29 abril, 2024

El mensaje de la Navidad

Es momento de meditar sobre esta celebración, como dijo el Ángel que anunció a los pastores el nacimiento del niño Jesús: «Paz a todos los hombres de buena voluntad».

La alegría de la Navidad está en que el Hijo de Dios haya venido por su propia voluntad a sufrir para redimirnos.

Sin embargo, nos encontramos que en estos días se ha deteriorado este sentido muchas veces, y a menudo estas fechas se convierten en repudiables odios, matanzas y manifestaciones ególatras.

Todas estas acciones, e incluso compras, ya sean de regalos o de artículos de alimentación, si se realizan con sobriedad y como manifestación de la dicha que sentimos por el Nacimiento de nuestro Salvador es algo bueno; pero no es lo esencial de la celebración de las Navidades. Lo principal es que predomine el Amor, la Generosidad y la Alegría.

El homenaje a Jesús este próximo 25, por los últimos acontecimientos hacen repercutir en el alma La traición de Judas.

Judas Iscariote, fue uno de los apóstoles de Jesús. Siguió a su maestro durante su predicación por Judea y Galilea y, según los evangelios canónicos, pero fue el apóstol traidor que reveló a los miembros del Sanedrín el lugar donde podían capturar a su Maestro.

“Antes de delatar a Jesús, Judas fue uno de los apóstoles, el Evangelio de Juan pone un antecedente importante de la felonía de Judas, ya que él era el tesorero y, según ese evangelio, Judas se apropiaba del dinero destinado a los pobres.”

“Según los cuatro evangelios canónicos, Judas guio a los guardias que arrestaron a Jesús hasta el lugar donde lo encontraron, besando su mejilla como les indicó. Por su traición fue recompensado con treinta piezas de plata.”

Judas ha pasado a la tradición cristiana posterior como el traidor por antonomasia. La animadversión popular hacia el personaje se expresa fielmente.

Esta animadversión hacia Judas, y también hacia los sacerdotes judíos que contrataron sus servicios, fue desviada para que contribuyera al antisemitismo, facilitando la formación de un estereotipo negativo sobre el pueblo judío.

A ello ayudó que Judas proviniera de Judea, región netamente judía, de esta forma Judas=Judea=Judío; término que deriva del nombre del reino de Judá (del hebreo Yehudá, hijo de Jacob).

La generalización tuvo éxito a pesar de que evidentemente Judas no era el único judío entre los apóstoles y de que los demás apóstoles judíos no traicionaron a Jesús y de que el mismo Jesús era judío.

Ejemplo de esta antigua animadversión popular se observa en una leyenda medieval, recogida por Jacobo de la Vorágine en su Leyenda dorada (capítulo XLV: San Matías Apóstol) en la que Judas, antes de traicionar a Cristo, comete varios pecados horribles (fratricidio, parricidio e incesto), que recuerdan a los de Edipo.

Ciborea, madre de Judas, soñó que el hijo que iba a tener sería una amenaza para su propio padre, para Dios y para su pueblo. Por esa razón, lo abandonó nada más nacer en una cesta, que arrojó al mar. La cesta fue a parar a la isla de Iscariote, y la reina del lugar, que no tenía hijos, adoptó al niño.

Sin embargo, poco después quedó embarazada y dio a luz a un hijo. Judas creció junto a este niño, su hermanastro, una criatura bondadosa a la que maltrataba continuamente. Finalmente, lo mató y huyó a Jerusalén, donde entró al servicio del gobernador de su patria (Pilatos) y, a petición de éste, entró a robar manzanas en el jardín de su padre. Sorprendido in fraganti, mató al padre. Después, se casó con la viuda de éste, es decir, con su propia madre. Tras averiguar su verdadera identidad, trató de expiar su culpa convirtiéndose en uno de los apóstoles de Cristo; pero, lejos de redimirse, acabó traicionando a su maestro.

Los ecuatorianos estamos viviendo a Judas y sus seguidores. Más pronto que tarde, espiarán su entrega a los falsos “sacerdotes” y a venderse por viles monedas; lo que espiarán terrenalmente y luego con la pena que Dios les imponga.

En esta Navidad y diariamente, pese a jamás haber cometido y odiar la traición o deslealtad, digo por Jesús y su Santa Madre María: Yo pecador confieso ante Dios todopoderoso, y ante ustedes hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor.

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