8 mayo, 2024

¡Es la Junta del Guayas, no de Guayaquil! ¡Cuidado!

El jueves 24 de enero de 2008 luego del histrionismo necesario para arengar a las masas, el alcalde Nebot dijo muy claro: el siguiente paso es organizar el mandato de Guayas a entregarse a los asambleístas en Montecristi. Los puntos mínimos de convivencia civilizada que Guayas pide para ella y para el país. Así de diáfano quedó marcado el camino. Luego de la marcha la organización encabezada por el propio alcalde comienza a moverse y a producir el documento. Pero hay una infausta sorpresa. A esa junta se la comienza a llamar mandato de Guayaquil, cuando ese no es ni su real nombre ni su real dimensión. Es mandato de GUAYAS, un documento provincial, inclusivo y no de pocas organizaciones cuyo nivel de representatividad es discutido. Guayaquil es el centro de negocios del Ecuador. Epicentro económico del comercio nacional e internacional de este país. Cierto todo esto, no es menos cierto también que la ciudad sin provincia no sería nada. Su calidad de capital provincial debe revitalizarse y no obviarse. Guayaquil es capital de provincia, capital montubia del Ecuador y como tal debe integrar a todos los guayasenses en todos sus procesos sean culturales, económicos, turísticos y políticos. El proceso económico está –con sus falencias, claro- integrado: el montubio se faja con la tierra entre sus uñas dominando los elementos y la flora en el campo; el citadino porteño negocia, transa, vende y compra la producción feraz de la cuenca del Guayas. ¿Y en el resto de procesos? En el cultural, si no fuera por el denodado esfuerzo público del Archivo Histórico del Guayas (y del esfuerzo privado de familias que se reconocen montubias en la ciudad), la cultura montubia estaría condenada al olvido. Hoy es momento de unificar a la provincia en un proceso político. La Junta del Guayas es el foro idóneo. No es mandato de Guayaquil. Hacerlo solo de Guayaquil, o bautizar el documento como “Constitución de Guayaquil” es un error. Esta oportunidad de unificar a la provincia es única. No entenderlo así es ser un miope político: Guayas ha tenido en su prefectura a un personaje que quizá no es consciente todavía de su dimensión política en la provincia. Antes votamos todos juntos por la autonomía provincial y al cabo de 7 u 8 años resulta que Santa Elena se separa y que Milagro va por la misma senda. No es mandato de Guayaquil, es la Junta del Guayas, integrada por los cantones de la provincia, los recintos, parroquias, comunas, industriales, comerciantes. Todos sentados y reunidos. Es así con encuentros como estos que demostramos unidad frente a la agresión. Alcalde Nebot, recuerde que en su discurso se mencionó con claridad que el mandato es de GUAYAS y no solo de Guayaquil. No cometamos el error, guayaquileños, de encerrarnos a NUESTRA provincia; y digo nuestra no por que nos pertenezca, sino porque nosotros nos pertenecemos a ella. No es mandato de Guayaquil; no es constitución de Guayaquil. Es Mandato de Guayas. ¡Es la Junta del Guayas!

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Los hechos demuestran que en los cientos de años comprendidos entre el 1200 DC y el 1900 murieron cientos de miles de personas; así como otros tantos fueron torturados y se cometieron barbaridades en las cuales se procedieron incluso a raptos de niños en nombre de Dios. La santa inquisición se convierte en el centro del odio y la motivación esencial del repudio a la Iglesia Católica, porque era la manera de oprobiosamente controlar al hombre por parte de un supuesto poder superior. Maneja la publicidad y una aureola de verdad incuestionable. El que se oponga a la Santa Inquisición corría peligro de muerte.

Los extremos de la verdad propia, que no admiten la posibilidad de la equivocación llevarán a la vivencia de extremos en los que lo primero que peligrara será la libertad, porque es necesario acallarla para hacer brillar su supuesta única verdad, la del santo inquisidor, caudillo, o llamase como quiera autocalificarse el detentador del poder que utiliza los métodos de esa oprobiosa institución para hacerse de los absolutos poderes, manejando la verdad, diciéndola a medias o creándola a la conveniencia para en su nombre, hacer vivir a los pueblos en la norma que considera correcta…

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