28 abril, 2024

Aníbal y Roma. Rafael y nosotros…

La historia es una repetición de los hechos. Desde que el hombre existe, sus ambiciones siempre han sido las mismas. Tener poder, creerse mejor que los demás, abusar, mentir, traicionar, son codicias comunes a todo ser malo desde el comienzo de la humanidad. El satisfacer los requerimientos de la apetencia humana es imperativo y consustancial a la especie.

Entre las voracidades negativas que corroen su espíritu están la obsesión por tener el poder, el dinero, el egoísmo, la vanidad, la sobre valoración, la tiranía etc.

Hace siglos existió un hombre cuya ambición desmedida de poder lo llevó a someter bárbaramente a cada pueblo que podía. Este individuo prepotente y autoritario tenía como su máxima ambición el conquistar a la ciudad de Roma y través de esa conquista, subyugar al imperio.

La perversa necesidad de subyugar a los pueblos por creerse un mesías, ha estado en las entrañas carroñeras de los tiranos desde el comienzo de los tiempos.

Se creían predestinados para ser los que le digan a la gente como vivir o que pensar mediante su extremo control y la supresión de su libertad.

Su historia siempre ha sido la misma. Cada uno pensó que era el único que todo lo sabía. Con su autoritarismo pretendieron imponer su concepto de vida a los demás. A veces comenzaron con aplausos; pero por el abuso del poder, el mismo pueblo que los aplaudió, los asesinó.

Aníbal fue uno de ellos.

Cuando estaba frente a las murallas de Roma y la tenía sitiada, la historia nos revela lo que transcribo textualmente de la crónica de los discursos a sus generales.

Esto les decía:

Propaguen la noticia de que soy implacable con mis enemigos y generoso con mis amigos. Eso hará que los enemigos me tengan miedo y en cada poblado que lleguemos por temor a que los matemos; se nos unirán.

Digan a todo el mundo que en todo lugar que conquisto; el asesinato, el saqueo, la violación de las mujeres y los niños son mis prácticas salvajes más habituales.

Corran la voz de que soy sanguinario y despiadado.

Hagan creer que tengo un excesivo poder y verán como los cobardes que habitan en cada sitio, se nos someterán de rodillas.

El miedo es nuestro mejor aliado. Nos hace ganar batallas sin pelear. El miedo debilita el criterio del hombre y somete su voluntad. El terror dividirá al pueblo y hará que los cobardes sean nuestros partidarios más entusiastas.

Eso si; su fidelidad durará solo mientras se aprovechen de los beneficios que obtienen por estar junto a nosotros. Háganles creer que nuestra fuerza es el doble o el triple de lo que realmente es. Todas las noches frente a la muralla manden a varias cuadrillas para que prendan antorchas por millares. Creerán que tenemos muchos campamentos con innumerables guerreros que mantienen prendidas las antorchas. Mientras crean que somos muchos, tendremos una imagen imbatible que nos permitirá destruirlos.

De vez en cuando tírenles monedas, pero díganles que se las quitamos a los ricos. Capturen a algún romano representativo y tortúrenlo. Háganle un juicio falso para que parezca legal, luego arrasen con sus posiciones y su familia. Este ejemplo hará que los demás se nos sometan por el miedo de que les pase lo mismo si están contra nosotros.

Debemos hacer una persecución implacable contra los que gocen de algún privilegio que la gente del pueblo no tenga.
Eso hará que le simpaticemos a la mayoría y hará que odien a la minoría.

Acabarán aliándose a nosotros. Debemos convencerlos que con nuestra presencia comienza una nueva etapa y que el pasado jamás volverá. Les haremos creer que las cosas serán diferentes y que no estamos en una época de cambio sino en un cambio de época. Les haremos soñar que con nosotros los que no tienen nada lo tendrán todo y los que lo tenían ya no lo tendrán jamás.

Deben creer que construir una nueva forma de vivir; conlleva sacrificio y dolor. Debemos justificar nuestros crímenes como si fueran circunstancias necesarias para establecer un nuevo orden. Deben creer que las cosas serán diferentes y que todo es de todos.

El que nos combata deberá ser aplastado. Se lo deberá perseguir hasta eliminarlo. Atacaremos su honra. Inventaremos mentiras que repetiremos hasta que la gente las crea como verdades. Búrlense de ellos y trátenlos despectivamente. Nuestro pueblo es ignorante y goza con la burla. No hay nada mejor que poner un buen apodo para que nos tenga simpatía el que nos oye.

Una vez que estemos en el trono subiremos los impuestos. Nuestros recaudadores serán el arma implacable que nos permitirá perseguir con saña a todo el que esté contra nosotros. Con unos dos ricos que enjuiciemos públicamente, para luego meterlos en el calabozo hasta que se pudran, todos se nos arrodillarán sumisos.

Yo soy el elegido por el pueblo para hacer los cambios. El que esté conmigo tendrá todo y el que se oponga morirá.

Estos fueron algunas sentencias de quién se creyó el amo de la tierra y de los mares. Estas ideas fueron parte de la soberbia y el autoritarismo del tirano que terminó asesinado por los mismos que lo adularon.

La historia es la repetición de los hechos… Aníbal y Roma; ¿Rafael y nosotros?

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No hay comentarios

  1. Saludos. !Cúanto deseo la reencarnación de J. Goebbels, Rosemberg, Gobineau, Nietzsche, Spengler, entre otros.!
    Esto es muy sencillo, para cualquier nihilista, anarquista, revolucionario, indisciplinado, rebelde con o sin causa, insubordinado, insurrecto, cristiano, socialista, y DEMÓCRATA, entre otros similares: LO TOMA O LO DEJA.
    Sugiero una canción popular, de Los Prisionero de Chile: Porque no se van ….
    Saludos.
    Napoleón Sotomayor.

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