19 mayo, 2024

Mami

Recuerdo a mamá en la playa, cuando nos quedábamos dos meses de largo en esas épocas doradas de las vacaciones del colegio. Mami se echaba a broncear por horas. Su look era vanguardista, traje de baño entero negro, gafas de sol Dior, zapatos de agua Speedo, y algún pareo colorido que había comprado en Egipto.

A mamá siempre le importó como nos veíamos, le sigue importando. Recuerdo que nos compraba a mi hermana y a mí pantalones de baño igualitos, le pedía a la nana que nos peinara hasta en la playa, donde las niñas normalmente llevan el pelo suelto o sin tanta cosa. Llevábamos trenzas en todo el pelo, pero con un toque hiper fancy. Los lazos que teníamos siempre eran modernos y llamativos.

Ella no se ensuciaba, ni siquiera cuando comía langosta. Siempre me llamaba la atención, porque a mí me encantaba revolcarme en la arena, en el lodo, hacer experimentos. Ni se diga con la comida, ya que siempre me regaba encima.
Ella nos enseñó a comer marisco desde chicos, cosas exóticas que los niños de nuestra edad normalmente no se atrevían a probar. No cocinaba nada, pero sí que se preocupaba para que la cocinera nos hiciera lo que nos gustaba a mí y a mis hermanos, sobre todo porque yo era muy mañosa con la comida.

Mami pedía que nos hicieran la sopita de queso que era mi favorita, también nos dejaba llevar a la playa unos snacks que eran de chocolate milo, me fascinaban. El helado ideal solo lo comía ella, porque nos decía que el agua con que se hacían tenía bichos. A nosotros se nos hacía agua la boca. Igual nos compraba el de Pingüino.

Mamá odiaba ir a las matines, íbamos con las nanas. En esas épocas yo soñaba con que vinera conmigo, como las otras mamás. Hoy soy mamá, y juro que la entiendo, en los santos hace mucho calor, te topas con gente que no te interesa ver y encima termino rompiendo la dieta porque amo comer comida de cumpleaños.

Ahora, entiendo, sí que importa cómo te ves, no solo para el resto, sino para uno mismo. La autoestima se trabaja, y cuando estás bajoneado, o triste, pero te dicen que bien te ves, es como si te inyectaran una dosis de autoestima… esto me lo enseñó mamá.

Mami tenía esta costumbre de pasar por los dormitorios para ver si respirábamos mientras dormíamos. Con mis hermanos odiamos esto, porque nos levantaba. Hoy ya no vivo con ella, pero sé que lo sigue haciendo, hace poco estuve con ella de viaje y claro que entró a chequearnos. Ahora yo hago lo mismo con mi hijo. Sin duda, nos llevamos mejor de adultas, resulta que un día me vi gritando igual que lo hace ella. La genética es jodida, pero también bendecida.

Ella me ha sostenido la mano cuando he estado en tratamientos médicos y me ha sobado los pies cuando me dolían. Ella juega con mi hijo.

Mamá no es una mamá tradicional, pero es mi mami. Soy muy afortunada por tenerla.

 

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