6 mayo, 2024

El lunes

Para la generalidad de las personas, el día Lunes, es un día antipático: “que pereza”….

Por supuesto para aquellos/as que tuvieron un fin de semana agitado: se fueron a la playa, tuvieron su farrita, una fiesta sonada, el lunes sí, de seguro es un día pesado, vuelves a la rutina, te despiertas más temprano, llevar tus hijos/as a la escuela, claro que cuesta. Pero, no le eches la culpa al Lunes ni a las sábanas..

Para mí el día Lunes, es el día más esperado de la semana, cuando estudiaba en el colegio hacía mis deberes  y estudiaba las lecciones el fin de semana y por supuesto quería demostrarle a mis profesores que estaba listo para algún examen imprevisto o sobre cualquier pregunta sobre la materia de estudio, más allá de volver a ver a mis compañeros de clase, participar de los comentarios de los partidos de fútbol profesional, que en esa época se jugaba los días domingos o sobre las fiestas a las que asistían, etc. 

Lo fue igualmente en la Universidad y en el trabajo. Era el día en el que me levantaba más temprano. Las clases de la Universidad empezaban muy temprano (7 am). Los profesores eran muy puntuales, nunca faltaban, ni se enfermaban. A los atrasados, les iba muy mal con estos maestros.

En la actualidad, sin obligaciones laborales y sin la obligación de “marcar tarjeta”, igualmente me levanto el Lunes muy temprano a leer el diario de mi preferencia, interactúo con mis amigos  de Facebook y salgo a tomarme mi cafecito acostumbrado, por supuesto desayuno muy bien, con mucha fruta, yogur con guineo, una tostada con mantequilla y una taza de café.

Ya a las once de la mañana, voy a conversar con mis amigos, en mi lugar de encuentro, ahí escribo a mano estas “cartas”, que en la noche las paso a la computadora y las subo al Facebook, al día siguiente. Mientras esto ocurre veo con mi esposa ligeramente esa novelitas turcas, que a ella más que a mí la entretienen, pero si nos agarramos una serie de Netflix, ahí la cosa cambia dijo el montuvio, va para largo.

Así eran mis Lunes, igualmente en el trabajo, sobre todo en el ejercicio profesional, a las 8 am, a revisar los casilleros judiciales, para conocer las novedades del juicio, a través de los Autos y Providencias del Juez, para de inmediato contestarlas y seguir en la pelea judicial con mis adversarios. En mi etapa profesional, habían excelentes Jueces y Magistrados, QUIZÁS HABÍA POR AHÍ ALGUNA EXCEPCIÓN, en las áreas donde litigaba, pero era realmente una excepción que confirma la regla. 

Debo reconocer que el día Viernes, también era un día agradable, le ponía fin a la jornada de trabajo y  siempre había alguna fiestita en la noche. 

Pero, para mí no había un mejor día que el día Lunes. ¿Comparten conmigo?, háganmelo saber. 

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Las personas actúan por diversas razones. Amor, ambición, codicia, buenas intenciones y otras motivaciones.

Sin embargo, uno de los móviles más fuertes de la conducta humana es el miedo. Este es una desagradable sensación subjetiva que se experimenta por causas externas e internas. Es un estado de descontrol que se acompaña de angustia y causa una serie de síntomas como taquicardia, palidez generalizada, sequedad de las mucosas de la cavidad bucal y puede acompañarse de desmayos e inestabilidad motora transitoria.

Desde el punto de vista clínico, el miedo puede tener dos orígenes: externos e internos. El que se produce por causas externas se experimenta como una sensación de inquietud iniciada por un hecho real que lo produce y altera nuestra estabilidad emocional.

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Hay veladas ociosas a las que resulta relativamente fácil acceder, tales como un partido de fútbol, un mitin político; otras, que no lo son tanto, por ejemplo, el concierto de música clásica del primer día del año en Viena; y existe un tercer grupo de este tipo de eventos a los que es imposible entrar de manera lógica y real y precisamente a uno de estos espectáculos es donde quiero invitaros el día de hoy, así que aparcar la razón y la realidad durante unos instantes que nos vamos a colar en la casa de Isaac Newton para confundirnos entre sus familiares y más allegados, encerrados todos ellos en una habitación oscura de la vivienda, un día determinado entre los años 1670 y 1680, desde aquí no atino más con la fecha.

Todos en silencio, no hay que llamar la atención ni molestar al maestro, que en estos momentos está haciendo un boquete en la pared, resulta curioso comprobar cómo sin taladro eléctrico hacían los agujeritos en esa época, ¡sorpresa!, a través de él está pasando un rayo de luz solar en forma de hilillo luminoso y ahora qué, pues ahora me pregunta Isaac si he traído el prisma, ufff menos mal que no se me ha olvidado.

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