27 abril, 2024

Evasión eliminada, tributación aumentada

Ningún modelo practicado ha terminado con la sistémica evasión tributaria en las aduanas, convertida en una mala práctica nacional, y su consecuente impacto distorsionante de importantes indicadores económicos. Ningún sistema de control, sea este humano, mecánico o tecnológico, ha vencido jamás al protervo interés por evadir las respectivas obligaciones con el fisco. El sistema es perversamente delincuencial de ambos lados y el consumidor, siempre el más afectado, ha intentado protegerse de cualquier manera frente al Gobierno y las propias debilidades del entorno. La única solución posible para eliminar de raíz los incentivos al contrabando es la aplicación de un arancel mínimo y universal. Las respectivas importaciones serían gravadas estrictamente en los puntos de venta, ejerciendo así un eficaz control sobre todas las transacciones lícitas que se deriven como consecuencia.

Si bien la recaudación tributaria por importaciones caería, la realidad es que esta nunca se ha contabilizado en su real dimensión. En compensación, sin embargo, las recaudaciones fiscales en los puntos de venta aumentarían considerablemente debido a los generalizados menores precios y una mayor propensión al consumo. La informalidad tendería a desaparecer y aumentaría la masa tributaria, provocando un positivo e inmediato efecto recaudador, multiplicador y generador de confianza.

¿Quiénes perderían? Nadie que siempre haya cumplido con la ley. ¿Quiénes ganarían? Todos sin excepción alguna. ¿Quiénes se opondrán?

 

Artículos relacionados

Nuestro ayuno

“Me dicen todos los días: ‘¿Para qué ayunamos, si tú no nos ves? ¿Para qué nos sacrificamos, si no te das por enterado?’ Es que el día en que ustedes ayunan encuentran la forma de hacer negocio y oprimen a sus trabajadores. Es que ayunan, sí, para luego reñir y disputar, para dar puñetazos sin piedad.” Isaías 58, 1-9

El mensaje del ayuno es de sacrificio. ¿Sacrificio hacia quién? Hacia Dios por el amor que le debemos sobre todas las cosas y hacia el prójimo que hay que amarlo al igual que a nosotros mismos. Lo más revolucionario que dijo Jesús. Porque ambas frases estaban en el Antiguo Testamento, pero Jesús transforma ese sacrificio en amor. Por amor hay que hacer obras que ayuden a los demás. Por amor hay que hacer sacrificios hacia Dios para no olvidar a quien debemos nuestra obediencia.

Sí, nos preocupan los jóvenes, pero…

Desde que recuerdo a los ecuatorianos nos transmiten el mismo mensaje… “la educación es lo primero”, “hay que invertir en educación”, “los jóvenes son el futuro de la Patria”, sin embargo, al momento de rendir cuentas, es evidente que esas frases “bonitas” han sido sólo simples “distractores” que el “sistema” nos ha ofrecido como “caramelos” para darle… “tiempo al tiempo”. Me propongo analizar, desde mi perspectiva de educador, el terrible daño que se le hace a la supervivencia misma del país cuando se “deja para luego” la preocupación y la acción para servir al grupo más importante pero a la vez más desprotegido de la sociedad que son los jóvenes.

Los ecuatorianos seguimos escuchando que la educación “es lo primero”, sólo cuando no existe otro problema más urgente, es decir… ¡nunca es lo primero!. Los indígenas, los medios de comunicación, los intereses de las organizaciones universitarias, las pugnas en el partido de gobierno, los gritos de la oposición política, las relaciones con Colombia, los ascensos militares, las complicaciones de los Ministros de Gobierno y de Turismo con los bares y discotecas, las fiscalías y los jueces, etc, etc, lo cierto es que para responder a estos cuestionamientos tal vez se me diga… “todo esto es para dejarles un país mejor a los jóvenes”, lo cual lejos de convencerme de que es así, me abre otras tantas dudas acerca de algo tan decantado en los últimos cincuenta años, pues no se ve una propuesta a largo plazo, con mediciones secuenciales y con resultados que puedan ser observados, y más bien nos ahogamos en decisiones para “apagar incendios” tales como “detener estudiantes en las calles y regresarlos a los colegios”, “no usar teléfonos celulares ni portar joyas”, muy a tono con el desgaste tan de moda en la administración del siglo diecinueve. Hasta las mismísimas mediciones del “plan decenal” –dedicado a los jóvenes- nos alertan por atrasos inadmisibles y pocos avances.

2 comentarios

  1. Totalmente de acuerdo. La solución es un 5% de impuesto a exportaciones y un 10% a importaciones. Así de simple. Mientras más trabas más oportunidades para «vender facilidades». El beneficio sería que ganaría el consumidor y se obligaría a que los sistemas se vuelvan eficientes y transparentes. Ya no habría cabida para la «viveza criolla». ¿Será posible que este sueño llegue alguna vez a Ecuador? Saludos, José Enrique Estrada Guzmán, Ex presidente de la CAE – Corporación Aduanera Ecuatoriana.

  2. No deja de ser interesante lo expresado en este artículo. Pero no dejan de venir los peros. Por ejemplo, muchos contribuyentes piensan que el Estado es ladrón porque cobra impuestos y no lo devuelven en servicios ni en obras. Y entonces, para consolarse, piensa en un antiguo adagio: el que roba al ladrón tiene 100 años de perdón. Y sigue pensando: si la competencia elude impuestos y yo no, voy a tener precios más altos, y por consiguiente quedo fuera de la competencia y quiebro. Para terminar decidiendo: má si, yo tengo también derecho a trabajar, y voy a seguir jugando con las reglas de juego que existen, y que en el año 2119 me hagan juicio. Todo esto dicho con un poco de humor, pero sin abandonar la realidad.

    A mi modesto entender, lo que habría que hacer simplemente es estudiar lo que otros países más adelantados en la materia hicieron y lo aplicaron en su momento. Si los buenos resultados están a la vista ¿para que perder tiempo buscando algo nuevo? Si en vez de decir «copiamos» decimos «estamos siguiendo el ejemplo constructivo» habremos solucionado un problema.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×