27 abril, 2024

El fin de la ideologías II

El poder en el Ecuador fue disputado por conservadores y liberales entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Los conservadores defendían el poder de la Iglesia sobre los ciudadanos; los liberales emanciparon al Estado de la Iglesia, volviéndolo laico y otorgándole al individuo más derechos. El debate entre las dos predominantes tendencias, más bien ideológico y dogmático, eclipsaba cualquier diferencia en materia económica. Internacionalmente, el comunismo nació en el siglo XIX, pero no fue hasta 1917 en que política y sangrientamente llegó al poder a través de la Revolución rusa y en 1959 mediante la Revolución cubana. El populismo criollo existió a lo largo del siglo XX y fue poder, pero siempre a través de grandes alianzas, sumándose a dictaduras civiles e interinazgos; fue evidente, sin embargo, sus vínculos izquierdistas cuando llegó por sí mismo a Carondelet en 1979. Desde entonces, la inestabilidad política promovida por pequeños grupos hegemónicos que dieron lugar a muchas dictaduras militares a lo largo del siglo XX, no ha cesado, mermando así el potencial de desarrollo económico nacional. Con gran apoyo popular, pero sin visión estructural, débil contextura política y carente de impulso económico, las crisis hicieron mella en el populismo de izquierda del retorno a la democracia. Fue así que la derecha regresó al poder. Para entonces, empero, los caudillismos comenzaron a ser más protagonistas que la propia relevancia ideológica, que si bien nunca dejó de existir, pasó a un segundo plano.

Los conservadores de cuna sucumbieron y pasaron al olvido, los reformistas sobrevivientes se izquierdizaron; los liberales se dividieron y dieron luz a los progresistas, evitando así ser encasillados con el apelativo de socialistas o comunistas. Estaban los que realmente eran y los que prometían ser, oportunistas e ilusos se juntaron en el camino; reconocían que la sociedad reclamaba más justicia social, entendida en las calles como una reivindicación económica a cambio de muy poco esfuerzo o casi ningún sacrificio. Es decir, el Estado debía ser el ente redentor de una deuda histórica con la sociedad. Así se apalancaron los subsidios, los bonos pobreza/desarrollo humano, entre otras medidas de corte social, pero sin sustento en un programa integral de desarrollo económico. Reconociendo que jamás llegarían al poder a través de otra revolución armada, los anarquistas arribaron entonces por elección popular y el SSXXI, un populismo comunista aliado del narcoterrorismo, sobrevivió por 14 años mientras los precios de los commodities permanecieron en alta y con alguna mutación gubernamental a efectos de no sucumbir ante su propia catástrofe. El debate se centra hoy en los individuos y sus propias ideas, no sobre partidos políticos y lo que sus idearios representarían para la sociedad. El peso de la ideología acabó sometido a intereses individuales, sin contrapesos partidistas, y sin visos de una reformulación en la identidad política de los actores. La incertidumbre continuará siendo el vector del rumbo del país.

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1 comentario

  1. Mis felicitaciones por un resumen con tanto contenido Gonzalo. El resultado del proceso son soluciones de corto plazo y ningún compromiso serio del país. Esta lamentable situación se soluciona con consenso sobre política económica, límites claros a gasto estatal, inversión, con relación al PIB y una estrategia Estatal, salud – educación, todo con candados que no puedan ser abiertos fácilmente por el gobierno de turno.

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