26 abril, 2024

Cuestión de Fé

Hay momentos en la Historia de la Humanidad, que son catalogados a posteriori de decisivos y lo son porque de lo acontecido se deduce un cambio sustancial. Uno de ellos ocurrió hacia el siglo VI antes de Cristo cuando el mito dio paso a la filosofía. Los dioses fueron suplidos por la razón. Debió surgir alguna preclara inteligencia espabilada que sintió la necesidad de reemplazar el mito por otro tipo de explicación, justificada de modo racional y es así como surgió la Filosofía, una interpretación racional del hombre y del universo, de las relaciones entre ellos y de éstos con la naturaleza. Y qué pasó con las deidades? Se encerraron acaso en el baúl olimpíaco tristes y apesadumbrados porque la razón les había desplazado? Quizá se habían endiosado tanto que no había mente, por muy sencilla que fuera, que les tomara en serio? Pues mira por donde, en estos días que transcurren, han emergido de las entrañas del Olimpo, lugar del que están descendiendo para comparecer ante los medios de comunicación. Sí, ya sé que racionalmente es imposible, pero para eso está la fe, para creer en aquello a lo que la razón no puede acceder, así que coloquemos unos instantes a ésta entre paréntesis y escuchemos las declaraciones de los dioses.

Soy Atenea. Durante mucho tiempo fui la soberana de la Sabiduría y las Bellas Artes, era una experta bordando, no imaginando pues que una humana pudiese bordar mejor que yo. Un día, una mujer de nombre Aracne quiso rivalizar conmigo en la elaboración de un vestido regalo para Hera el día de su boda. Herida en mi amor propio hice trizas el vestido pulido por ella y para coronar debidamente mi venganza transformé a la desdichada artista, en una vulgar araña. Lo siento me equivoqué, lo reconozco. Debí haberla transformado en otro bicho? No, claro que no. Simplemente tenía que haber aceptado lo evidente, que su trabajo era mejor que el mío.

Pues yo soy Zeus, el Padre del Cielo, muy diestro en el arte de manejar rayos. Y yo, Hera, su esposa, y experta en intrigas palaciegas y amorosas. Muy a pesar de los años seguimos formando pareja, pero no hemos bajado del Olimpo para convocar a la prensa rosa y hablar de nuestras infidelidades, sino para reconocer algo de lo que no nos sentimos precisamente orgullosos y cuya vergüenza nos ha tenido retenidos en palacio. Tuvimos un hijo, Hefaistos, que era tan horriblemente feo que uno por orgulloso y otra por ambiciosa nos impidió amarlo, aceptarlo como una criatura nuestra, así que lo arrojamos a la Tierra, quedando cojo para siempre, seguro alguno de vosotros humanos se habrá topado con él. Nos equivocamos, dimos mal ejemplo, lo sentimos.

Yo soy Ares, el principal y primero de los guerreros del Universo. No he venido de tan lejos para pelearme con alguno de ustedes, muy al contrario, he venido a entregaros mi arrogancia que me ha impedido salir a la luz desde que la razón se impuso. Hubo un tiempo que era tan engreído que al enterarme de que alguna de mis chicas era seducida por algún cautivante conquistador, lo convertía en cautivo de su conquista, en esclavo de su osadía, en víctima de su frescura, tal fue el caso de Adonis quien tuvo un romance con Afrodita; los celos se apoderaron de mí y la furia me arrastró a tomar la forma de jabalí y a la primera acometida, le acribillé dándole cuchilladas con mis afilados colmillos. Eso sí, gracias a su sangre, que regó los campos, nacieron anémonas rojas. Cometí un error y estoy dispuesto a asumir mi responsabilidad.

Y así uno tras otro han ido descolgándose de su poltrona olímpica, lo que ha permitido que su alejamiento se convierta en acercamiento, que su encierro se transforme en liberación y su endiosamiento en humanidad. Ya no es cuestión de fe, ahora es la razón la que impera, la que nos dice que esos semidioses o pseudodioses que rigen los destinos del mundo, que planifican nuestras economías diarias, que influyen en nuestra educación, que nos imponen el camino ético a seguir, han de acercarse, liberarse y humanizarse, o no?, o sigue siendo cuestión de fe?. Quizás entonces merezca más la pena volver atrás y encontrarse de nuevo con el mito.

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