28 abril, 2024

Ocho años después

Hace pocos días se recordaron los atentados terroristas contra las Torres Gemelas en los Estados Unidos de Norteamérica, donde murieron individuos de distintas edades, nacionalidades y credos, que en su mayoría no tienen ninguna relación con los atacados. Entre los muertos por ejemplo la cantidad de latinoamericanos fue enorme, y como dato curioso, entre los desaparecidos se encontraban 200 paquistaníes.

De los casi 6000 muertos o desaparecidos, la gran mayoría eran personas humildes que trabajaban como empleados, conserjes, mensajeros, saloneros, etc. Esta faceta del terrorismo nos demuestra su insania.

Por otra parte, el terrorismo atenta contra el derecho a la vida, la paz y la seguridad internacional.

Por la intencionalidad de los métodos utilizados y la muerte de inocentes trabajadores, el mundo entero condena el terrorismo; más este rechazo no conlleva la aprobación a la política desplegada por el ex presidente de los Estados Unidos George Bush, cuestionada por especialistas de ese país, y tachada por analistas de ese país, de imprecisa, vaga y desorientada.

Mientras tanto, el terrorismo ha ganado espacio, destrucción y muerte. Un ejemplo de lo que afirmo son los atentados que se han dado en varios países.

A esto se suma, que los terroristas utilizan la internet, las computadoras, los celulares, así como también explosivos de gran potencia, convirtiéndose en un terrorismo, versión siglo 21.

Por otro lado, para luchar contra este mal se necesita una acción coordinada a largo plazo por parte de los Estados. Nos enfrentamos a un grave problema que exige soluciones concertadas tanto a nivel policial, legal o financiero.

La falta de una verdadera justicia internacional es el mayor argumento para los que predican el terrorismo, motivo por el cual la solución de los conflictos internacionales es esencial para combatirlos.

Finalmente, no podemos olvidar que ocho años después el terrorismo sigue siendo uno de los mayores desafíos a los que debe hacer frente la comunidad internacional.

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Contestación a los comentarios

Han sido múltiples y algunos de fuerte contenido. Precisamente por eso cabe una aclaración de mi parte.

No soy ni remotamente un pelucón. Una de las cosas que más me honra es haber sido hijo de un hombre que me supo educar a base de su ejemplo y con su profesión de periodista deportivo. No heredé ninguna fortuna y dentro de mis prioridades jamás existió la de ser un hombre noble o de pertenecer a la oligarquía.

Todo lo que tengo ha sido conseguido por mi propio esfuerzo.

Mi padre no fue médico. Los títulos, postgrados internacionales y todos los cargos que he ostentado, han sido el resultado de mi capacidad intelectual, honradez, conocimiento y trabajo perseverante.

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