareciendo, al margen de cualquier voluntad
personalista…

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No hay comentarios

  1. Muy buen artículo.

    Hay que reinventar la política, en lugar de parapetarse detrás de proteccionismos anacrónicos. Las multinacionales están allí para quedarse. Ningún Estado tendrá la fuerza, económica y política, suficientes para enfrentarlos. No hay que resignarse, solamente adaptarse y aprender a vivir con nuestro tiempo, ni seguir pensando que lo pasado fue mejor. Darwin se encargará de hacerlos entrar en razón.

    No sacamos nada tratando de imitar políticas crueles y fracasadas. Es luchar contracorriente. A ese paso terminaremos asfixiados como los viejos salmones que van subiendo los cauces cuesta arriba.

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