2 mayo, 2024

Apuntes de una viajera: El muro de Berlín

A 20 años de la caída del Muro.

Conocí el muro en 1969, a ocho años de haber sido levantado como valla tangible de la línea fronteriza que se extendía entre el mar Báltico y Checoslovaquia. Resguardado rigurosamente con alambradas, zonas desarboladas, torre de vigilancia, campos minados y soldados soviéticos armados; ante quienes, todo viajero tenía que someter su identidad, entre paradas sorpresivas de los trenes para revisar sus compartimentos.

Nadie era confiable en ese tiempo, ni extranjeros, peor nacionales, quienes trataban de escapar constantemente en las formas más inverosímiles.

El muro era la puerta de esa valla, símbolo de la división de Alemania en dos partes, una de las cuales quedó detrás de ella, aislada del mundo libre- -la República Democrática Alemania (RDA) – bajo el régimen del Partido Comunista que ejerció la función estatal, remarcando la guerra fría que durante más de 40 años confrontó a Europa y el mundo.

Tenía que traspasar el muro de Berlín para conocer la Universidad Alexander von Humboldt, el Museo, La Opera, la Biblioteca; esa esencia cultural, que añoraban los alemanes de la República Federal (RFA) y sentían tanto haberla perdido.

Estando en Berlín Oriental, comprendí que, en verdad habían “dos Alemanias”, una clara y otra oscura- como yo las califiqué-.

Que frío sentí el invierno esa vez; a las cinco e la tarde como todo invierno en Europa, anocheció, pero a mi me golpeó muy hondo, entre casas, calles y almacenes casi en penumbra, con calefacción sin fuerza y racionada; todo ésto , porque el fluido eléctrico se lo llevaban para alumbrar la muralla y partes vulnerables de fuga en la frontera.

En ese Berlín desolado y triste, ante un gigantesco monumento, de extraordinaria línea soviética me dije – ¡pobre Alemania! A lo que la llevo el criminal régimen nazi de Hitler-. Una guerra de expansionismo megalómano que arrasó con las bases nacionales de un pueblo.

1985- De regreso de Nairobi estuve otra vez junto al muro de Berlín; en la puerta de Branderburgo hacían la guardia los soldados igual que quince años atrás. Era verano, y sin embargo, un escalofrío recorrió mi cuerpo; la muralla seguía en pie igual de invulnerable, pero había muchos escritos en ella, que indicaban toda una humanidad que había llegado hasta allá para expresar su desagravio por la ignominia. Me pareció menos resguardado, alguien dijo, – Es que ya no huyen, ellos ya son comunistas y están resignados a vivir encerrados. A lo que yo exclamé: -¡Nadie, comunista o no, en este siglo, ni nunca, podrá resignarse a vivir sin libertad!…

Mas, tengo que confesar que no pensé que esto terminaría en la década del siglo XX; a pesar que entre los miles de escritos sobre el muro, hubo uno que me impresionó y que decía: “Hermano, te esperamos ¡será pronto!- febrero 1980”. Y fue en 1989 cuando estealemanes rompieron una brecha en la cortina de hierro, justo cuando los jerarcas soviéticos se sentían tan seguros; nos parecía increíble; pocos días, antes del 9 de noviembre de 1989, Hecker, el Presidente de la RDA, había dicho “Todavía el muro estará en pie, después de cien años”; y ni a cien días el muro se derrumbó.

Unidos los dos pueblos y firmada la unificación jurídica del Estado alemán, rehacer una nueva Nación, no fue fácil, teniendo en cuenta que, a esas alturas, eran dos pueblos con diferentes culturas políticas, sociales y económicas, que tuvieron que ajustarse a un nuevo orden de cosas, pero lo lograron.

Año 2000. Estuve con mi hombre amado nuevamente en Berlín – ¿El Muro?-

Llegamos a la puerta de Brandemburgo… Por aquí…¿dónde?… si… Más estaba en nuestra mente que en algo tangible. Toda era una sola Berlín, de millones de gente que ivan y vinían, de grandes edificios con gigantes letreros luminosos de industrias mundiales. Una ciudad pujante de siglo globalizado. ¡Una década sin muro!.

– No quise ver las ruinas arregladas para los turistas –

Nosotros no nos consideramos turistas, Alemania fue siempre para mi familia una parte de nuestra vida, amigos, con los que intercambiamos por muchos años, nuestras culturas.

Lo que nos sorprendió al analizar a fondo al hombre cotidiano, es que había un nuevo berlinés, posesionado de casi todos los negocios de la ciudad; hoteles, restaurantes, vendedores ambulantes, de objetos de “la última guerra” desde charreteras, relojes, gorras… ¿Originales o falsas?…

Y en un puente en tendidos rústicos con mucha artesanía de ámbar, por un momento me sentí en la serranía de mi tierra, asediada por la oferta de los vendedores que entre ellos hablaban otro idioma que no era el alemán, es ruso –me dijeron ¿?

Hoy llegamos a los – 20 años de la caída del muro – con una Berlín, que significa la capital de una Alemania, en medio de un Mundo que vive en la nueva paradoja – de la paz armamentista- Enfrentamiento que ya no es ni siquiera ideológica como la tal guerra fría sino más triste aún, netamente de explotación de gobiernos entre sí, de compra – venta de material de guerra, nuevos o usados, servibles o inservibles, mientras los pueblos se mueren hambrientos de pan y educación.

Gorbachov el lider soviético artífice de la Perestroika, contrario al uso de la fuerza de los regimenes comunista en Europa, que coadyuvó a la caída del muro lo expresa hoy, 20 años después:

“…Sin embargo para millones de personas el mundo no se ha convertido en un lugar más seguro que antes. Innumerables conflictos locales y guerras étnicas y religiosas han aparecido en el nuevo mapa de la política mundial. Una prueba evidente del comportamiento irracional de la nueva generación de políticos es el hecho que los presupuestos de defensa de muchos países grandes o pequeños son ahora mayores que durante la guerra fría…”

No obstante yo repito lo que escribiera en 1989, a la caída del muro, como esperanza de un mundo mejor; desde lo más profundo de mi espíritu de solidaridad humana, deseo que la esencia republicana de esa nueva Constitución, tenga bien controlado el ejercicio del poder, dentro del derecho democrático del Estado, por el bien del pueblo alemán y la paz del mundo.

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