27 abril, 2024

Impuesto al Pedo

Había una vez en el centro del mundo, un pequeño país que había andado de tumbo en tumbo con algunos de sus gobernantes; alguno loco, otro irresponsable, otro sabido, otro mentiroso, otro arrogante, todos con algún defecto y como humanos todos imperfectos; pero ninguno como el de ahora. El de ahora bien se podría argumentar, para lograr que le bajen la sentencia, ya que será juzgado por los siete jueces del infierno,  que su verdadera identidad estaba sustraída por un ser  alienígena. Vamos a  referirnos a este ser como “el enviado Anunaki”. Como se conoce popularmente, los anunakis necesitan oro en su “atmosfera” para poder vivir; oro, ese precioso metal para poder sobrevivir en su planeta, ya que quedan pocos. Envían por esto seres a la Tierra, y estos seres se apoderan de las identidades de las personas famosas, empresarios prósperos, pero sobre todo de los gobernantes. Porque a través de ellos tienen acceso a lo que más les gusta, el poder y el dinero, con que ellos sobreviven.  Vamos a hacer la aclaración, en ese planeta el dinero es  oro.

Así que a través del robo de identidad pasan a ser ellos los que gobiernan y a través del abuso del poder, usan, gastan y malgastan todo el dinero (es decir el   oro) que puedan, ya que su planeta en extinción son ellos mismos.

Eso sucedió es ese pequeño país del centro del mundo. Su gobernante y sus colaboradores a quien pondremos el nombre propio de El Gobierno, fueron poseídos por los anunakis. Su sed de dinero-oro era tan grande, que prácticamente se bebían el dinero de la gente, se atragantaban con las monedas y se devoraban los billetes, de esta manera no quedó más que crear el sistema de dinero electrónico, y eso que estaban analizando la manera de empezar a tragarse los  cajeros automáticos. Estaban realmente hambrientos.

El Gobierno, creó impuestos a todo, pero eso fue un siguiente paso; el primero fue centralizar todo tipo de negocios entre sus miembros; todo se controló, las importaciones, las exportaciones, la elaboración de productos, sean farmacéuticos o de otro tipo. Todo se distribuyó entre ellos.

Estos seres alienígenas, híbridos  por su naturaleza compartida, entre seres humanos y anunakis; otros entre seres humanos y reptiloides, entre seres humanos y bestias, bueno una serie de combinaciones, también hicieron un paso previo, tomaron bajo su mando todos los poderes del Estado, así que de república democrática, el pequeño país del centro del mundo, pasó a ser un imperio. El imperio de El Gobierno.

Por las mañanas, al despertar todos los ciudadanos debían hacer la oración al Gobierno, para evitar que le cobren el impuesto al olvido de la oración. Una oración creada entre plagio y copia, aunque quiere decir lo mismo, esto porque El Gobierno no tenía mucha creatividad. La oración decía algo así: “Gobierno nuestro del código 21, todo el mundo necesita amor, pero Tú necesitas dinero; con el pan de cada día estamos más que conformes, ya que no necesitamos ni tenemos para nada más. Que tengas ¡Oh sagrado Gobierno! Todo el poder y el dinero de todos y de todas, y si nuevas cadenas preparas por nuestra  bárbara suerte, Oh Gobierno, Oh Gobierno. Amén”  Ningún ciudadano podía decir la oración que termina: “líbranos del mal” ya que era interpretada como que solicitaban los ciudadanos a Dios, que los libre de El Gobierno. Realmente, ellos, El Gobierno, no podían concebir algo tan terrible.

La oración sustituyó a todas las demás oraciones. Si no la decían en voz alta, debían pensarla, ya que El Gobierno, había instalado unos dispositivos internos en los ciudadanos para tener registro de sus pensamientos.

Esto ocurrió, por culpa de alguna buena mujer, que por mejor hacer quiso resguardar su dinero, el que le costó bastante ganar con el ejercicio honesto de su trabajo. Ella recordó la fórmula de antaño, cuando las abuelas se guardaban el dinero en lo que llamaban “la calzonaria” (lo calzones o pantis). La buena mujer se puso furiosa cuando leyó la noticia del nuevo impuesto a la expresión, que había puesto El Gobierno. No podías expresarte ni verbal ni manual, ni mental ni de ninguna manera, porque si lo hacías tenías que facturar para el SRDLQNET (Sistema de Retención De Lo Que No Es Tuyo) y prácticamente debías abandonar tu casa para ir a vivir a las calles, como un mendicante más, en ese nuevo imperio llamado El Gobierno, como en las épocas de los antiguos imperios donde los mendicantes eran la mayor parte de la población. En esta historia, solo El Gobierno podía prosperar, y que a nadie más se le ocurra tremenda insolencia.

