“Hacer llegar las quejas del infortunio, de todo aquello que atormenta y degrada la naturaleza humana, a los que tienen el deber de aliviarlo”. Alejandro von Humboldt, 1826
Aparentemente desde la Colonia existió ya la decisión de apoyar al nativo en la lucha diaria de mantener su hábitat social. Sin embargo todo era solo apariencia. De labios hacia fuera. El objetivo siempre fue cumplir con ciertos formulismos que exigía la estabilidad política gubernamental. Incluso, en algunos momentos, las leyes de la Corona expresaron hasta disconformidad con el maltrato inhumano del encomendero. Recomendaciones, por supuesto, que jamás pasaron del papel. Simple letra muerta. Cuando alguien puso interés en salvaguardar la existencia del indio, lo hizo en el puro afán de que sus beneficios económicos no disminuyan en la explotación de la mita, el obraje, la encomienda, el repartimiento, el laborío…