26 abril, 2024

El año pasado

El año pasado celebré con mis amigas yoguinis, una linda fiesta de Navidad. Vino Pauchi a hacernos bailar con las canciones del momento y con una que otra más antigua. Nos tomó fotos individuales y en grupo. También vino Charlie, el pianista, a tocar villancicos.  Gasté un dineral en champán, para que sea el más delicioso del mundo. La comida, los bocaditos, todo estuvo perfecto. Eso fue el año pasado.

Cuando aún no había llegado el 24 de diciembre y tuvimos que postergar el viaje a Cuenca, para pasar Navidad. Porque súbitamente murió la tía Myriam, hermana mayor de mi papi. Una triste pérdida para la familia. En mi mente solía compararla a la reina Elizabeth, resistente a todo. Le calculaba por lo bajo unos cien años de vida. Nos dejó a los 93 o 94. Y bueno, la reina también se fue de aquí poco después.

Viajamos a Cuenca el 25 y pasamos allá agradables momentos y uno que otro no tan agradable. Primera vez que participábamos de una misa con los catecúmenos. Fue la que conseguimos para asistir en la Catedral antigua de Cuenca. Fue muy hermosa, aunque bastante larga.

El año pasado compré dos lindas jarras típicas para el chocolate, en Dos Chorreras. Chocolate que no se cuándo podré volver a tomar, ya que ahora soy todo cuidados para mi hígado y su recuperación, después de la quimioterapia.

El año pasado, la vida había vuelto a la normalidad después del año del Covid. Pero eso fue el año pasado, en el que también se perdieron otras apreciadas vidas. Nos dejó Elsita, compañera de colegio. Cristóbal, vecino de casi toda la vida. Partió Arón, el chico que paseaba a los perros, luego de enviarme un mensaje de que pronto estaría recuperado y con más fuerzas para jugar con los perritos. 

Pero igual eran situaciones que parecían llevaderas (para nosotros) para sus familias fueron vivencias muy duras.

Al año pasado le dije adiós en la playa, junto a mi familia, pero ya ahí, un halo de ansiedad estaba rodeándome. Y el 2022 llegó muy fuerte y con más pérdidas, se fue Daniela, se fue Chechi, se fue Maggie… mi tía Rosario, el papá de Johanna, Clemencita, mi amiga guardiana de la playa también se fue. Nos dejó también Carlitos Peña.

Perdimos un nieto… 

Se fue mi cordura. Afortunadamente, gracias a Dios, ya la estoy recuperando. 

No pudimos ir todos a acompañar a Paula en su graduación en Buenos Aires.

Ahora cuando miro por instantes hacía atrás, me doy cuenta de cuanto hemos tenido que superar este año, de momentos que parecían no acabar nunca. A su vez, cuanto perdimos sí, pero cuanto ganamos en ser nosotros mismos y en aprender el valor del amor y de la vida. Y como una nueva oportunidad de vivir nos ha sido regalada por Dios…a quienes seguimos aquí. 

Mi caso no es único ni lo que me ha sucedido tampoco; muchas personas en el mundo están atravesando momentos muy díficiles debido a este verdadero asunto de salud pública: el cáncer. No me detendré en hablar sobre el mismo, pero sí en sugerir que aprendamos a cuidarnos más y mejor. Que no dejemos pasar el tiempo correcto para los chequeos médicos. Muchas vidas pueden ser salvadas a tiempo, para felicidad de quienes más nos aman y de nosotros mismos.

Hay tantas cosas que quisiera escribir y contar y decirles lo que hice y lo que no, para ir avanzando en este camino, y lo haré, pero a su momento.  Insisto en la necesidad de dar mas atención a la salud mental y emocional, a la larga todo lo físico tiene su origen en el desbalance emocional, en los conflictos de la mente. 

Demos más apertura a nuestro corazón, y a escuchar que nos quiere decir en cada latido, en cada premonición, en cada idea que se cruza y a la cual no le encontramos un sentido lógico.

El año pasado ya pasó y debe quedar en el pasado. 

Lo mismo diremos de este año que termina que se convertirá en nuevo “año pasado”. Para algunos será una historia que contar, para otros una vida que resolver o un planteamiento de nuevos propósitos. 

Lo que puedo decirles con la mayor sinceridad, es que la vida solo se vive en el hoy y el principal propósito debe ser vivirlo de la mejor manera posible.

El ayer ya fue y el mañana es incierto.

Me encanta la idea de volver a la época de la vida en tribu, como solía decir mi mamá, “esta es mi tribu”, éramos ella y sus tres hijas.

Estar juntos y apoyarnos, y sentir el calor del hogar en nuestras vidas. Sin que ninguno sienta desesperanza, soledad. Sin pensar que es obligatorio “ser parte de”, hacerlo desde el amor. 

Tengo la impresión que la sociedad actual y la forma en que se plantean las cosas, como si asistir a los padres ancianos o ayudar a un hermano menos favorecido, es un impedimento para avanzar o para conquistar metas. Casi todo el mundo quiere estar lejos… ¿por qué? ¿Cómo rescatamos a las familias?

Como dije, me encanta la idea de la “tribu” de antaño, a donde todo era compartido, había protección y la gente se amaba más. Tal vez estoy romantizando un poco. Pero sin duda alguna, por experiencia, la familia y luego los amigos cercanos son los que te ayudan a seguir adelante, a salir de situaciones terribles. y obvio, las oraciones de tantas personas de quienes ni siquiera conoces sus nombres. Sin ese amor nada tiene sentido.

¿Con quién cantaríamos villancicos en Navidad o chocaríamos las copas en Año Nuevo?

Hasta los monjes o los que son ermitaños deben hacerlo con la naturaleza o con sus creencias. El hombre no nació en este mundo para estar solo. El ser humano necesita amar y sentirse amado y amarse a sí mismo también, ya que nadie da lo que no tiene.

El año pasado pasaron tantas cosas, así como este año pasaron otras, y así continúa la vida. 

Le agradezco a Dios poder desde esta Trinchera, desearles el mejor de los años, 2023, que nos sorprenda a todos con salud, prosperidad y justicia. Que el Ecuador retorne a ser el país pacífico que fue, y que cada familia acoja con amor a los suyos. Que en lo posible nadie se sienta solo o abandonado y que Dios nos de esa capacidad de amarnos y de amar. Salud y alegría para todos en este año que se va y más aún en el nuevo año que pronto llega, Dios lo permitirá. ¡Qué viva la vida y con ella el Año Nuevo!

 

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