Entonces, retomando, salió la buena mujer trabajadora,  salió por las calles gritando: “¡Ven Gobierno, revísame la calzonaria!” La buena mujer pensó que El Gobierno no se atrevería, pero ella no sabía, nunca imaginó lo angurriento que era El Gobierno. Fue El Gobierno y le revisó la calzonaria, entonces encontraron el dinero…y se lo llevaron. Desde ese día crearon la ley del dispositivo, DIHU, Dispositivo Intra Humano, y lo colocaron en el interior de cada ciudadano, así estarían al tanto de cada pensamiento, sobre todo sabrían a dónde está  guardado el dinero, que era lo que más les interesaba, pero obvio, para poder sobrevivir.

Pero, en el transcurso de las maniobras que los de El Gobierno tuvieron que hacer para quitarle la calzonaria a la buena mujer trabajadora, sucedió algo inesperado, la buena mujer se tiró un pedo. ¡Si que apestó! Los del Gobierno casi vomitan,  al principio se olían los unos a los otros, fue como una especie de situación espejo, hasta que al final, cuando el terrible olor disminuyó su intensidad, se dieron cuenta que provenía de adentro de la calzonaria de la mujer. Entonces tuvieron la brillante idea, ya que pedos nos tiramos todos, de crear el impuesto al pedo. Así que mediante decreto ejecutivo, urgente e irrevocable, el impuesto fue establecido; “Impuesto al pedo ciudadano”, no estaban exentos ni tercera edad, ni discapacitados, ni embarazadas, ni LGBT, por si acaso. Algunos lo agradecieron porque si pues hay gente bien pedorra, y más que sea por la tacañería,  para no pagar el impuesto, se controlaban un poco;  otros empezaron la dieta con comidas saludables, lo tomaron como algo positivo, de beneficio para la salud; fue tildado por los ecologistas de El Gobierno como el impuesto ecológico. Sin embargo entre la mayoría de la población cundió el pánico y  se tomaron todo tipo de prevenciones…bueno solo en un lugar como aquel país podían pasar esas cosas, claro que El Gobierno tenían inmunidad a tal impuesto, y no podía ser de otra manera, con tales comilonas y festejos, la flatulencia parecería  ser su inseparable compañera.

-Ahora si niños y niñas  a dormir…y cuidado con hacer bulla… ¡Porque viene El Gobierno!… ¡y se los traga de una!

-¿Y si me tiro un pedo?

-¡Te jodiste!

¡Te traga y encima tienes que pagar el impuesto!

FIN

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2 comentarios

  1. Permítame felicitarla por tan excelente cuento o novela, que comparado con algún gobierno, le cae al dedo. En su cuento o novela, estimada dama, al hablar usted de Anunaki y alienígenas, todo es cuestión de que este pueblo del centro del mundo, que debe ser un pueblo cobarde porque no hacen nada, se despierten y dejen de embelesarse con las retóricas del Anunaki, dejen de ser como los borreguitos que siguen al sonar de la campana, salgan a la calles y protesten sin temor de ninguna clase, porque está a la vista la falta de trabajo, la falta de seguridad, a carestía de la vida, la falta de empleos, la violencia, la delincuencia, y en general la corrupción, y esto no es vivir, además de como usted bien dice, se gastaron todas las reservas económicas, no hay dinero, lo que tratan es llevarse el dinero de todas partes, y eso solo se lo hace eliminando a los Anunaki i Aliégnigenas. Ya basta de tantos gastos y comilonas semanales, viajes el exterior, den paso al comercio importador y exportador, con nuevas reglas de juegos, no con argollas asfixiantes. Lo que si he oído es que en ese país predominan los economistas, y miren a donde me han llevado. Eso deben tener en cuenta los países vecinos para no caer en las garras de estos, salvo que quieran destruir también sus países. También se que por otro lado existen economistas que a diario están siendo invitados a programas de TV y manifiestan que lo que está haciendo el Anunaki, está mal, pero la terquedad pueda más. Porque en ese país no se convoca a una Gran Asamblea de Economistas de El Gobierno y Economistas del Pueblo, para que cada grupo tenga que sostener sus acertos, errores y omisiones.

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