28 abril, 2024

Ojos Verdes

Ojos verdes

Esta poesía de Rafael de León ha sido cantada muchas veces y por diversas artistas. Tiene romance y es una de las poesías más españolas que se han cantado en el baile flamenco.
Creo que vale la pena disfrutarla de nuevo:

Ojos verdes
RAFAEL DE LEÓN

Apoyá en er quisio de la mancebía
miraba encenderse la noche de mayo;
pasaban los hombres y yo sonreía
hasta que a mi puerta paraste el caballo.
“Serrana, ¿me das candela?”
Y yo te dije: “Gaché,
ven y tómala en mis labios
que yo fuego te daré”.
Dejaste el caballo
y lumbre te di,
y fueron dos verdes luceros de mayo
tus ojos pa mí.

Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Ojos verdes, verdes, con brillo de faca,
que están clavaítos en mi corazón.
Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vída son.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.

II

Vimos desde el cuarto despertar el día
y sonar el alba en la Torre la Vela.
Dejaste mis brazos cuando amanecía
y en mi boca un gusto de menta y canela.
“Serrana, para un vestido
yo te quiero regalá”.
Yo te dije: “Estás cumplío,
no me tienes que dar na”.
Subiste al caballo,
te fuiste de mí
y nunca una noche
más bella de mayo
he vuelto a viví.

Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Ojos verdes, verdes, con brillo de faca,
que están clavaítos en mi corazón.
Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vía son.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.

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Rafael Pino y Roca (2)

Otro poema famoso de Rafael Pino y Roca, que habla de su ingenio y de su fino sentido del humor, es este “Himno al pedo español”, escrito a comienzos del siglo pasado y que en su época fue repetido en innumerables ocasiones, produciendo hilaridad su descripción.

Disfrutemos de un momento de humor, leyendo este himno:

Himno al pedo español

Rafael Pino y Roca

Entra gallardo, en la arena,
con su sangre de torero,
el pedo más altanero
de la gástrica verbena…

Viene vestido de luces,
con meneos deslumbrantes,
desafiando a los obuses
y a los gases asfixiantes…

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