29 abril, 2024

Salinas del Ecuador: Brisa y mucho sol

INVITADOS POR NUESTRA HIJA Y YERNO, pasamos el feriado en Salinas.

Mucho turismo nacional, me lo confirmó un tendero cuando a las nueve de la noche fuí a comprar mis cigarrillos, me dijo: “no esperamos tantos turistas”.

Salimos el sábado, sin mucho apuro y llegamos sin contratiempos. Nos encontramos con los amigos de ellos, Johnny y Estefania, que habían sido invitados por José, para comer una exquisita fritada, que la consiguen en Salinas.

En la noche nos fuimos al S.Y.C., ahí nos encontramos con mis primas Cecilia y Beatriz Calderón, con sus cónyuges, hijos y nietos, pero hubo una sorpresa adicional. Estaba presente PAMELA, A QUIEN CONOCIMOS HACE MAS DE 50 AÑOS, EN CASA DE MI PRIMA CECILIA. Pámela había llegado en intercambio a su casa. Pamela tenía unos 15 o 16 años, bellísima y muy simpática. Pamela se enamoró de la familia Calderón Prieto y también de Buena vista y de Pasaje, en la que conoció la casa de hacienda familiar de los Prieto-Calderón.

Pamela habla perfectamente el español y vino acompañada de su nieto, un niño de 12 años, que entiende bastante el español y juega muy bien el fútbol. Sentado junto a ella en esta mesa de aproximadamente 20 personas, me contó que tanto ella como su marido, eran Pastores Metodistas, jubilados, que viven en el estado de Oregón y que ellos viven y comen lo quellos mismos siembran en comunidad. Pese a los años concurridos, no había cambiado, era la misma “chica” amigable que conocimos cuando llegó por primera vez a Guayaquil. No estaba interesada tanto en el club y sus bellas instalaciones, más le atraía esa reunión familiar tan peculiar, de esa noche, con grandes, jóvenes y chicos de todas las edades.

El Domingo, fuimos invitados por los Vidal-Alvarado, a un paseo en su Yate. Margarita es una excelente anfitriona, pero las tres familias cooperan con la comida, los piqueos y Nacho con el trago. Por supuesto estaban invitados Antonio Sotomayor y su cónyuge. Antonio es un gran conversador y persona muy ilustrada. Hacia las siete de la noche, regresamos a a casa. En la noche llegaron de visita los Díaz-Calderón, pero nosotros, muy sigilosamente nos fuimos a dormir.
El retorno, lo hicimos a golpe de las 11 a.m., para evitar el tráfico.

Fue un feriado de mucho sol y de mucha brisa y algo de friecito en la noche. Tan pronto se enteraron de nuestra llegada, mi hijo Gabriel y Catalina, nos invitaron al Caramel, por supuesto acompañados de mis nietos.

Asó cerramos el feriado, que a estas altura del partido, nos resultó maravilloso.

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La prudencia es virtud hasta lo debido. Si va más allá ya no es prudencia, es cobardía.

Todos los ciudadanos tenemos el derecho y el deber de opinar acerca de cualquier acontecimiento. Sobre todo si tal acontecimiento implica un impacto social importante. Si el que calla otorga y callar cuando se deben decir las cosas, hace daño. Más daño hace la intolerancia. La misma que no debe intimidarnos. CADA OPNIÓN MERECE RESPETO. El valor de opinar honestamente, haciendo uso del deber individual pero respetando el derecho colectivo, es de pocos.

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