9 diciembre, 2024

Caras vemos… ¡Corazones no sabemos!

Los recientes acontecimientos que por dos semanas han tenido al “filo de la navaja” a toda la sociedad ecuatoriana nos dejan algunas lecturas que deben ser expresadas desapasionadamente…

  • Las redes sociales son, sin dudas, los medios comunicacionales preferidos por todos, sin distingos
  • Siempre se dijo que el “papel aguanta todo”, las redes sociales aguantan más que el papel y se pueden usar sin descanso
  • Hemos pasado de la “prensa corrupta” a la era del “Fake News”, en la cual todo parece cierto y nada parece cierto, pero que impacta de manera fulminante en el cerebro del cibernauta dependiendo de cómo su mente procesa la información y la relaciona con sus experiencias, conocimientos, fobias, valores, complejos, virtudes, y resentimientos sociales, entre otros aprendizajes
  • Los procesos educativos más importantes brillan por la ausencia en un alto porcentaje de ecuatorianos… El “pensamiento crítico” es escaso y los conceptos de moral y ética son prácticamente desconocidos para muchos –aunque pienso que no para la gran mayoría-
  • La costa ecuatoriana –con pocos casos- permaneció expectante pero muy poco involucrada en los sucesos que ocurrían en la capital
  • Algunos de mis amigos y amigas dejaron caer sus “caretas” y se expusieron en sus cuentas de redes sociales con características inusitadas de odio, revanchismo, beligerancia, racismo, soberbia, ignorancia y una ideología totalmente desfasada para el presente siglo. Los indígenas se convirtieron en “hermanos” cuando a muchos los he visto despreciarlos y los policías los definían como “asesinos” cuando los llaman con denuedo cuando la delincuencia los amedrenta en su barrio
  • Ciertas autoridades dieron la talla y son motivo de felicitación como el gobernador del Guayas, la Alcaldesa de Guayaquil y el Vicepresidente de la República

“Caras vemos, corazones no sabemos” decían las abuelas cuando alertaban a sus nietos sobre la vida. Sí, así es, gente a la cual circunstancias como éstas nos permiten verlas en su real magnitud o en su pequeñez, nos alertan sobre sus comportamientos y nos hablan claramente de sus habilidades y complejos, así de sus filtros mentales más profundos.

Pero también hay de la otra parte, personas a quienes hay que reconocer en su grandeza moral, como los jóvenes estudiantes de Medicina, que sin distingos atendieron a unos y a otros, como los bomberos que estuvieron siempre dispuestos a acudir a los lugares más peligrosos, los productores de alimentos que lucharon por defender su trabajo para mantener a las ciudades abastecidas, los seres comunes como usted y como yo que no dudamos en orar con fe y esperanza según nuestras creencias, o como los que utilizaron las redes sesudamente para expresar su amor por su país, o para poner sólo noticias debidamente verificadas y no “fake news”, para quienes escribieron mensajes de aliento y de comprensión, así como de firmeza y decisión. Esos somos la mayoría… si algo deja tanta desgracia –en mi humilde opinión como ser humano- es la esperanzadora certeza de que los buenos somos más… y que el viejo axioma con el cual abro el presente artículo me permitió comprender que las caras que veo a diario de mis amigos y amigas son en la gran mayoría de los casos la representación de corazones de los que sí sé tienen grandeza y estatura moral indispensable para vivir como sociedad, para el resto… ¡el olvido!

 

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